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Magia hiperrealista en el Thyssen

Una antológica reúne setenta obras nunca vistas en España de los maestros de la ‘hiperpopular’ corriente pictórica

MADRID Actualizado: Guardar
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“El hiperrealismo hace trampas al ojo, literalmente,como el trampantojode la pintura clásica embauca al espectador. Nos atrapa en una mágica y perturbadora confusión entre la vida y la pintura una ilusión que no deja de fascinarnos desde Altamira y que se acentúa en esta exposición”. Guillermo Solana, conservador jefe del museo Thyssen-Bornemisza, presentó así la exposición ‘Hiperrealismo 1967-2012’, un repaso a la popularísima corriente, hija de la fotografía y prima hermana de pop, y que atrae como un imán a un público masivo.

“Es quizá el movimiento quizá más popular de nuestro tiempo” según Solana que lo opone al arte conceptual para explicar el éxito masivo de los hiperrealistas.“Si uno prescinde de la experiencia visual en favor del concepto, el otro lo lleva al extremos, en un festín para la vista a la que seduce con ilusiones muy reales” dice.

El Thyssen ilumina este mágico fenómeno con casi setenta pinturas de los grades maestros americanos del género como Richard Estes, John Baeder, Robert Bechtle, Tom Blackwell, Chuck Close o Robert Cottingham. Se fija luego en su influjo en sus colegas europeos en una muestra que marcará un hito en la temporada y que contará sus visitantes por decenas miles.

Solo dos de las 66 pinturas expuestas, obras del indiscutible Richard Estes pertenecen a la colección del Thyssen. Nunca se han visto en España los trabajos de Don Jacot, Charles Bell, Ralph Goings, Peter Maier, Don Eddym, Robert Neffson, Bertrand Meniel, Ben Johnson, Anthony Brunello, Audrey Flack –la única mujer con obra en el MOMA desde 1966-, Yigal Ozeri, John Kacere o Bernardo Torrens. Este es el único español de una selección en que no entra un Antonio López “que no se tiene por hiperrealista” según Solana

Son los mejores exponentes de un género bautizado en Estados Unidos como fotorrealismo y consagrado como hiperrealismo en Europa en la Documenta de Kassel de 1972. Las primeros más interesados por la carretera, los coches, camiones y las motos cromadas y relucientes, los restaurantes de comida rápida, las máquinas de pinball, o los juguetes de hojalata. Los segundos más atentos a los paisajes y espacios urbanos y una figura humana que tiene casi carácter testimonial para esta corriente “que la trata como si fuera un objeto más”.

El efecto mágico de sus pinturas es el hilo conductor de una muestra de asequible dimensión que se ha divido en cuatro espacios: ‘Bodegones’, ‘En la carretera’, ‘Ciudades y panoramas’ y ‘La figura humana’.

El movimiento articulado en Estados Unidos en tono al coleccionista, galerista y marchante Louis K. Meisel, el gran artífice de su puesta en valor, patriarca de movimiento, protector e impulsor de mucho de los artistas presentes en la excelente selección.