España se enfrenta a otro brote de la 'fiebre iPhone'

El iPhone 4S llega hoy a España. Lo hace tras originar un arrebato consumista en Estados Unidos donde fue lanzado hace dos semanas. Aprovechando el rebufo de la muerte de Steve Jobs, alcanzó tan solo en el primer día de ventas un millón de unidades, batiendo los récords de todos sus predecesores.

Un éxito que rompió el escepticismo reinante entre los analistas que, tras la presentación del 'smarthphone', lo vieron como algo insuficiente para las expectativas que habían creado. Incluye una serie de mejoras que van desde un procesador más potente hasta una cámara de ocho megapixels, pasando por la incorporación de dos antenas que permita descargar datos a 14,5mbps y enviarlos a 7,2. Además se ha prolongado la vida útil de la batería, capaz de soportar hasta ocho horas de conversación, entre otras cosas.

En cambio, el argumento que parecía sostener este nuevo estreno era la incorporación de Siri, una especie de mayordomo capaz de responder a comandos de voz para decirte que tiempo hará dentro de tres días o darte un disgusto al consultarte la cotización de tus acciones en bolsa. Pero por el momento, ni habla castellano ni lo entiende. No lo chapurrea y no lo hará hasta 2012, cuando los usuarios españoles puedan instalarlo mediante una actualización que podrá instalar en sus teléfonos.

Este asistente habla inglés, francés y alemán. Todavía es un poco duro de oído. Varias personas han emitido quejas a Apple en las que dicen que no reconoce ciertos acentos, especialmente los de Gran Bretaña, a los que responde, educadamente, que no es capaz de procesar la petición. Tampoco termina de orientarse, especialmente fuera de Estados Unidos, y ha dado varios fallos a la hora de pedirle que busque calles o lugares cercanos. Algo que entra dentro de lo común cuando una versión está en pruebas.

Estos problemas no han empañado el lanzamiento del iPhone 4S, al que la parroquia de Apple en Estados Unidos ha brindado una masiva bienvenida a pesar de los pronósticos. Es como si cientos de miles de fans quisieran hacerse con el teléfono a modo de reliquia del difunto Jobs. La estrategia de la compañía de Cupertino bien puede responder a la necesidad de poner en el mercado norteamericano un dispositivo con alguna novedad de cara a la prolífica campaña de Navidad. La maniobra parece haber funcionado y solo en su primer fin de semana en el mercado, ya logró vender cuatro millones.

Gratis al mejor postor

Las operadoras españolas han optado por ofrecerlo a coste cero, eso sí, previo compromiso de permanencia con una tarifa plana de las más altas de su catálogo. Es decir, que el mejor postor, el que más pague. Lo tendrá gratis. A partir de ahí, múltiples opciones que conjugan cuotas mensuales, portabilidades y puntos. Si se quiere libre, sin promesas ni contratos de por medio, la compra asciende a cantidades estratosféricas que rondan lo 600 euros.

Los efectos colaterales pueden traducirse en más ventas. El abaratamiento de las anteriores versiones hace que mucha gente, antes de hipotecarse durante varios meses, haya optado por esta opción. Al otro lado del océano, el modelo 3Gs y el 4 han rebajado su precio hasta los cero y los 99 dólares, respectivamente. La estadounidense AT&T ha informado de que el terminal más longevo de este smartphone ha experimentado una subida "tremenda" en las ventas, cuando muchos lo daban por muerto.

Además, los rumores del iPhone 5, que muchos dibujan en el horizonte de 2012, pueden frenar a algunos indecisos que se decanten por seguir con su terminal a la espera de algo más novedoso. "El secretismo de Apple crea un cierto vacío que, como todos sabemos, Internet aborrece -afirmó el ejecutivo de Apple, Peter Oppenheimer -y entonces lo llena de rumores".

Aunque la fiebre de 'la cepa 4S' poco tendrá que ver con la de su estreno en Estados Unidos o Reino Unido, se espera que los más fieles se arremolinen a las puertas de las tiendas para hacerse con su nuevo terminal. Telefónica optó por abrir su céntrica tienda de Gran Vía madrileña en plena noche para comenzar a satisfacer el deseo de los más impacientes.