muy activo con 88 años

Incombustible Kissinger

El polémico Premio Nobel de la Paz y exsecretario de Estado con Ford y Nixon sigue más activo que nunca, acaba de publicar un libro sobre China, a la que ha vuelto a viajar 40 años después, y multiplica sus apariciones en radio y televisión

MADRID Actualizado: Guardar
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El más genuino representante de la política exterior estadounidense se resiste a abandonar el escenario. Con 88 años y aunque ya hace mucho tiempo dejó de dirigir la diplomacia de la superpotencia, Henry Kissinger mantiene viva y presente su característica voz de trueno para opinar sobre los nuevos rumbos de la política internacional. Acaba de publicar su último libro 'On China', convertido rápidamente en un 'bestseller' mundial, con el que ha ido recorriendo las principales cadenas de televisión y radio de Estados Unidos en una gira nacional e internacional que ha concluido con un viaje a Pekín.

Junto a sus evidentes logros en la política de deshielo con la URSS y la apertura a China, la figura del exsecretario de Estado no puede desprenderse de la mancha de haber apadrinado una gran variedad de dictaduras iberoamericanas con flagrantes y terribles violaciones de los derechos humanos. Su papel en el golpe de Pinochet en Chile y en la operación Cóndor parece innegable. Eran los tiempos del 'patio trasero' de EE UU y de la Escuela de las Américas donde Washington modelaba a los militares y torturadores que marcaron una época terrible en el subcontinente. En plena Guerra Fría, Kissinger consideraba que la defensa los intereses de Estados Unidos no admitía matices y prevalecía sobre cualquier otro valor.

En su papel de analista, el exsecretario de Estado también ha sido muy controvertido: desde los que le atribuyen un desenfoque perpetuo de la realidad internacional a los que le consideran una especie de arúspice del devenir mundial. Quizá no sea lo uno ni lo otro, pero sus opiniones y enfoques vienen avalados por una experiencia en las relaciones internacionales que probablemente nadie tenga en la actualidad. Su impronta en la política exterior de EE UU, aunque aquilatada por la evolución de los acontecimientos, se mantiene todavía muy viva. De ahí que sus juicios tengan el valor añadido de compartir de forma importante el modo con que Washington divisa el horizonte mundial.

Relaciones EE UU-China

De su último libro resultan especialmente interesantes sus apreciaciones sobre la relación entre China y Estados Unidos, que, a su juicio, definirán el orden mundial de las próximas décadas. Kissinger llama la atención sobre el hecho de que "un proyecto explícito de Estados Unidos para organizar Asia atendiendo sobre todo la contención de China o la creación de un bloque de Estados democráticos en una cruzada ideológica es poco probable que tenga éxito, en gran parte porque China es un socio comercial imprescindible para la mayoría de sus vecinos. Del mismo modo, un intento chino de excluir a Estados Unidos de los asuntos económico y seguridad de Asia enfrentará una dura resistencia de casi todos los otros Estados asiáticos, que temen las consecuencias de una región dominada por una sola potencia". Su recomendación es que aunque el pulso entre ambas potencias es ineludible, deben perseguir sus imperativos nacionales en cooperación cuando sea posible y ajustar sus relaciones para minimizar conflictos que, indudablemente, deberán afrontar.

En el libro se recoge el argumento de Immanuel Kant según el cual la paz perpetua llegará finalmente al mundo, aunque de una de estas dos formas: por la visión y voluntad humana o por los conflictos y las catástrofes de una magnitud tal que dejen a la Humanidad sin otra opción. A juicio de Kissinger, estamos ante esa coyuntura.