ARTE

Brancusi y Serra, dos titanes cara a cara

El Guggenheim confronta la obra de dos escultores cruciales para la modernidad

BILBAO Actualizado: Guardar
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Les separa la dispar escala de sus obras y les une su persecución de la pureza formal y conceptual, la ambición de sus desafíos, y la enormidad de sus talentos. Constantin Brancusi (1876-1957) y Richard Serra (1938) son dos titanes de la escultura moderna que ha hecho viajes paralelos. Dos maestros sin discusión, protagonistas dos de las aventuras creativas más brillantes y apasionadas de los últimos cien años. Con piezas de escala muy desigual -muchas piezas de Brancusi pesan apenas uno kilos, las más de Serra varias toneladas- ambos genios se confrontan ahora en el Museo Guggenheim Bilbao. La muestra 'Serra-Brancusi' reúne medio centenar de piezas de ambos en la exposición más importante dedicada hasta ahora a dos de los escultores más relevantes del siglo XX y cruciales para la modernidad.

El Guggenheim se ha aliado con la fundación Beyeler de Basilea para esta excepcional muestra que recorre el viaje hacia lo primordial de estos dos genios de la escultura a través de medio centenar de obras que recorren más de un siglo, de 1906 a 2011. Es una ocasión única, ya que la muestra, con piezas nunca vista aquí, no viajará a ningún otro museo ni institución.

Nacido en Rumanía y afincado en París desde 1904, Brancusi, redujo las formas escultóricas a lo primordial y sentó las bases de la escultura abstracta si perder un ápice de capacidad expresiva.

Medio siglo más tarde, el estadounidense Richard Serra redefinió la escultura desde los logros de Brancusi haciendo lo propio con sus minimalistas y enigmáticas piezas de acero que seducen al espectador aunando monumentalidad y ligereza.

Oliver Wick es el comisario responsable de este portentoso 'matrimonio', un diálogo abierto entre la obra de dos gigantes que "han dejado una impronta dinámica en la historia del arte" y en un "ejercicio de libertad cambiaron para siempre el curso de la escultura moderna".

Influjo

La influencia de Brancusi es fundamental en Serra, príncipe de Asturias de las Artes y quizá el más grande escultor vivo. El estadounidense ganó una beca de la universidad de Yale para estudiar en París en 1964. Pasó varios meses visitando a diario el reconstruido taller de Brancusi, fallecido siete años antes. Serra dibujó, reflexionó y trató comprender a Brancusi en una experiencia lo marcó profundamente y lo encaminó hacia la escultura. El taller de Brancusi, plagado de formas, volúmenes y desafíos espaciales y formales, y sus procesos provocaron en Serra un efecto que describió como "un manual de posibilidades".

La obra posterior Serra se alimenta del singular y poderoso estilo de Brancusi, de sus esenciales y pioneras aportaciones, como la construcción de pedestales de varios componentes, la serialidad, el apilado o el corte como línea. Unos métodos que generan una escultura profunda y trascendental que supera la mera búsqueda de la belleza.

Brancusi-Serra no es una muestra exhaustiva. Su delicado y sutil montaje incardina los volúmenes escultóricos y las irregulares galerías del edificio de Frank Gehry, un espacio infinito en apariencia que interactúa y realza las magistrales obras de ambos artistas.

Treinta y tres piezas dispuestas en grupos temáticos jalonan el recorrido por el legado de Brancusi en una inédita retrospectiva de su obra. La selección abarca cuatro décadas y ofrece las claves de su universo plástico. De sus primeros logros a su madurez, viaja de las variantes de 'El beso' a las poéticas y delicadas 'Cabeza de niños', 'Musas dormidas' y los celebérrimos y sutiles 'Pájaros en el espacio'. No faltan piezas que epataron, como la 'Princesa X' en la que los bienpensantes vieron un falo, 'Adán y Eva' y la icónica y delicadísima 'Negra blanca' el súmmum de la economía expresiva.

La muestra recrea la indagación minimalista de un Brancusi que abandona lo superfluo y experimenta con los materiales, sus cambiantes superficies y su capacidad para reflejar o absorber la luz. Mármoles, yesos y bronces intercalados con yesos y maderas, mostrando cualidades esenciales de sus obras y de sus series.

Papel esculpido

Con 22 piezas magistrales, Richard Serra, mago del plomo, el hormigón o el acero, plantea otro viaje hacia lo sustancial en la forma y el concepto a través de nueve esculturas y una muy reciente serie de obras sobre papel con calidad escultórica de un negro profundo y sólido de 'Pesos alzados'. Se disfruta de la evolución de este prestidigitador del espacio a lo largo de cuarenta años, en una selección que va de sus tempranos experimentos con caucho, neones y plomo con la seminal pieza 'Cinturones' (1966-67) o 'Castillo de naipes' 1969), hasta sus descomunales planchas rectas de acero oxidado como 'Circuito' (1972), que divide un espacio cuadrado desde sus cuatro esquinas, o '1,2,3,4,5,6,7,8' (1987), que juega con la inversión de la definición de un punto central en el espacio o sus rectángulos de acero rugoso de ocho toneladas de peso titulados 'La consecuencia de la consecuencia'.

La curva es finalmente protagonista en las torsiones elípticas y espirales de la monumental 'La materia del tiempo', hito del arte actual, gran tesoro del Guggenheim y cima, sin duda, de la producción de Serra en el último cuarto de siglo.

Las delicadas cabezas de Brancusi enlazadas en 'El Beso' de 1907 que miran desde un balcón esta gigantesca instalación de Serra con ocho piezas y decenas de toneladas que ocupa desde 2005 la sala 104 del Guggenheim para la que fie creada y que se erige ahora en elemento central de la muestra.

Las obras de 'Brancusi-Serra' han sido cedidas por grandes colecciones particulares y museos internacionales, como el Solomon R. Guggenheimde Nueva York, el Fine Arts de Houston, el Philadelphia of Art, el Sheldon of Art de Lincoln en Nebraska, la Art Gallery de Ontario, el Georges Pompidou de París, el Muzeul de Arta de Craiova, el Stedelijk de Ámsterdam, la Staatsgalerie de Stuttgart, el Stiftung Wilhem Lehmbruck de Duisburgo y la Peggy Guggenheim Collection de Venecia.