Corinna zu Sayn-Wittgenstein./ Archivo
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La vida salvaje de Corinna

Con un maquillaje y peinado perfecto, un vestuario estudiado al milímetro y unos diamantes de aquí te espero, la polémica aristócrata es portada esta semana de ¡Hola!

MADRID Actualizado: Guardar
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Una de las máximas de la moda es eso de menos es más. Cuanto menos conozcas de una persona, probablemente más se idealice. Para bien o para mal. Hay personajes que nunca han abierto la boca y que, por unas razones u otras, resultan enigmáticas. Y uno de esos personajes es Corinna. Ojo, Su Alteza Serenísima la princesa Corinna. Que el título es suyo y lo que es de uno es de uno. Pues bien, en un ejercicio difícil de calificar, la mujer rubia y guapa (se califica ella así y también recurre al tópico que se la juzga por ser rubia y guapa; le faltó decir lo de rica para acercarse al universo Ronaldo) le ha cogido el gusto a ser portada. De periódico y de revista. Y lo hace, dice, para defenderse. Para defenderse de todo, se entiende, porque, como tal, nadie la ha acusado de nada. Pero ella, ojo, se siente en la obligación de hablar para callar. Y con un maquillaje y peinado perfecto, un vestuario estudiado al milímetro y unos diamantes de aquí te espero, es portada de ¡Hola! Pero portada, portada. Nada de compartir protagonismo con otros personajes que se cuelan una semana sí y otra también en sus páginas. Y uno, tras leer lo que dijo allá y ahora acá, ya se puede hacer una composición de lugar. Y sí, uno se esperaba más de esta mujer.

La portada de ¡Hola! es para ella. Solo para ella. Vamos, habría que remontarse varios años atrás, probablemente a 1997, para encontrar un hecho similar. Y entonces para homenajear a otra princesa que dejaba este mundo, Diana Spencer. ¡Hola! dedica portadas monográficas a las bodas reales. Y de vez en cuando a esas exclusivas de las que luego hablan horas y horas en las tertulias del corazón. Pero un caso así, en el que aparezca solo un personaje... Han pasado muchos años y pasarán otros tantos para que volvamos a ver algo parecido.

Corinna apareció en nuestras vidas tras el desafortunado viaje de don Juan Carlos a Botsuana. Y desde entonces, alrededor de ella se creó una imagen totalmente equivocada. Y tan equivocada que nadie se podía esperar que fuera a hacer un triplete (El Mundo, ¡Hola! y París Match) para no decir nada. O decir lo que cualquiera se puede imaginar. Y como no se pueden destrozar las entrevistas, porque para eso el ¡Hola! cuesta dos euros y estas líneas son gratis, uno se queda con lo de fuera y solo rescata de dentro dos palabras: "Vida salvaje". Sí, en España hay "vida salvaje". Y no se refiere a la vidorra que, siempre supuestamente, se ha pegado y se pega Bárcenas, Torres e incluso el balonmanista convertido en duque.

Me quedo con una frase de Pitágoras, "más le vale a un hombre tener la boca cerrada y que los demás le crean tonto, que abrirla y que los demás se convenzan de que lo es". Y no se ofenda Alteza Serenísima, pero si uno no quiere ser juzgado no debe sentarse en el banquillo a contar "toda su verdad". La verdad tiene tantas versiones como personas la cuenten. Y para no decir nada, ¿por qué hablar?