golpe al terrorismo internacional

Víctimas del 11-M frente a la muerte de Bin Laden

Alivio, miedo, indiferencia, ansia de justicia... Así reciben la noticia de la muerte de Bin Laden las víctimas del mayor atentado en la historia de España

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Osama bin Laden ha muerto. El líder de Al Qaida, el ideólogo del terrorismo masivo, el monstruo que dictó o inspiró el atentado de las Torres Gemelas, las bombas de los trenes de Atocha, la matanza de Londres... el tipo, en fin, que ha envenenado nuestros sueños en la primera década del siglo XXI ha caído fulminado por un comando estadounidense. Cuando el presidente Barack Obama anunció su muerte, muchos ciudadanos estadounidenses salieron a la calle para celebrar, eufóricos, la noticia.

Entre las víctimas españolas del 11-M, la contención ha sido mayor. Aunque reconocen haber esbozado una sonrisa de alivio al conocer el destino fatal del megaterrorista, ninguna cree que su desaparición vaya a significar el final de la amenaza islamista. Y todos sienten que aquel 11 de marzo de 2004, a las siete y media de la mañana, se les abrió una herida profunda y sangrante que nada podrá jamás cauterizar. Ni siquiera la muerte del fanático barbudo que, a miles de kilómetros de distancia, reivindicó el mayor atentado de la historia de España: 192 muertos y casi 2.000 heridos que viajaban en cuatro trenes de la red de cercanías de Madrid.

JESÚS RAMÍREZ LA EXPLOSIÓN EN ATOCHA LE CAUSÓ HERIDAS GRAVES

«He sentido alegría, pero hubiera querido verlo ante el juez»

Jesús Ramírez todavía nota la metralla dentro de su cuerpo. Maquetista de profesión, el 11 de marzo de 2004 tomó, como siempre, uno de aquellos trenes que llegaban a la estación de Atocha. De pronto, sintió una explosión y saltó por los aires. Salió vivo, pero con múltiples heridas. «Físicas y mentales», subraya. « La parte derecha de mi cuerpo está aún magullada y aquel día -confiesa- es una presencia continua. Diariamente. En todo. No estoy recuperado, pero lo intento superar». Ya no puede trabajar y tampoco jugar al tenis, su gran afición.

Ramírez recibió la noticia de la muerte de Osama bin Laden con una doble impresión: «Por un lado, he sentido cierta alegría. Está bien que a todos los asesinos les llegue la hora de la justicia. Pero, por otro lado..., a estas alturas del siglo XXI me hubiera gustado mucho que lo hubieran detenido, encarcelado y juzgado. Hubiera querido verle ante un juez». Desde que sufrió el atentado del 11-M, el líder de Al Qaida no ha estado en sus pensamientos. Jesús Ramírez no se ha obsesionado con el rostro torvo de Osama: «Mi deseo es que se acabe con la violencia. Y, para mí, Bin Laden no es lo principal; lo grave es que, detrás de él, haya personas que lo apoyan. Él ha muerto. Bien. Pero supongo que ahora hay ya 50 tíos esperando para sustituirle».

PILAR MANJÓN PERDIÓ A SU HIJO DANIEL. PRESIDE LA ASOCIACIÓN 11-M AFECTADOS POR EL TERRORISMO

«Osama me pilla lejos. El asesino de mi hijo está en Marruecos»

Desde hace siete años, Pilar lleva una cruz imposible de soportar: los terroristas mataron a su hijo Daniel, de 20 años, cuando iba a clase (cursaba segundo de INEF). Su rostro se volvió popular al presidir la Asociación de Víctimas del 11-M. Como Jesús Ramírez, reconoce haber recibido la noticia del asesinato de Osama con una «sonrisa agridulce». «Ojalá con la muerte de este monstruo hubiéramos acabado con el terrorismo, pero no es así», puntualiza. Pilar se ha enterado pronto de la noticia del día: a las siete de la mañana, otra víctima del 11-M le llamó para comentárselo. «Digamos que he sonreído, pero con escepticismo y amargura. Supongo que cualquier otro iluminado tomará el relevo y seguirá dando órdenes de muerte».

Tampoco Pilar Manjón se había obsesionado con la captura del asesino saudí. «Era casi una entelequia. La noticia nos ha pillado ahora por sorpresa, pero yo sabía que en cualquier momento Estados Unidos podía matarlo. Osama era para nosotros un referente demasiado lejano. Para superar el trauma, nos ayudaría mucho más que Marruecos extraditara a los culpables del 11-M que aún están allí o que, cuando salga de la cárcel en Italia, El Egipcio comparezca ante los tribunales españoles. Al Qaida es un conjunto de células más o menos inconexas. Supongo que Bin Laden estaba al tanto o dio la orden, pero el asesino de mi hijo está en Marruecos». Por eso, Manjón pide a España que «se replantee» algunas «amistades peligrosas» con aliados tan turbios como Pakistán o incluso el vecino reino de Mohamed VI.

ARACELI CAMBRONERO ACABABA DE DEJAR A LOS CRÍOS CON LA ABUELA CUANDO PENSÓ QUE «ESTABAN BOMBARDEANDO MADRID»

«Ahora tengo más miedo. ¿Qué pasará después de esto?»

«¡Ahora tengo más miedo!», asegura con un nudo en la garganta. No lo puede evitar, siente que se ahoga. Y en cuanto se recupera, añade con tono firme: «Ahora nos tocará sufrir de nuevo. Lo sé, lo sé...». Lleva siete años bajo tratamiento psicológico pero se muestra tan indefensa como aquella mañana, de cielo encapotado, cuando acababa de dejar a los críos con su abuela y el mundo saltó por los aires en la estación de Atocha. «Creía que estaban bombardeando Madrid. Eché a correr y no paré. Hasta el mediodía estuve corriendo. De aquí para allá, de aquí para allá...».

Araceli Cambronero tenía 36 años y ahora, al conocer la muerte de Bin Laden, «parece que no ha pasado el tiempo». Se empeña en salir adelante -tras superar un divorcio, el despido de su empresa y un cáncer de mama- pero no puede librarse de «la amenaza». Ni ella ni su familia.

Sus hijos le imploran que no hable «de política» y sobre todo que ni se le ocurra mentar al difunto cabecilla de Al-Quaida. Los chavales tienen 10 y 8 años, «son maravillosos y buena gente» pero desconfían. Igual que la madre. «Es que, mira, siempre pagamos los mismos. Yo no voto desde el 11-M porque los políticos viven en su mundo. Toman decisiones y, luego, sufrimos los demás. ¿Qué pasará después de esto?».

JUAN PRIETO NO SOPORTA LA IDEA DE QUE SUS NIETAS «NO HAYAN TENIDO LA OPORTUNIDAD DE DECIR 'PAPÁ'»

«Me da casi igual. Nadie nos devolverá a Miguel Ángel»

Tiene dos nietas, de 9 y 7 años, que no han tenido oportunidad de agarrarse al cuello del padre y sentir que en este mundo nada les hará daño porque hay un hombre que bebe los vientos por ellas. Al abuelo, Juan Prieto, se le llenan los ojos de lágrimas «porque no es justo, no es justo». Su hijo se llamaba Miguel Ángel Prieto Humanes, era ingeniero de Telecomunicaciones y todos los días cogía el Cercanías para ir a Madrid. Vivía en el pueblecito toledano de Villaluenga de la Sagra y lo que más le gustaba era revolcarse en la alfombra con las pequeñas, que entonces tenían poco más de dos años y tres meses respectivamente.

En la estación de Atocha perdió la vida y ahora su recuerdo llena «todo el corazón» de un jubilado que hace tiempo dejó de escuchar música. Ni siquiera salsa, que tanto le gustaba. «Tampoco me apetece ir al pisito que me compré en la costa». Quizás -piensa sin demasiada convicción- encuentre «alguna motivación a medida que transcurran los años». Pero todavía no, ni siquiera la muerte de Bin Laden puede aliviar su pena. «No siento nada, he leído la noticia en Internet y me da casi igual. No dudo que está bien porque hizo mucho daño pero, en último término, ¿en qué nos beneficia a nosotros? Nadie nos devolverá a Miguel Ángel».

MARÍA ÁNGELES PEDRAZA SU HIJA MYRIAM FALLECIÓ EN ATOCHA. PRESIDE LA ASOCIACIÓN DE VÍCTIMAS DEL TERRORISMO

«Algunas víctimas me han dicho que hoy dormirán mejor»

Las bombas de la estación de Atocha dejaron en el alma de María Ángeles Pedraza un horrible hueco de nostalgia y aflicción: en esos trenes de cercanías viajaba, como siempre, su hija Myriam. Era delineante, pero trabajaba como contable en una empresa. Tenía 25 años. Ya no la volvió a ver más. Ahora, María Ángeles preside la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y reconoce que ha recibido con una sonrisa la muerte de Bin Laden: «Debo ser sincera con mis sentimientos y confesar que mi primera reacción ha sido de alegría. Alegría porque ha muerto un asesino de miles de personas. Luego, en frío, quizá reflexionas que es triste celebrar la muerte de una persona, pero mi primer sentimiento ha sido ése».

María Ángeles ha querido superar -si eso es posible- la muerte de Myriam dedicando todo su trabajo y esfuerzo en favor de las víctimas del terrorismo, pero la suerte de Osama no le ha distraído ni un minuto: «No pensaba en ello. Yo cada mañana intento mirar al futuro. Jamás me he levantado con el deseo de su captura o de su muerte. Yo me levanto y trato de trabajar para que Bildu no esté en las instituciones o para que no se repitan los atentados del 11-M. Siempre con actitud positiva». Pero María Ángeles confiesa que hay muchas víctimas que hoy descansarán mejor: «Me han llamado para decirme que se sentían aliviadas. Que ellos identificaban a Bin Laden con el asesino de sus familiares y que, ahora, por fin podrán dormir».

La presidenta de la AVT anima a las autoridades a estar ojo avizor. «Esto no se ha acabado», advierte. «Es más, estoy segura de que ahora hay que estar más alerta que nunca. Hablamos de gente que no tiene escrúpulos, a los que ni siquiera importa morir para matar. Por eso los estados deben estar más alerta que nunca, para evitar represalias».

ISIDORO ZAMORANO POLICÍA NACIONAL (CEP) QUE SOCORRIÓ A LAS VÍCTIMAS EN LA ESTACIÓN DE EL POZO

«¡Uno menos! Ahora hay que seguir golpeando»

Isidoro Zamorano fue uno de los primeros polícias nacionales en socorrer a la gente que gritaba, corría y se agarraba a las vallas de la estación de El Pozo. Era su día libre y, en principio, le esperaba una jornada tranquila. Una ilusión que saltó en mil pedazos «al ver el horror en que se había convertido Madrid». Se le ha quedado grabada esa jornada, como otras muchas -siempre demasiadas- que le tocó sufrir en sus cinco años de servicio en el País Vasco entre 1985 y 1990. Conoce muy de cerca el terrorismo, por eso no vacila en aplaudir la desaparición de Bin Laden.

«¡Uno menos! Eso es lo primero que me viene a la cabeza. Se ha tardado pero, bueno, se ha conseguido. No me alegro de su muerte pero sí de su neutralización como enemigo. ¡Se lo debemos a las víctimas! Es la única compensación moral que les podemos ofrecer», reflexiona sin titubear. Y ante el panorama internacional que ahora se presenta, respira con alivio contagioso: a este funcionario de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad no le cabe la menor duda de que «estamos en ventaja y ahora más que nunca hay que seguir golpeando». La clave está en no cantar victoria y mantenerse en guardia las 24 horas.

No tiene que darle muchas vueltas para verlo claro: la confusión y desbandada que van a sufrir en breve los fundamentalistas islámicos «les hará 'abrir' su defensa y eso permitirá comerles todavía más terreno». Un optimismo al que se aferra con fuerza, porque está convencido de que es el único camino. No hay manera de dar marcha atrás y borrar las cicatrices de las víctimas «pero, al menos, nos queda la resistencia, la lucha entre todos para salir adelante. No debe de vencernos el miedo. Eso nunca».