Fútbol | Liga de Campeones

Una selva sin hienas

La batalla del césped estuvo a la altura de la que mantuvieron en la grada las dos aficiones

MADRID Actualizado: Guardar
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No fue noche ni de hienas blancas ni de ñus azulgrana. En el Santiago Bernabéu no hubo persecuciones carroñeras ni ataques orquestados en manada. Si acaso, algún cartel que los recordaba, con el puesto de moda juego de palabras «Las vitrinas del Madrid están hienas», que ya apareció en el partido ante el Sevilla. Este miércoles, en Chamartín, hubo fútbol del bueno, del que desborda desde el talento y la intensidad. Aunque tanto dentro como fuera del campo se pudo apreciar una fauna variopinta y peculiar que se hizo notar desde la mañana por la ciudad.

A lo largo del día, por las calles y plazas del centro de Madrid paseaban plácidamente los numerosos grupos de aficionados del Manchester United -se esperaban 4.000 hinchas con entradas y otro millar sin ellas-, con rigurosas paradas en el camino para hidratar y calentar sus cuerpos a base de cervezas que les permitieran llegar a los alrededores del coliseo blanco con tiempo suficiente para tomarse la penúltima antes del choque estelar de los octavos de la 'Champions'. Unos grupos eran mansos como bueyes antes de entrar al redil (algunos más por el estado etílico que por propio carácter), dirigidos por agentes de la Policía que ejercían de pastores, más ángeles sonrosados que diablos rojos. Otros, más ruidosos, barritaban cánticos que se mezclaban con los maullidos más discretos de los gatos blancos madrileños y cruzaban con ellos fotos y bufandas con cordialidad. Pero no faltó algún asno interesado en dar la nota y crear algunos problemas a los encargados de la seguridad. Y con todos ellos, la grada se vistió de color, ambiente de fiesta y grandes peleas de gallos por hacerse entender en la lucha de los himnos y los cánticos.

A pie de campo, la amistad que parecía imposible entre el coyote y el correcaminos, la del zorro plateado escocés, de colmillo retorcido y mil batallas, con ganas de asaltar la casa de su colega, el pícaro delfín portugués, acabó en tablas.

Mourinho se transformó en halcón y lanzó a su equipo en vuelo picado sobre la preciada presa inglesa durante todo el partido. Pero ya había advertido sir Alex en la rueda de prensa previa que este partido no acabaría sin goles. El Madrid y el Manchester no saben jugar contenidos. Pueden permanecer agazapados en su madriguera, pero no desaprovechan la más mínima ocasión para soltar a sus galgos para que aprovechen el campo abierto, o a sus leones a cazar algún balón alto.

Y el marcador no se quedó a cero porque en el césped estaba el toro rojo Welbeck, primero, para aprovechar su fuerza y el despiste de Ramos y rematar de cabeza a la red un córner en el minuto 20. Jarro de agua fría para un Madrid desatado.

Pero los merengues cuentan con el guepardo Cristiano, el que ha tenido la mala suerte de coincidir en la misma época con la pulga argentina. Ronaldo hace cosas que, analizadas con objetividad, le colocan entre los más grandes. Sin piedad, voló por la banda y lanzó zarpazos a diestro y siniestro hasta desgarrar la defensa rival, finalmente, con un certero cabezazo. Un gol que no celebró por respeto a su anterior manada.

El United, mientras, mantuvo el peligro con Rooney, una liebre en el cuerpo de un gran primate que no rehuye el choque y que fija su mirada en la red contraria desde el primer segundo; la habilidad de la gacela Van Persie y la insistencia por incordiar de Welbeck. Para la segunda parte quedó Giggs, un mamut del fútbol que da lecciones cuando otros ya duermen en el cementerio de elefantes. Y más el Madrid ante un De Gea con pinta de longilínea jirafa pero ágil como un mono y muy oportuno casi siempre. Y más Manchester y más Van Persie, con un larguero y un toque de habilidad que sacó Alonso lanzándose sobre la línea de gol. Los golpes cruzados continuaron hasta el final, con más fuerza por parte local pero con igual fortuna.

No fue partido de hienas, sino de jabatos que lucharon con una intensidad que encantó a las dos aficiones, pero que dejó para Old Trafford la pelea final por seguir vivo en la selva de la 'Champions'.