Análisis

Malí: Hacia la intervención exterior

La clase política del país acaba de cumplir con una condición indispensable para disponer de asistencia militar exterior: formar un gobierno de amplia base y “unidad nacional”

MADRID Actualizado: Guardar
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Entre la (relativa) indiferencia internacional, la clase política de Malí acaba de cumplir con una condición indispensable para disponer de asistencia militar exterior: formar un gobierno de amplia base y “unidad nacional”.

Así acaba de anunciarlo el presidente interino, Dioncounda Traeré, tras culminar, bajo fuerte presión regional e internacional, inensas negociaciones con los partidos y organizaciones sociales, tanto las que aceptaron el golpe militar de 22 de marzo como sus oponentes.

Ese día, jóvenes militares con considerable respaldo popular, derribaron a un gobierno incapaz de proveerles de hombres y medios para hacer frente a la rebelión tuareg (secesionista), que se apoderó del Norte del país (algo así como media España). Lo que no estaba previsto es que la crónica insurgencia tuareg fuera superada sobre el terreno por la milicia integrista “Ansar Din” (los “defensores de la fe”), que se aprovechó de la situación.

Objetivos distintos

El arreglo entre ambos grupos fue de mera fachada porque los yihadistas, afiliados con la nebulosa “Al Qaeda en el Magreb Islámico”, probaron que disponían de más empuje militar y no estaban interesados en una republica tuareg en el Norte, sino en la creación de un emirato islámico en las zonas liberadas, que incluyen tres ciudades de importancia en el país, Gao, Tobuctú y Kidal.

Empezaron a aplicar la sharia (ley islámica en su versión más rigorista y textual) incluyendo, además de algunas ejecuciones por delitos morales, la destrucción en Tobuctú de morabitos y pequeños santuarios donde los santones eruditos de la tradición islámica local administran la tradición religiosa y la interpretación del Corán. Para “Ansar Din”, supersticiones locales de una santería popular incompatible con el “verdadero islam”.

Aparentemente, la rebelión tuareg aceptó la situación sin más oposición y el conflicto pasó a ser percibido como un éxito claro de al-Qaeda y un fracaso de la joven democracia maliense, una antigua colonia francesa que hace pocos años habría resuelto el problema con una llamada a París y sus temibles fuerzas especiales, con bases en la zona. Pero, otra novedad de la versión vigente de la crisis, Sarkozy ni siquiera consideró una intervención rápida y contundente y prefirió, juiciosamente, internacionalizar el asunto y, sobre todo, regionalizarlo.

Los vecinos y... Nosotros

Así, la instancia adecuada, por sus intervenciones en casos precedentes, fue la “Comunidad Económica de Estados del África Occidental”, con gobiernos elegidos, por vez primera, en los quince países. Una misión de alto rango viajó a Bamako y dejó bien clara su disposición a colaborar con la doble condición de que se arreglara previamente el escenario político interior desde el diálogo (lo que acaba de suceder) y de que toda eventual acción dispusiera del aval de la comunidad internacional.

Eso implica que, con toda la rapidez posible, se pedirá un mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en cuanto se haya producido la reglamentaria petición formal de ayuda e intervención por el nuevo ejecutivo maliense. Pero es un hecho que las potencias europeas (y los Estados Unidos) además de los 14 países de la CEDEAO han tomado ya ciertas medidas al respecto. España es uno de ellos.

Hace solo un par de semanas el ministro de Defensa, Pedro Morenés, se reunió con su colega francés, Jean-Yves Le Drian, hombre clave en el dispositivo político de la intervención, y lo había hecho previamente con el alemán. Hay acuerdo en que la acción militar sobre el terreno sea obra del ejército maliense, apoyado por una fuerza africana, ya en vías de preparación, de unos 2.500 hombres. Europa y los norteamericanos darían todo el decisivo apoyo logístico preciso, incluyendo equipo y la información sobre objetivos.

España, y Morenés lo dijo claramente, entiende que al-Qaeda debe ser desalojada del Norte de Malí y derrotada militarmente sobre el terreno. El sur de Argelia y la frontera del Sahara occidental están en el área y sobra decir hasta qué punto para España se trata de prioritaria seguridad nacional.