análisis

Malí: la dimensión confesional

Tanto los servicios franceses como los eruditos en las universidades, saben que el arma esencial contra Al Qaida es la gran diversidad del islam

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Aunque no hay en este momento una información oficial al respecto sobre la reconquista de Tobuctú, la mayor y más representativa ciudad del norte del Malí, la toma del aeropuerto y comentarios hechos por oficiales del ejército maliense así permiten creerlo. Tobuctú es una ciudad islámica, ancestral y tolerante por excelencia…

La prudencia informativa del Estado Mayor francés, hija de un deliberada propósito del gobierno de emprender la guerra en un perfil bajo, es también parte de una estrategia de minimización de la presencia militar gala, al corriente de que aunque dispone de respaldo internacional y fuerte aceptación sobre el terreno, no reúne la unanimidad del mundo islámico.

Así, han criticado la intervención Egipto y, lo que habrá impresionado más en París, el emirato de Qatar, la gran potencia financiera del Golfo, punta de lanza en la operación de respaldo a la resistencia en Siria, propietaria de “Al Jazeera”, gran inversor en Francia y con relaciones privilegiadas con Francia… o, si se prefiere, con la Francia de Nicolas Sarkozy.

Pero nadie debe equivocarse: de haber estado en el Elíseo, Sarkozy habría actuado, con toda probabilidad, como lo ha hecho François Hollande, y su partido (UMP), cabeza de la oposición, la ha respaldado completamente.

Un calendario, varios aliados

El diseño francés ha estado claro desde el principio: rechazar rápida y fuertemente el avance de los terroristas del trío (Aqmi, MUJAO y Ansar el-Din), expulsarlos de las ciudades en su poder (solo queda por liberar Kidal) y asentar al débil gobierno en la capital, Bamako. Es decir, volver al llamado en términos jurídicos el statu quo ante, lo que había antes de la acción empezada el 11 de enero.

Eso incluye tácitamente el reconocimiento de que las formaciones citadas seguirán vagando por sus puntos seguros en el “norte del Norte”, en las áreas más montañosas del inmenso Sáhara dedicadas a sus ocupaciones habituales: ataques esporádicos en los países de la región y, cuando se pueda, secuestros de occidentales, pero sin capacidad para repetir lo sucedido.

Los militares franceses habrán hecho lo esencial del trabajo en un par de semanas, tras poner sobre el terreno unos 4500 hombres (incluidos los paracaidistas llegados en los dos últimos días) y poco a poco irán siendo sustituidos por contingentes africanos, empezando por los más adaptados, entrenados y resueltos, los del Chad un país que, paradójicamente, no es miembro de la Asociación de Estados de África Occidental, pero cuyo gobierno ha ganado una guerra civil y asentado de por vida al hábil presidente, el general Idriss Déby.

El peso de la religión

En París no se hacen ilusiones y han sabido vender su rápida reacción en la antigua colonia, como una gran operación de policía que ni incluye un cambio de régimen ni, mucho menos, un diseño de alteración completa de la situación: los rebeldes (“invasores”, en realidad, pues gran parte son extranjeros) se han replegado a sus santuarios y tal vez han podido salvar parte de sus arsenales. Están derrotados tácticamente, pero estratégicamente el asunto requiere más tiempo y el recurso a procedimientos políticos y… confesionales.

En efecto, si de El Cairo o Doha han venido críticas o reticencias eso ha sido desde argumentaciones religiosas de fondo. Es verdad que el islam maliense – insertado en la escuela malikí, moderada y pragmática como todo el Magreb – no es exactamente el del predicador egipcio, pero asentado en Qatar, Yussef al-Qaradaui, quien ha emitido todas las reservas imaginables y cuya audiencia es amplícima en el Golfo y Egipto.

En este registro, fundamental en un país musulmán, París ha recibido el apoyo de las dos personalidades religiosas más importantes de Malí: el imam Mahmud Dicko, jefe del “Alto Consejo Islámico” que vaciló un par de días pero aceptó y explicó la ayuda francesa, y el sheik Sidi Komake, jefe de la mayoritaria cofradía sufí maliense y tenido por una respetada autoridad de referencia. Ambos han invocado, sobre todo el segundo el argumento de ¿quién es al-Qaeda para decirnos en nuestro país qué islam queremos?

Ese hecho es capital para asegurar el futuro; al Qaeda es islamo-universal por definición, está matando por cientos a los shiíes en Iraq solo por ser shiíes y los servicios franceses, como los eruditos en las universidades, saben que el arma esencial contra la organización es… la gran diversidad del islam. La escuela malikí vive de su conocida flexibilidad para acomodarse a los diversos contextos geográficos y sociales…. un tesoro.