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Las 13+1 mejores tapas en Cádiz

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Los mejores bares para tapear en Cádiz. Las mejores tapas de Cádiz. Qué fácil de escribir. Qué difícil de definir. Imposible convencer ni acordar. Esto de las listas, de lo que sean, tiene tanto encanto como trampa. A todos nos gusta ver las de los otros más para irritarnos con las omisiones que para celebrar coincidencias. Están basadas en la arbitrariedad y la casualidad, por eso son divertidas. Hay tantas como personas y un mismo autor sería capaz de hacer varias distintas en una sola semana, según el estado de su humor y su memoria, según su experiencia reciente y preferencias. Si al autor de la clasificación no le gusta el queso, como es el caso, arrastra una limitación que le desautoriza ante, por mantener el ejemplo, los quesófilos del mundo.

Estas contradicciones se dan aún más en el tapeo, sublimación, ampliación cualitativa por reducción cuantitativa, de algo tan personal y necesario como comer. Pero con sentido festivo. Festero. Pero de algo hay que morir. Tendremos que jugar a algo y esto de intercambiar lugares o platos favoritos tiene su aquel. Siquiera para decir que al menú que se propone le falta elaboración, sal, gracia y encanto, aunque sea para ponerlo a parir.

Aquí va una actualizada con trece sugerencias (y un postre) para el otoño de 2014 en Cádiz, con las aperturas recientes y las querencias de siempre, con modernos, clásicos, canallas, humildes, lujosos, noveleros y eternos. En el Casco Antiguo y en Extramuros. Sin orden de preferencia, un show de tapas (como se llamaba un local ya desaparecido) que cada cual puede programar a su capricho, como si fuera una película descargada en el ordenador.

1 .- El Laurel. Vanguardia de las tapas tradicionales. De los pocos bares de Cádiz que satisface por igual a la abuela, a su hijo y a la nieta. Recetas de siempre cocinadas con primor, subidas a una de las pizarras más completas y hermosas de la ciudad. Atención seria y amable. Precios sensatos. Hay que tirar por guisos, por pescado y carne. Tapas serias que estamos en un templo disfrazado de humilde casa de comidas. Obispo Urquinaona esquina con Doctor Dacarrete. Centro. A 20 metros de la Plaza Candelaria. (Apenas a 50 metros, también en Doctor Dacarrete, el Minibar, parecida filosofía con menor tamaño, aún más humilde, en cuanto a local y oferta).

2 .- Código de Barra. La cocina ecléctica e internacional, creativa y curiosa de un holandés afincado en Cádiz. León Griffioen tiene una legión de seguidores tras su paso por varios restaurantes y parece afianzado en este pequeño local. Carpaccios imposibles, ensaladas impensables y pescados de la tierra escoltados como nunca. Como todos los genios, claro, tiene días y días. Como te toque uno bueno... Plaza de Candelaria. Centro de Cádiz. Con Terraza. Por la calle Sacramento arriba, junto a Torre Tavira, El Garbanzo Negro, una gastrotaberna cabal con muchos partidarios.

3 .- Rincón Gastronómico del Mercado Central. Cada vez mejor equipado y con más variedad, ya tiene hasta taburetes, qué detalle. Hay un surtido importante de puestos especializados así que cada uno tira a lo suyo. Apuestas seguras son Dos Bocados (no te pierdas el montadito de tarantello de atún, o el de barriga, con salsa casera), con las empanadas criollas de Argendarte (para estómagos fuertes) y con los salmorejos, flamenquines y guisos del día de la muy cordobesa Tapería de Lula. También La Sartén (especializada en revueltos y tortillas). Para combinar, el mejor surtido de cervezas con Gades Beer. Incluso en jarras de medio litro (pero hay que pagar fianza que valen unas perras). En 50 metros a la redonda, comida marroquí, suramericana, italiana, sushi, brasería de carne, quesos del mundo y delicias vejeriegas también.

4.- Quilla. La terraza con las mejores vistas a La Caleta de toda Eurasia Occidental desde los fenicios hasta ahora. Y con una cocina que no deja de crecer, de madurar y mejorar. Más para almorzar y cenar aunque siempre se pueden compartir platos en el centro con ese castillo de San Sebastián en cinemascope delante, con las barcas a juego y la marea en invisible movimiento. Buenos desayunos, mobiliario cuidado. La ensalada de pulpo, la hamburguesa de retinto y foie, la dorada en tempura, pastelas o logrados atrevimientos como el bizcocho de chicharrones confirman que cada vez es más restaurante sin dejar de ser excelsa cafetería o coctelería (de eso ya hablamos en otra lista). Detalles de todo tipo (biblioteca, WiFi, mantas tersas y escamondadas, prensa, cine mudo, exposiciones, música en directo...). Una de las cartas de vinos (por copas o botellas) más trabajadas, variadas, sorprendentes, originales y deliciosas de la Bahía de Cádiz ahora mismo. Tanto por respeto a lo gaditano como por los caldos de otras zonas. Un lugar imprescindible por entorno y por oferta.

5.- Tapas y Vinos Sur. El local más celebrado y conocido de la 'Plocia' de Extramuros, la calle Fernández Ballesteros, la que va desde el Colegio Reyes Católicos (pregunta en la avenida, frente al hospital Puerta del Mar), hasta el Paseo Marítimo. Es pequeño y tiene una legión de fans de fidelidad inquebrantable, así que a veces no hay sitio. Su carta entera (especial tino con los platos de origen cordobés, como su copropietaria) es una tentación para comilones porque se trata de platos contundentes, recios, y raciones generosas, con sus papas fritas, sus salsas y todo lo que se añoraría durante una dieta. La tosta de foie y jamón, el salmorejo, el asombroso rabo de toro y el atún en temporada son algunos de sus muchos clásicos. Gran alineación de vinos por copas. Cuando le preguntas a la gente que vive en todo Cádiz por el mejor sitio de tapas, desde hace años, casi siempre está en el podio según todos los entrevistados. El 33 también triunfó, a unos metros. Urban Chic, con estupenda carta de conservas y tapas frías, con llamativa, cachonda, carta de vinos, también a cinco pasos, cara al mar. En la Avenida, también a tiro de piedra, un sitio de siempre, casa de comidas con profunda carta tradicional, casi una venta rural vestida de urbana y funcional, el Bar Bohemia, muy recomendable.

6.- El Enigma de 1812. Un local poco atractivo, tirando a feíllo, quizás como el nombre. Incómodo y estrecho, pero con personas en la cocina y la barra que tienen la mano que Michael Jordan, Schmidt Becerra y San Epifanio. Quizás, se intuye, sean mujeres. Es mitad asador, mitad freidor, medio gastro y medio de barrio. Vende toneladas de comida para llevar (de pollo asado a pimientos y chocos fritos) porque los vecinos de alrededor lo descubrieron como garantía hace mucho, antes de que ganara varios premios. Aún algo desconocido para el público en general. Con todo, ofrece tapas (en calidad, materia prima, presentación y elaboración) con una cocina de mercado que más quisieran muchos sitios con ínfulas. Buenos precios y pegado a la playa, en la calle José García-Agulló (una de las que va al Océano desde el estadio Carranza). En menos de 50 metros a la redonda, las buenas pizzas de Montiano (local mínimo y contiguo), Arsenio Manila (gran restaurante surfero y chic, infalible, con enorme horario y amplísima oferta, con el mejor maitre joven de la provincia), Bebo los Vientos (versión del anterior a pie de playa) o Granja Santa Ana, un estándar del tapeo informal, diferente, generoso y juvenil.

7.- La Sorpresa. Hizo gala a su nombre hace apenas dos años cuando irrumpió en la calle Arbolí (sale de Compañía, en la ruta Plaza de las Flores-Catedral) dentro de la moda de la recuperación de las tabernas, los tabancos, los güichis, los baches, las tascas. Esta es exquista en forma y fondo. Acogedora, elegante, llena de retrodetalles, con un delicioso saloncito y una gran oferta de guiños clásicos, desde vermú casero a medias limetas de manzanilla en rama (siempre recuperando viejas tendencias inmortales). Aunque no tiene cocina, su propuesta de conservas, salazones o platos fríos (del tartar, a las conservas, con hallazgos como las gildas, las mariposas de anchoa, la bacoreta o las huevas de atún rojo) es exquisita. Entrañable atención. Clima propio. Un viaje en el tiempo. Si esta sorpresa es la revelación en tabernas, siempre conviene tener en cuenta la obligación de descubrir o redescubrir la catedral de este tipo de locales en Cádiz, La Manzanilla, en la calle Feduchy, a cinco minutos a pie de esta otra barra pero difícil de encontrar para los que no conozcan el minilaberinto del centro. Ineludible también para el aperitivo La Cepa Gallega, en Plocia.

8.- La Candela. El gastrobar de moda en Cádiz desde que abriera hace apenas dos años gracias al talento de la pareja Víctor López (cocinero) y Carmen Adán (jefa de sala). Pero es una moda que no pasa. Sólo crece. Juntos abrieron y gobiernan una especie de buhardilla cautivadora, serena y personal, a ras de suelo, con una cocina de mercado revisada gracias a su experiencia viajera, su gran formación y sus ganas de inventar, pero exquisita y profunda, divertida y excelsa, espléndida presentación. Está en Feduchy. Algo escondido en el centro pero fácil de encontrar si se pregunta desde la popular Plaza del Palillero o por la Clínica de la Salud (que está casi enfrente). Precios muy razonables para ser un pequeño lujo. Cuesta encontrar silla, mesa o hueco en la barra en noches de fines de semana, en meses de verano... Pero hablamos de otoño. Su carta cambia bastante pero conviene estar atentos a carne, pescados (de la cercana plaza) y pastas (ravioli de pato)... Postres de gula y lujuria.

9.- Mesón de las Américas. Uno de los primeros argentinos que abrió en Cádiz (hace ya casi tres décadas) y aún de los mejores de la provincia pese a todos los que han venido después. Recién restaurado con buen gusto y pragmatismo. Buena carta de vinos y hasta de cervezas internacionales (la belga Chimay, por ejemplo, que no se ve tanto en bares). Los carnívoros, con o sin chimichurri, los empadillómanos acriollados, los papófilos no pueden dejar de ir varias veces al año. Curioso, aunque estrecho, quizás incómodo, su comedor en cueva subterránea. Todo el local es recogido. A la espalda del hotel Senator en la plaza de San Agustín del centro. Muy cerca, a pocos metros, de Canalejas, Plaza de España y calle San Francisco.

10.- La Bocana. Un local abierto hace apenas un año en el Callejón de Abreu, peatonal, una especie de plaza cerrada al tráfico y, por tanto, muy recomendable con niños. Difícil de encontrar aunque se puede si se pregunta en el Mercado Central o en el Campo del Sur a la altura de la Catedral. Cocina entre abuelesca e internacional, respetuosa pero juguetona. Desde tzaziki a montaditos de presa, chocos plancha, arroz negro o bacalao con dorado aire luso. Atención distinguida, honesta. Frecuentes ofertas con pinchos a un euro, jornadas temáticas sobre un plato en concreto... No se están quietos aunque, menos alguna noche de verano o fin de semana, es un remanso de paz. A los guiris les fascina y suelen ser buena compañía aunque ahora haya menos.

11.- Sopranis. Está en la calle paralela a Plocia, tan de moda. A unos pasos del Ayuntamiento y San Juan de Dios. Tiene doble local. Uno es más restaurante (exquisito lo que sale de la cabeza y las manos de José Luis F. Tallafigo, su joven y brillante chef, pero, el contiguo está dedicado al tapeo, con mesas altas y barra únicamente. Carta de platitos con toque melancólico pero no de las abuelas, hacen un homenaje a las tapas que se tomaban los ahora cuarentones en el Cádiz de los años 80. Dobladillos (montadito de tomate, mahonesa y caballa), pavías de merluza, ensaladillas de autor y otras frituras, miniburgers... Todo tan divertido e informal como cuidado.

12.- El Malagueño. En el medieval barrio del Pópulo, a la espalda del Ayuntamiento, han podido abrir unos 20 bares en los últimos diez años. La mayoría, ya no están, han cambiado de nombre, de dueño o simplemente han cerrado. Sin embargo, El Malagueño de Antonio Gallardo ha cumplido 50 años de vida sin despeinarse. Tapas radicalmente familiares, recién bajadas de casa (de su madre, varias) como las celebérrimas albóndigas o las salchichas al vino. No es el colmo de la sofisticación, ni mucho menos, sólo es un bar infalible, con algunas cosas ricas y un servicio cordial en la preciosa desembocadura de la calle Silencio en la plaza San Martín.

13.- BarraSiete. La apuesta del prestigioso grupo El Faro (nunca conviene olvidar su barra original, en la calle San Félix, en La Viña) por el nuevo tapeo cuidado. Local de hermosa estética, vanguardista y luminosa, abierto al mar y con acogedora terraza. Propuestas exquisitas en una carta amplísima con pescado del bueno, mimado y bien tratado, como las pavías y tempuras, o atractivos bocados de marisco y carne, versiones brillantes de platos típicos, gran protagonismo de arroces, postres caseros, conservas selectas. Es un sitio bien para tapeo de alta gama. Hasta la carta en tableta, ofrece. Está en Amilcar Barca, donde empieza el Paseo Marítimo, frente al mar, a la espalda del colegio San Felipe Neri. Muy cerca, también El Tascón (agradable y humilde, todo rico en un local pequeño), la reciente arrocería ConBulli (de aire informal, chirigotero, con gran relación entre calidad/cantidad/precio), La Despensa (también más restaurante ya) o la cafetería del hotel Barceló, probablemente el que mejor servicio de bar y terraza ofrece (en calidad y precio) a los no alojados en la ciudad.

Y para los supersticiosos, un postre. Aunque ya quedamos para hacer listas de aperitivos, otras de cafés, de copas o dulces, metemos un adelanto y así sumamos 14, evitamos el malfario de la treidecafobia. Si te gustan las sobremesas a la italiana, no te pierdas Auténtico, un nuevo italiano en la calle Libertad, en el lateral del Mercado Central. Su limoncello casero apenas debe tener parangón en toda Andalucía, quizás en todo el Mediterráneo, como su tiramisú, absolutamente inolvidable, exacto y narcótico. El espresso también lo ponen puro, real, aunque podrían cambiar de marca de café.

Si has leído hasta aquí, un pequeño agradecimiento: un adelanto que puede revolucionar el tapeo en Cádiz durante los próximos meses. Uno de los cocineros más celebrados de la provincia, incluso de Andalucía toda, ha llegado a un acuerdo para ofrecer en la capital el fruto de sus manos mágicas y su cabeza loca de niño inventor. Será en una barra céntrica. No será debut, será regreso. Ese local con vistas, con el que se asocia sin cambiarle el nombre, es uno de las más conocidos del casco antiguo, con historia industrial y abolengo costumbrista. Será a principios de año, sobre Carnaval quizás. Hasta ahí se puede contar por ahora.

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