Los jugadores del Barcelona celebran su primer gol en el partido frente al Real Madrid. En primer término, difuminado, Jose Mourinho, entrenador del equipo blanco./AP Photo/Victor R. Caivano
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La tercera de Guardiola, dedicada a Mourinho

El Barça ha mejorado su juego y Messi sus números, pero la motivación de superar al técnico portugués cohesionó como nunca al grupo

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"Existe una tendencia natural a dejarse ir un poco tras haber ganado tantas cosas, pero estos jugadores son maravillosos y han mantenido el nivel y la intensidad otra temporada más". La frase es de Pep Guardiola, que como ex futbolista del Barça sabe lo fácil que es dormirse en los laureles. Y más en un club en el que históricamente los ciclos de éxitos han sido relativamente cortos.

Empacho de títulos, cansancio post-mundial, plantilla corta, cadena de lesiones en la defensa, rumores de todo tipo... Han sido muchas las amenazas, pero una motivación extra ha ayudado al grupo: Jose Mourinho. La estrategia mediática del técnico del Real Madrid para desestabilizar a su máximo rival produjo un efecto contrario. El vestuario azulgrana se unió para hacer frente en el campo a las indirectas y a las provocaciones del entrenador portugués. Contra su verborrea, el balón. Y el resultado ha sido la tercera Liga consecutiva desde que Pep Guardiola llegó al banquillo en el verano de 2008.

Después de conquistar siete títulos en sus dos primeras temporadas (dos Ligas, una Copa del Rey, una Liga de Campeones, un Mundial de Clubs, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España), el técnico azulgrana ya contemplaba la campaña 2010-11 con una cierta intranquilidad que aumentó después de que la selección española ganara el Mundial de Sudáfrica con ocho de sus titulares.

Víctor Valdés, Piqué, Puyol, Xavi, Iniesta, Villa, Sergio Busquets y Pedro no se incorporaron al trabajo tras sus merecidas vacaciones hasta una semana antes de que arrancara la competición.

Llegaron a tiempo de ayudar a remontar al Sevilla en la vuelta de la Supercopa española (4-0 tras el 3-1 del Sánchez Pizjuán) para cerrar el octavo título de diez disputados en la 'era Pep'. Pero debieron hacer una especie de 'pretemporada' paralela a los compromisos oficiales interrumpida además por dos inoportunos 'bolos' de la roja en México y Argentina. Todo eso se tradujo en un 0-2 ante el Hércules en el Camp Nou en la segunda jornada de Liga que parecía confirmar que al Barça le iba a pasar factura física y psicológica el empacho de títulos. En los círculos desde los cuales se ha intentado bombardear el barco azulgrana no se tardó en hablar de fin de ciclo.

Pero el cuerpo técnico azulgrana y los jugadores barcelonistas acabaron encontrando estímulos para superar todos los contratiempos y proclamarse campeones de Liga por tercera temporada consecutiva.

Y la principal motivación de todo el grupo, aunque Pep Guardiola no se atreverá a reconocerlo en público, ha sido ganar para cerrar la boca de Jose Mourinho.

Viejos estímulos

La animadversión viene de lejos, posiblemente de cuando era entrenador del Chelsea, pero se recrudeció en las semifinales de la pasada Liga de Campeones, cuando Mourinho ya recurrió al árbitro noruego Ovrebo en el túnel de vestuarios de San Siro para replicar a Xavi, que tras el 3-1 favorable al Inter le invitó a quejarse de la labor de su compatriota y amigo Benquerença. En la vuelta, calentada y recalentado por Mourinho fiel a su estilo, el 1-0 no le bastó al Barça y el entrenador portugués saltó al césped para celebrar el pase a la final con el brazo levantado en lo que muchos entendieron como una provocación, especialmente Valdés, que le hizo un placaje.

Al poco tiempo, cuando la selección ya estaba de 'stage' premundialista, se confirmó el fichaje de Jose Mourinho por el Real Madrid. Y lo primero que dijo en público Xavi al respecto fue significativo: "Mourinho nos motivará más". Y así ha ocurrido durante toda la temporada. En los compases iniciales de la Liga, cuando criticó a Villa porque no marcaba goles o cuando acusó al Sporting de alinear a su equipo suplente ante el Barça o criticó a la Federación por dar más días de descanso al equipo azulgrana (siempre según la visión de las cosas del luso), todos los jugadores se conjuraron para vengarse deportivamente, sin entrar en una batalla verbal de descalificaciones.

Tras aquel tropiezo ante el Hércules, poco a poco el Barça fue sacando adelante sus partidos con más profesionalidad que brillo.

Pero el punto de forma llegó en noviembre, más tarde que en otros equipos por esa pretemporada tardía, justo a tiempo de Barça-Madrid. Y lo que sucedió en el Camp Nou aquel lunes 29 de noviembre dio la vuelta al mundo. No sólo por el 5-0, que ya se había dado para los dos conjuntos en la década de los 90, sino por el baño apabullante que le dio el conjunto azulgrana al merengue con goles de Xavi, Pedro, Villa (2) y Jeffren. Fue un homenaje al fútbol del que se hizo eco la prensa deportiva más prestigiosa del mundo en sus portadas.

Hay quien cree que la Liga se acabó aquel día. Y quizás no le falte razón viendo como Mourinho planteó el partido de la segunda vuelta. Todavía con opciones de colocarse a cinco puntos e intimidar al conjunto de Guardiola, apostó en el Bernabéu por un ensayo de la final de la Copa o de las semifinales de la Champions League. Usó un sistema ultradefensivo para acabar el encuentro 1-1.

El Barça celebró el empate en el césped porque los ocho puntos de ventaja se mantuvieron. Y efectivamente, la Liga acabó cayendo por inercia.

Pero sería injusto enfocarlo todo hacia Mourinho. "El Barça ha jugado en algunas fases de la temporada el mejor fútbol desde que estoy en el banquillo", ha dicho Guardiola. Y, ciertamente, ha habido partidos de una belleza excepcional de la mano de un trío de jugadores que no dejan de crecer. Iniesta, tras el gol del Mundial, ha realizado una temporada soberbia, incluso en el aspecto físico donde siempre ha tenido carencias en forma de lesiones. Xavi mejora con los años, que ya es difícil. Y Messi ha vuelto a demostrar que es el mejor jugador del mundo, explotando la demarcación de falso '9' que ha inventado para él Guardiola. Más de 30 goles y más de 20 asistencias le colocan en otra dimensión. Este año, además, se ha beneficiado del fichaje de Villa, quien, a diferencia de jugadores más egocéntricos como sus antecesores en el puesto de delantero centro como Eto'o o Ibrahimovic, sí ha aceptado con humildad trabajar para el argentino, abriéndole el campo o arrastrando defensas a costa de perder efectividad de cara a portería. El Guaje es el mejor ejemplo de que la fuerza del Barça es el grupo, un colectivo con una individualidad que marca las diferencias como Messi, claro está.

El reto es ahora ganar la cuarta Liga consecutiva, algo que en la historia del Barça sólo ha logrado el 'Dream Team' de Johan Cruyff entre 1990 y 1994. Calidad tiene sobrada el conjunto azulgrana para conquistarla, pero si a los jugadores les falta un estímulo, sólo tienen que recordar la famosa rueda de prensa de Mourinho tras la ida de la semifinal de la Liga de Campeones...