El fuerte olor a humo les obligó a trabajar con mascarillas.
El fuerte olor a humo les obligó a trabajar con mascarillas. - A. VÁZQUEZ
INCENDIO HOSPITAL DE JEREZ

Trabajo a contrarreloj en cocinas: agua, bayetas y desayunos a las 9

El departamento de hostelería del Hospital de Jerez se coordinó para atender a pacientes y emergencias a pesar del incendio y no dejar a un lado sus obligaciones diarias

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En un hospital son muchas las piezas que tienen que encajar, que deben de estar en su justo sitio para que se pueda dar el siguiente paso y que todo vaya según lo establecido. El mecanismo no puede fallarle al sistema, no hay apenas espacio para el error porque, ante todo, al otro lado hay seres humanos. Por ese motivo, un incendio en un hospital tiene la transcendencia obvia que se le presume. Hay que huir del peligro en un sitio donde continuamente se evita. El fuego declarado en un almacén de Urgencias afectó principalmente los servicios de Radiología y del Hospital de Día Quirúrgico pero el denso humo y el agua para su extinción se colaron también en la cocina.

En esta zona, al mediodía de este martes, todavía el olor a plástico quemado era intenso y todo el personal trabajaba con mascarillas para no sufrir intoxicaciones. Pero el trabajo no podía parar. Los desayunos tenían que salir en hora, pasara lo que pasara. Y después la comida, y la cena, y el desayuno...

«Cogimos un microondas que teníamos, lo sacamos y empezamos a calentarle café y té a la gente»

Cati Jiménez, responsable de hostelería del hospital, no paró ni un momento. «Me llamaron de madrugada y me vine para acá», contaba. Ella, el jefe de cocina y la responsable de catering fueron los primeros en evaluar la situación en cocinas. «Cuando nos dejaron pasar estaba todo negro, lleno de hollín y con un olor a quemado insoportable». El fuego se había producido justo arriba y el agua y el polvo también se habían colado en sus dependencias. «Nos pusimos a fregar desde las cinco y todavía seguimos, el polvo en suspensión ensucia todo lo que limpiamos».

Entrega sin quejas

Pero por encima de todos los obstáculos, todo el personal de hostelería se puso manos a la obra sin excusas ni quejas. «La respuesta ha sido magnífica por parte de todos absolutamente. ¡Incluso hay quien se ha enfadado porque no le hemos llamado! En casos así la gente se entrega de manera especial y se agradece muchísimo», contaba orgullosa.

«Sacamos un microondas casero que tenemos fuera y nos pusimos a calentar cafés y tés para la gente». «Ha sido impresionante. Todo el mundo trabajando a una».

«La respuesta ha sido magnífica. ¡Hay quien se ha enfadado porque no le hemos avisado!»

De repente se abre la puerta. «Cati, las bandejas que limpiamos vuelven a estar sucias, ¿qué hacemos? ¿cómo sacamos la comida?», preguntan. «No se vuelven a limpiar. No hay tiempo. Hay que pedir las desechables. Retrasaremos el servicio y no lo sacamos hasta media hora antes para que la comida no se enfríe. Díselo a todos».

El trasiego en la plancha y los fuegos es el de todos los días pero, hoy llevan mascarillas, y hay muchas fregonas y bayetas que no paran de limpiar cada rincón. Hay que evitar cualquier riesgo de contaminación. «Si aquí hay que tener mucho cuidado siempre, imagínate cuando pasa algo así».

Cati, como alguno de sus compañeros, lleva unas doce horas trabajando y todavía no sabe cuándo podrá irse a dormir. 700 menús de pensiones completas tienen que salir. Sí o sí. Como cada día. El estómago no entiende de fuegos. «Bueno, de momento vamos bien. Hemos tenido que retrasar el desayuno media hora. En vez de a las ocho y media se ha sacado a las nueve». Todo un éxito si se echa un simple vistazo y se ve la entrega de cada uno de los profesionales del equipo. «¡Esto parece Masterchef!», bromean.

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FOTOS: ASÍ QUEDÓ LA ZONA AFECTADA

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