TRIBUNALES

Juan Márquez: «Fui a socorrer a mi niño»

El presunto parricida de Ubrique clama su inocencia al final del juicio mientras que las acusaciones creen que se ha demostrado totalmente que asesinó a sus dos hijos

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Juan Márquez quiso mantener su versión (la última, ha dado tres) hasta el final este viernes. Y así lo hizo antes de que terminara el juicio que se ha celebrado contra él durante seis días en la Audiencia Provincial de Cádiz. «Yo no lo hice. Fui a socorrer a mi niño», afirmó entre sollozos al jurado que a partir de este próximo lunes tendrá que decidir si es o no un parricida. Si la madrugada del 6 de octubre de 2014 acabó «con extrema violencia» con la vida de sus dos hijos, Laura, de 19 años, y Juan Pablo, de 17.

Y de nuevo, lejos de reconocer los hechos, el acusado se aferró a su teoría de los dos cuchillos.

Es más, rogó que se buscara ese segundo arma en el que, según él mismo sostiene, aparecerían las huellas y la sangre de los niños y se podría probar que se mataron entre ellos. Esta posibilidad ha sido descartada por todas las investigaciones y las periciales practicadas. Por último, el acusado insistió en que él no cerró la puerta al salir huyendo del piso, como dijo «en estado de shock» al ver lo sucedido, y por ello, suplicó entre lágrimas y balbuceos que se examine bien el cerrojo.

Antes de su derecho a la última palabra, las partes elevaron a definitivas sus calificaciones. Por su parte, el Ministerio Fiscal se ha mantenido en la petición de 42 años de cárcel para el procesado por dos delitos de asesinato con los agravantes de alevosía y de parentesco, además de otros dos años por abandono familiar. El fiscal no ha contemplado finalmente el ensañamiento al considerar que todas las heridas que el procesado le causó a los niños las hizo con «intención clara de matarlos» sin que se recreara en un daño añadido. Por su parte, las acusaciones, tanto la particular, que representa a los familiares de las víctimas, como la popular, del Ayuntamiento ubriqueño personado en la causa, sí estiman este ensañamiento en el caso de Laura, no en el de Juan Pablo, que pudo morir más rápido por la gravedad de dos de sus heridas, por lo que elevan la solicitud de pena a 47 años.

 En contra, la defensa de Juan Márquez mantuvo la petición de la absolución por voluntad exclusiva de su representado, pero incorporó dos calificaciones alternativas por si fuera considerado culpable. Una de homicidio, que en caso de ser estimada contemplaría la alteración mental y su posible ingreso en un centro psíquico por el tiempo de la condena, y otra segunda, el homicidio con un eximente de obcecación y reparación del daño que, de prosperar, dejaría la condena entre doce años y medio y cinco de prisión.

«Les quitó la vida y su memoria»

En sus conclusiones, todas las partes hicieron mención a la dureza del procedimiento y agradecieron a los miembros del jurado su entereza y generosidad al haber soportado sesiones tan cruentas. «Este juicio debe de servir de recuerdo a los niños», les decía el fiscal quien visiblemente emocionado se refería a Laura como una persona «valiente», que puso ante todo a su hermano, hasta que «un ser despreciable, ruin y cobarde les arrebató no sólo la vida, sino también el recuerdo y el honor diciendo que se habían matado entre ellos».

El Ministerio Público hizo un repaso de los hechos y destacó en primer lugar, la «frialdad del ánimo» del procesado, capaz de cerrar la puerta con llave antes de marcharse con sus dos hijos muertos. En cuanto al abandono familiar, recordó que el propio Juan Márquez había admitido que «optó voluntariamente por desatenderlos» debido a que no aceptaban a su pareja, una circunstancia que para la acusación fiscal quedó acreditada en las grabaciones que su hija le hizo.

En cuanto a la madrugada del crimen, el Ministerio Público puso de relieve el hecho de que el cuchillo no estuviera en el armero sino que lo guardara en su armario. También que supiera matar, ¿alguna vez han visto matar un animal?, preguntaba a la sala. «Se hace igual, con una puñalada en el cuello», lamentó. Para el fiscal, durante la vista el procesado ha hecho «un teatro esperpético». «En los dos años que ha estado en prisión habrá pensado que su primera versión no era consistente», afirmó.

Según añadió se trata de un «claro ejemplo» de asesinato con alevosía, «se valió de un cuchillo capaz de asegurar la muerte y sin que se pudieran defender puesto que estaban durmiendo». Además, fue una alevosía sobrevenida–no pudieron esperar lo que iba a ocurrir– y doméstica, por quebrantar la convivencia pacífica.

Por su parte, para las acusaciones ha quedado suficientemente acreditado el abandono familiar, «tenía patrimonio para la operación de cirugía de su pareja pero no para llenar la nevera», afirmó el abogado de la familia Estanislao Naranjo quien añadió que a pesar de tener un trabajo con un salario mensual se negó a mantener a los niños «para que admitieran su relación». «No le importaba darles de comer ni tampoco si alguien les daba».

Sobre los hechos destacó las contradicciones mantenidas por el acusado durante todo el curso judicial. «Fue cambiando su versión cuando vio la que se le venía encima», pero, a su entender, no se sostiene porque, entre otras cuestiones, ni hay sangre en la cocina, ni el niño encendió la luz, ni nadie encontró la llave. En cuanto a la alevosía la dio como clara, y sobre el ensañamiento, ambas acusaciones, también la popular, se sustenta en que si sabía matar porque era un experto matarife, no le fue necesario dar una veintena de puñaladas a Laura, a la que tenía «inquina». «Con ella no fue certero pero cabe que no fuera la resistencia que le puso sino que quisiera causarle un daño añadido», apostilló el letrado del Consistorio ubriqueño.

Por último, la defensa volvió a insistir en la dificultad de haber representado a Juan Márquez, dado en el turno de oficio. Aún así explicó la teoría del acusado de que todo ocurrió a raíz de una pelea entre los hermanos porque Laura había robado el oro. Al escucharlos, salió y presenció como los hijos se asestaban entre ellos las puñaladas aunque intentó evitarlo y luego escapó del lugar «en estado de shock». Según precisó, no ha existido ningún testigo directo de los hechos, los restos biológicos son normales en una casa donde vive y el ADNen su cuerpo y en su ropa se deben a su intermediación fallida.

Además, mantuvo una segunda teoría en la que aseguró que su cliente, «superado por los hechos», quiso dar un «susto» a Laura sin querer «llegar al extremo que llegó», por lo que solicitó para él el homicidio y no el asesinato y el eximente de perturbación mental. «Nadie en sus cinco sentidos mata a sus hijos».

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