análisis

Francia: Elección y ley electoral

Los candidatos que tienen ya su escaño en el bolsillo no traduce una alta posibilidad de que la segunda vuelta dé un parlamento muy distinto

MADRID Actualizado: Guardar
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La ley electoral francesa, propia, infrecuente y, por supuesto, aceptada y democrática, explica cada cinco años lo que sucede en los días de elecciones (presidencial o parlamentaria). Ayer, en su aplicación, solo pudo esbozarse la eventual atribución de los escaños de los 577 que forman la Asamblea Nacional.

El escaso número de ya elegidos es debido a que para serlo en primera vuelta hay que recibir al menos la mitad más uno de los sufragios emitidos y contando con que como mínimo ha votado la cuarta parte del censo de la circunscripción… y pasan a la segunda todos los aspirantes que al menos reciban el 12,5% de los votos emitidos.

En estas circunstancias, el gran éxito del partido socialista, adelantado por las encuestas, podría ser matizado a fondo… si hubiera entre los electores un número muy elevado de abstencionistas de la primera ronda y votantes en la segunda, lo que no es el caso. El barroquismo del escenario legal es más formal que real y la corriente central y mayoritaria hoy favorece fuertemente al PS.

Cifras y tendencia

El pequeño número de candidatos que tienen ya su escaño en el bolsillo no traduce necesariamente una alta posibilidad de que la segunda vuelta el próximo domingo dé un parlamento muy distinto del sugerido hoy. Pero esa afirmación solo se basa en el comportamiento racional, práctico, que se espera de muchos votantes.

Muchos electores la aprovechan para hacer un voto del corazón, no del todo inútil. Y si no que se lo digan a Jean-Luc Mélenchon, que con solo el 11,1% de los votos presidenciales en primera ronda, se ha investido como activista incontrolable de la izquierda con su flamante “Front de Gauche”.

Y harán un voto útil – a la fuerza porque su campeón, “frentista”, ecologista, centrista o nacionalista, no está disponible… incapaz de pasar la barra del 12,%. Por eso mismo, son particularmente meritorios los resultados que el frente, el centrismo del Modem, los ultras del Frente Nacional (con un jugoso 15 por ciento del total nacional, según estimaciones) o los ecologistas consiguen y los que obtendrán el próximo domingo.

La larga mano del general

Todo en la Quinta República rezuma el pensamiento y las preocupaciones de su insigne fundador, el general de Gaulle. Llamado literalmente por el público para poner orden en la inquieta IV República y sus gobiernos de semanas, de Gaulle impuso la estabilidad de las instituciones, con siete años de periodo presidencial (solo en 1999, con Chirac en el Elíseo, se aprobó una reforma constitucional que lo rebajó a cinco) y una ley electoral destinada, sencillamente, a forjar amplias mayorías.

De ese marco constitucional e benefició la derecha ayer y hoy la izquierda… y en su defensa se puede decir que, ciertamente, cuando gana un conservador, representa el humor del centro-derecha y cuando vence un socialista, el centro-izquierda… El general se salió con la suya, aunque hubo otro retoque juicioso: que la elección del parlamento siga siempre a la del presidente porque, en un régimen tan crudamente presidencial la cohabitación, ensayada a la fuerza, no dejó gran recuerdo…

El pronóstico hoy es que la izquierda, el partido socialista, tendrá el próximo domingo bastantes más diputados que el campo conservador y la razón está clara: la UMP del ex –presidente Sarkozy, empatada con el PS del presidente Hollande en torno al 35 por ciento de voto directo, no tiene apenas reservas ni socios, una vez tomada la juiciosa decisión de no llamar bajo ninguna circunstancia al voto útil al Frente Nacional.

El PS está en la mejor posición: ecologistas, frentistas y trotskistas le votarán en circunscripciones donde sus candidatos no han pasado el mínimo. Y son cientos… y parece que solo queda, en cierto modo, despejar la incógnita de si la ventaja llegará a ser de mayoría absoluta…