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Nadal devora a Murray camino a la final

NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Sin llegar a su mejor nivel ni ser capaz de ofrecer peloteos tan excelsos como los dos contendientes de la semifinal previa, Rafa Nadal ya está en la final del Abierto de Estados Unidos. Porque fue capaz de doblegar a un rival como Andy Murray, número cuatro del mundo, con una facilidad pasmosa. Sin desgastarse más de la cuenta, el español se encontró este sábado un oponente que fue incapaz de ofrecer su mejor cara y al que le tiene tomada la medida. Las dos semifinales de Grand Slam previas que había jugado Nadal este año habían tenido el mismo oponente, el escocés, y un único resultado: la victoria del español. Y esta vez no fue distinto. El manacorense soltó su derecha cuando lo necesitó, fue muy constante desde el fondo de la pista y cerró el pase a la final después de tres horas y 24 minutos por 6-4, 6-2 y 3-6 y 6-2

El conocido método de desgaste del oponente de Murray, para así aprovechar las concesiones que le ofrecen, lo sufrió en sus carnes el español desde los puntos iniciales. Pese al convencimiento del británico por cortar el ritmo del de Manacor, no se atrevía a abalanzarse constantemente hacia la red como los rivales anteriores del número dos del mundo. Visto el escaso rendimiento de Roddick, Muller y Mahut, no parecía la mejor opción para superar al balear.

El duelo se movía entre la igualdad de los golpes de fondo y el poderío de los servicios. Después de desaprovechar cada jugador una bola de rotura, llegó el momento del mallorquín. Como suele ser habitual, cuando más sufre y peor está en el marcador, más elevado es su rendimiento. Tras levantar en el juego anterior la oportunidad de ‘break’ del británico, el pupilo de Toni Nadal no dejó escapar un 0-40 a su favor.

Los pequeños detalles decantaban la balanza. Diminutas concesiones de uno y otro que difícilmente podían ser aprovechadas. Pero ya se sabe que en esos momentos, cuando la tensión crece y la mentalidad de cada jugador debe sobreponerse a la de su rival, Rafa Nadal es el número uno del mundo. Y probablemente el mejor de la historia. Logrado ya su objetivo en el parcial inicial, la rotura del saque de su rival, no cedió con el suyo y se llevó el primer acto.

Superior en todo

Al poco de comenzar el segundo set, el partido parecía otro. Los primeros servicios abandonaron a Nadal y le pasó factura en forma de oportunidades al resto de Murray, que presionaba sin descanso. Pero el cuarto cabeza de serie se empeñó en regalarle los puntos de 'break' a su favor al balear. Con su mejor golpe, el revés, el escocés perdonó en demasiadas ocasiones. Y Rafa no lo hizo. Mejoró con el saque, le trituró desde el fondo de la pista y cerró una segunda manga que parecía ponerle con un pie y medio en la final.

Sin embargo, el británico resucitó. Contuvo sus errores no forzados, disparó el número de tiros ganadores y consiguió lo que no había logrado en todo el encuentro: una rotura de servicio. Logrado su objetivo, consumada su mejora en el juego y aprovechada una de las pocas oportunidades que ofreció el segundo cabeza de serie, el parcial no tardó en caer de su lado y así prolongar el encuentro un acto más.

La manga definitiva comenzó con un claro protagonismo de la fatiga. Los errores no forzados aparecieron con más asiduidad de lo habitual en ambos, especialmente en el escocés. Los servicios no herían de la misma forma y los peloteos se eternizaban cada vez más. Y en esos parámetros, el de Manacor es mejor jugador que Murray. El balear consiguió el ansiado ‘break’ y el partido se le puso cuesta abajo. Evitó relajaciones, apretó en los momentos claves, dominó todas las facetas del juego y zanjó su pase a una batalla que va camino de hacer historia en el tenis: el duelo entre Rafael Nadal y Novak Djokovic.