Betancuria, un trozo de historia en el corazón de Fuerteventura
Panorámica de la Iglesia Matriz de la Concepción, o de Santa María de Betancuria - ABC
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Betancuria, un trozo de historia en el corazón de Fuerteventura

La antigua capital majorera, bastión contra los ataques piráticos, es hoy un hermoso retiro casi espiritual

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Fuerteventura tiene de las mejores playas de Europa; tiene sol todo el año; tiene cálidas temperaturas, aunque no excesivas; tiene espacios naturales sin parangón... Tiene todo eso, sí, pero no solo eso. Y el municipio de Betancuria es el ejemplo perfecto.

Betancuria cuenta con poco más de 800 habitantes (es la localidad menos poblada del Archipiélago), pero sigue siendo el corazón de Fuerteventura, de la que un día fue capital. Apenas arrancaba el sigo XV cuando la fundaron el normando Juan de Bethencourt (al que debe su nombre) y Gadifer de la Salle. El valle en que se ubica este pueblo de blancos e impolutos inmuebles, incomparable marco para un retiro casi espiritual, era el lugar ideal, protegido como está por las montañas, para que los constantes ataques piráticos no tuvieran consecuencias funestas.

Quien disfruta de las Grandes Playas de Corralejo o de Sotavento, en la Península de Jandía, y coge el coche para la visita obligada a Betancuria es capaz de comprender de inmediato el porqué de la elección del valle para proteger a la isla. Una isla abierta, infinita, en aquellos días expuesta a los piratas y obligada a replegarse a un interior, en puridad, inexistente.

Quien camina por sus calles peatonales, graciosamente pequeñas y acogedoras, es incapaz de imaginar que un día, allá en 1593, Betancuria fue arrasada por una invasión berberisca que destruyó también la Iglesia Catedral de Santa María, que sería reconstruida años después y que supone hoy lugar de peregrinación obligada no solo para los creyentes, sino para cualquier visitante que se precie de serlo.

El municipio constituye, pues, lugar de parada obligatoria. Especialmente recomendable es desplazarse cuando el atardecer cae sobre la isla y los tonos anaranjados comienzan a aparecer; quizá tras un día de paradisíaca playa. El bullicio fue desterrado hace tiempo de una localidad en la que un simple paseo deja reminiscencias de un pasado al descubierto en el Centro Insular de Artesanía y en la Casa Museo, donde ver una amplia colección de hallazgos arqueológicos. Todo sin olvidar que en la ermita de Vega de Río Palmas se encuentra la imagen de Nuestra Señora de la Peña, patrona insular.

En Betancuria está además el parque rural homónimo, declarado a su vez como Zona de Especial Protección para las Aves. En su interior se encuentra el monumento natural de Ajuí, un pequeño poblado marinero de menos de cien habitantes con sedimentos oceánicos y fósiles de animales marinos ya desaparecidos.

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