La Audiencia ha condenado a seis años de cárcel a Iván Odero
La Audiencia ha condenado a seis años de cárcel a Iván Odero - antonio vázquez
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Seis años de cárcel para el 'otro niño'

La Audiencia considera probado que Iván Odero lideró una organización en Sanlúcar dedicada a la introducción de grandes cantidades de hachís

silvia tubio
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Al rey de las planeadoras, Iván Odero, le han condenado por segunda vez por tráfico de hachís en la costa gaditana. La Sección Tercera comunicaba este miércoles la sentencia de la 'operación Q7'; una investigación que acabó con el desmantelamiento de la banda que lideraba el sanluqueño en 2009.

De las trece personas que se sentaron en el banquillo de los acusados a principios de año, nueve de ellos han sido condenados a penas que van de los siete a los dos años de cárcel en función del escalón que ocupaban en una organización jerarquizada, con los papeles bien definidos.

Las penas mayores (seis y siete años) han sido para Iván Odero y su mano derecha, David Rodríguez, quien recibe el castigo mayor por incurrir en un delito de tenencia ilícita de armas.

Cuando fue detenido, la Guardia Civil le confiscó un revólver con el número de serie borrado. No tenía permiso de armas.

Además, los dos, en calidad de jefes de la organización, deberían pagar una multa de 11,8 millones de euros que desde la Fiscalía reconocen que tienen pocas esperanzas de que sea abonada. Si bien, hay una pieza de esta operación que aún no ha sido juzgada y que investiga el blanqueo de capitales que presuntamente cometieron miembros de la banda para lavar las ganancias que obtenían a través del narcotráfico. La acusación pública quiere que estos traficantes respondan con su patrimonio.

De los trece procesados en esta causa, cuatro de ellos han sido absueltos, entre ellos la que era pareja sentimental de Iván Odero en 2009. Ya separados, esta joven, defendida por el letrado Manuel Montaño, negó saber a qué se dedicaba su entonces novio ni pertenecer a su organización como miembro activo; algo que sí sostuvo en la vista oral la fiscal antidroga.

El Ministerio Público la acusó de ayudar a su pareja en la infraestructura básica de los desplazamientos a Marruecos donde Iván recogía la droga que introducía posteriormente por la costa. Durante los seguimientos, los investigadores la vieron acompañándole en uno de esos viajes. Pero el tribunal entiende que ni a través de esas vigilancias ni por el contenido de las escuchas telefónicas se puede acreditar que fuera miembro de la banda.

En un escalón inferior al rey de las planeadoras y a David Rodríguez, otros cinco acusados, uno de los cuales es hermano de Iván Odero. El tribunal considera probado que ejecutaban labores de punto de vigilancia, pilotaje o transporte de la mercancía.

Por debajo de ellos, en el esquema que perfila en su sentencia, el tribunal coloca a otros dos acusados que tuvieron un papel muy secundario. Es el caso del padre de David Rodríguez, condenado a dos años de prisión por permitir a su hijo que usara su vivienda como escondite.

Otra sentencia para Antonio Rodríguez

La vinculación de esta familia con el tráfico de hachís no es ninguna novedad. Antonio Rodríguez ya fue sentenciado en los años 90 y a principios de la década pasada por delito contra la salud pública. Fue noticia en 2010 cuando fue arrestado por orden de la Audiencia Nacional.

La piedra angular de la 'operación Q7' fue el contenido de las conversaciones telefónicas grabadas a los integrantes de la banda. Las defensas plantearon como cuestión previa la nulidad de ese material probatorio, atacando los autos judiciales que autorizaban los pinchazos.

Pero el tribunal lo desestimó y en su sentencia, ahora conocida, sostiene que la Guardia Civil aportó indicios suficientes al juez instructor como el alto nivel de vida de los cabecillas, incompatible con sus ingresos declarados, para que éste autorizara los pinchazos sin invadir de manera ilegal derechos fundamentales de los procesados.

Esas intervenciones telefónicas resultaron ser una mina de información. Como reconocería uno de los investigadores al tribunal, los investigados hablaban con mucha claridad y sin recurrir a un lenguaje excesivamente encriptado. Eso facilitó la tarea de la Guardia Civil que pudo seguir los pasos a la banda hasta conocer cuándo y cómo introducían cada cargamento.

Para tratar de aparentar una actividad laboral que justificara unos ingresos, los hermanos Odero fueron contratados por un empresario de la construcción que también ha sido sentenciado como colaborador. Este constructor fue también quien ejecutó la obra del ostentoso chalé que levantó el rey de las planeadoras en Sanlúcar y que llama la atención porque es de un estilo pirenaico que rompe con el perfil urbanístico de la localidad gaditana.

Con esta última sentencia, el otro niño suma ya más de nueve años de prisión. Si bien este último dictamen de la Audiencia provincial previsiblemente será recurrido por las defensas de los condenados.

El verano pasado, Odero se conformaba con una pena de tres años y nueve meses de prisión por alijar 3,6 toneladas de hachís por la desembocadura del Guadalquivir. Lo hizo en junio en 2011, cuando acaba de salir en prisión provisional por la 'operación Q7'.

La vida de este sanluqueño recuerda a la del traficante que llevó al cine Daniel Monzón en su película el 'Niño'. Odero, al igual que el protagonista de la película, destacó por la pericia en el pilotaje de las lanchas, navegando a gran velocidad por el Estrecho y arriesgando al máximo en las persecuciones con la Guardia Civil. Poco a poco fue creciendo en el negocio de la droga hasta montar su propia organización.

Según el Instituto Armado, entre 2008 y 2009, cuando comenzó a ser investigado, era el responsable de la introducción de cientos de toneladas de hachís al año. El nombre de la 'operación Q7' se debe a uno de los coches de lujo que le intervino la Guardia Civil. En el juicio aseguró vivir de chapuzas, de arreglar motores, y negó haber generado una fortuna superior a los once millones de euros como cifra la Fiscalía.

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