Este castillo inexpugnable y poco conocido es una mole roja en Teruel

Una ruta en busca de la Vía Verde de los Ojos Negros y del castillo de Peracense, de traza medieval y situado sobre un paredón de arenisca

Castillo de Peracense (Teruel) Juan Carlos Muñoz

Mar Ramírez

La fortaleza roja, la más desconocida fortificación aragonesa, además de colarse en los escenarios del drama televisivo Juego de Tronos, gracias a su imponente hechura, enhiesta sobre la misma roca, abarca una magnífica perspectiva del valle del Jiloca . Para miles de grullas que, desde la vecina laguna de Gallocanta, después de invernar, en febrero inician viaje de vuelta a las áreas de cría suecas, su recinto inexpugnable es la última visión turolense.

Fundido en el paisaje y enrocado sobre el rojizo paredón de arenisca, entre las localidades de Peracense y Rodenas en la comarca turolense del Jiloca, asoma el castillo de Peracense . De traza medieval y con una superficie de 4.000 metros, ha llegado hasta nuestros días como una de las más espectaculares construcciones defensivas del territorio aragonés.

Conectada visualmente con otras atalayas y fortalezas turolenses , se exhibe inaccesible, sobre los escarpes rocosos, a 1.400 metros de altitud en la sierra Menera, entre Castilla y Aragón. Se levantó con finalidad estratégica como atalaya de vigilancia y descanso de ejércitos hace 1.000 años, aunque restos de la Edad del Bronce, celtíberos y romanos atestiguan su arcaica finalidad defensiva.

Las batallas de Juego de Tronos

Juego de Tronos lo eligió como escenario de sus batallas por su aspecto inexpugnable y esas rocas rojizas o rodenas -como se las conoce en la zona en referencia al rodeno, una piedra de arenisca- del paisaje con el que se funde, si no fuera porque sus características almenas resaltan una imponente arquitectura del medievo.

Se desarrolló a partir del siglo X, gracias a su pertenencia a la taifa de Albarracín que abarcaba el territorio alrededor del municipio y era gobernada por la dinastía bereber de los Banu Razin. A su vez también jugó un papel esencial durante la Guerra de los Dos Pedros, que enfrentó al monarca de Aragón y Valencia, Pedro IV, con Pedro I de Castilla por el establecimiento de fronteras y la posesión del Reino de Murcia.

Este monumento declarado un Bien de Interés Cultural perdió su carácter defensivo con el enlace matrimonial de los Reyes Católicos, cuando pasó a convertirse en una prisión. Gracias a este uso no cayó en el abandono e incluso durante la primera Guerra Carlista recuperó su carácter defensivo al convertirse en cuartel del ejército liberal.

La vía verde de Ojos Negros

La apariencia del castillo responde a la rehabilitación realizada a partir de 1987. Duró 13 años y sirvió para reconvertir a los trabajadores de la mina de Ojos Negros después de su cierre definitivo.

Recorrer sus dependencias y la exposición sobre la historia y vida asociada al castillo se complementa con la exposición de armas de asedio medievales que acoge en sus dos patios, hechas a tamaño real gracias al historiador Rubén Sáez, que cuenta con la colaboración del oficio de carpintero de su padre para reproducirlas.

En sus proximidades las minas de Ojos Negros ya atrajeron la presencia romana para extraer hierro. La explotación industrial de sus ricos filones se inició en 1907, de mano de dos socios vascos, mediante la técnica de explotación a cielo abierto. Hasta su cierre, ochenta años después, el paisaje fue modificándose y los minerales aflorando a la superficie terrestre. El resultado es un paisaje de fantasía teñido de colores , lagunas y laderas donde aún asoman las bocaminas de los túneles mineros.

Hasta una vía de tren propia se trazó para llevar el mineral hasta el puerto valenciano de Sagunto. Hoy es la Vía Verde de Ojos Negros , la más larga de España con sus 167,5 km de distancia hasta la orilla mediterránea. A su vez forma parte del Camino Natural Santander Mediterráneo que desde la Comunidad de Teruel, en la localidad de Santa Eulalia del Campo, se adentra por el valle del Jiloca. Entre choperas y campos de cereal sigue la vía de Ojos Negros y, después de pasar junto a varias poblaciones -algunas tan interesantes como Cella- y bordear la ciudad de Teruel, conecta con la senda fluvial del río Alfambra, antes de ascender, entre pinos y sabinas, al puerto de Escandón.

La ruta de los molinos

Esos campos solitarios donde el cereal apenas apunta verdor durante el invierno llegaron a poseer molinos harineros como el de Ojos Negros. Datado entre los siglos XVI y XVII no cuenta con documento que atestigüe el fin de su molienda pero sí con una apariencia que en nada tiene que envidiar a los manchegos ya que fue restaurado por maestros artesanos de allí.

Para conocer otro de los molinos interesantes de la zona conviene ir a Monreal del Campo y hacer un descanso o recomponer fuerzas a la mesa del antiguo molino harinero convertido en hotel y restaurante. El Molino lleva en funcionamiento desde 1529, junto a las huertas regadas por el río Jiloca. Sus aguas mueven la maquinaria, un patrimonio industrial que podemos ver en funcionamiento pues apenas estuvo un cuarto de siglo sin funcionar.

Al caer la tarde la cita es junto a la laguna de Gallocanta , un humedal salino muy frecuentado por la grulla común durante la estación invernal. Volando desde el norte de Europa, la laguna la utilizan como lugar de descanso en migración antes de seguir ruta más hacia el sur. Sin embargo son miles las que escogen esta laguna endorreica, a caballo de las comarcas de Jiloca y Daroca , como lugar donde pasar el invierno. Para conocer los mejores miradores y rutas conviene visitar el centro de interpretación de la Reserva Natural Dirigida de la Laguna de Gallocanta.

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