Imagen de archivo de un concierto de El Barrio en Jaén
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La tormenta del Barrio

El «Selu» emocionó el sábado a Toledo durante una hora, antes de que cayera una impresionatne tormenta, parara el «show» y volviera a salir... para desaparecer poco después

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Cualquier cosa que ahora se escriba sobre el concierto del Barrio en Toledo, el sábado en la plaza de toros, queda ennegrecida por el final. No, no fue un final bonito porque ni siquiera pareció un final, sino un hasta luego, un paréntesis con el que los artistas dan un paso atrás para, minutos después, retornar al escenario y desatar la locura. Pero no hubo retorno, ni final feliz.

Jose Luis Figuereo Franco (Cádiz, 1970) emocionó durante hora y cuarto al respetable toledano, cayó una impresionante tromba de agua durante ¿cinco, diez minutos? El concierto se paró, al poco también la tormenta, el «Selu» volvió a escena, el público gritó, saltó y cantó embriagado por su mesías resucitado... y cuando la cosa parecía que iba a ser apoteósica por aquello del agua y la suspensión momentánea, el «orgullo de los barrieros» cantó cuatro de sus temas más famosos y con un gesto de la mano se despidió.

No volvió a salir y el extásis se tornó en un enorme enfado.

Por decirlo en verso, tal y como el «Selu» entonó a mitad de concierto, en un recuerdo a «Triana»: «Cada noche mi vida es para ti/ con un beso cualquiera y nada más/ porque a mi me atormentaba/ en el alma, tu frialdad». Como el sexo sin amor, como un chiste sin gracia. Así se despidió El Barrio de Toledo a las 23.37 horas del sábado.

Más de una hora y media antes, a las 22.00, el «Selu», ese al que «todavía en estos tiempos/ no saben clasificarme/ en si hago rock o hago flamenco», se había presentado a una plaza de toros con algo menos de peña que para ver a Melendi (unas 5.000 personas). Vestido de impoluto negro, sendos aros como pendientes y, cómo no, el eterno sombrero «barriero», el «Selu» empezó por lo obvio: «He vuelto». Una canción de su último disco, «Hijo del Levante», que desde enero le lleva de aquí para allá después de algo más de dos años de silencio.

Contrariamente a lo que se pueda pensar, lo que siguió no fue un directo del nuevo cedé (con 15 composiciones), sino un intercambio de canciones de «Hijo del Levante» con otras de sus cuatro discos anteriores, los de más éxito: «Las playas de invierno», «La voz de mi silencio», «Duermevela» y «Espejos». Durante la primera hora, el «Selu» recordó a sus incondicionales «El viejo verano», «Arte», «Enero», «Mi amor» o «El comienzo», que combinó con las presentaciones de las más recientes: «Adiós amor» y «De lobo a cordero». Hubo espacio, también, para unas bulerías con un quejío de romperse la camisa y un solo en el que el «Selu», sin su banda y acompañado por una guitarra española, erizó el vello del toledanito con «Todo tiene su fin» y «Tu frialdad». ¡Qué arte, por Dios!

El clímax alcanzado dio paso a un «descansito» y a un riesgo de tormenta, avanzado por El Barrio, que casi al instante se convirtió en certeza. «Voy a cantar ‘Señor Zapatones’ ‘pa’ que os la llevéis», dijo el «Selu» cuando el cielo se empeñó con ganas en jorobar la noche. Luego vino «Cántame amor» y ya se hizo imposible seguir. ¡Tiene narices que haya llovido durante los tres conciertos que este año se han celebrado en la plaza de toros de Toledo!

Sin embargo, y cuando media plaza se lamentaba apretujada en la grada cubierta por tamaña mala suerte, Poseidón dijo que ya estaba bien de agua y el público se vino arriba. «Sí, se puede; sí, se puede», se gritaba cual mitín de Podemos, y al cabo de unos minutos, el escenario volvió a iluminarse.

Lo siguiente ya está contado. Apareció el «Selu», enalteció a las masas al confesar que «yo soy de una tierra de mar, a mí no me asusta el agua», cantó «¿Quién soy?», «Porque sin ti», «Pa’ Madrid» y «Orgullo», y se despidió. Sus «barrieros» le esperaron, el «Selu» no salió y la euforia se transformó en decepción.

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