Cien años del Mercado de Abastos

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La apertura de grandes superficies comerciales, además de la crisis, ha supuesto casi la puntilla a este espacio

Si uno entra y se pasea por el Mercado Municipal de Abastos de Toledo, puede observar, además de algunas características típicas de la arquitectura del hierro de su estructura original, que la actividad de otras épocas se ha venido a menos. Lejos quedan los tiempos en que los numerosos puestos bullían con el ir y venir de mercancías, comerciantes y clientes. La apertura de centros comerciales y grandes cadenas de supermercados, que se han producido en la última década en la ciudad, además de la crisis económica, ha supuesto casi la puntilla a este espacio vital del Casco histórico toledano, situado en la plaza Mayor.

Pero lo que mucha gente quizás no sepa es que se acaban de cumplir cien años de la inauguración de este mercado, que abrió sus puertas un 18 de enero de 1915, coincidiendo, entre otras efemérides, con el día del nacimiento del líder comunista Santiago Carrillo y con la proclamación de Pancho Villa como presidente de México.

El historiador toledano Rafael del Cerro Malagón describió en su artículo «Arquitectura para el abasto. Mercados y mataderos en Toledo en el siglo XIX» la apertura de este espacio comercial que, tal y como refleja la prensa de la época, «fue bendecido por el deán Ramón Guerra Cortés. En el acto intervinieron, además de las autoridades civiles, una representación militar y la misma banda de música de la Academia de Infantería».

23 años sin mercado

Sin embargo, la construcción del Mercado de Abastos no fue un camino de rosas, ya que, según afirma Rafael del Cerro en su artículo, Toledo careció de un espacio comercial durante 23 años. «Entre 1892 y 1915 su función fue suplida por puestos provisionales o cajones de madera, anclados al suelo en la plaza Mayor y en la calle Maestro Pedro Pérez. Estas instalaciones, carentes de toda higiene, pervivieron hasta la apertura de la nueva lonja, dejando sus huellas en el pavimento y en las paredes», asegura.

De hecho, el historiador toledano califica la construcción del Mercado de Abastos de «accidentada», pues pasó por distintas manos y fases. Así, de manera resumida, explica que la explanación de la vieja Carnicería de Toledo que ocupaba este espacio fue obra en 1892 del arquitecto Juan García Ramírez. En septiembre de 1895, el Ayuntamiento pidió a su arquitecto municipal, José Ramón Ortiz, que redactase un nuevo proyecto que fue aprobado a comienzos del año siguiente. No obstante, este proyecto fue revisado en 1988 por el primer técnico citado, es decir, por García Ramírez.

Fin de las obras

Nueve años más tarde, en 1907, los arquitectos Pedro Fernández Villa-Abrille y Pedro Vidal redactaron un nuevo plan de finalización de la obra y, por fin, en 1912 otra vez García Ramírez es requerido para diseñar la última propuesta. Posteriormente, bien avanzado el siglo XX, el edificio ha sufrido diversas intervenciones, destacando entre ellas la que supuso la sustitución de los ladrillos vidriados de la fachada por otros de era. Con todo, según dice Del Cerro Malagón, «a pesar de tanta incidencia, hay una cierta línea de continuidad y la estructura del edificio definitivo no sólo se puede analizar por partes, sino que las distintas soluciones que cada arquitecto propuso merecen igual atención».

Ajenos a las dificultades para la construcción del edificio y a sus cien años de vida, están los dueños de los puestos actuales. Estos pequeños comerciantes se enfrentan a una situación complicada, debido a la competencia de los hipermercados instalados en la ciudad, a la crisis económica y a la dificultad para aparcar en las cercanías de la plaza Mayor.

Actualmente, en el edificio tan sólo quedan abiertos 7 puestos de venta (2 pescaderías, 2 fruterías, 2 charcutería y una carnicería), además de un pequeño supermercado. Sin embargo, a pesar de haber disminuido el número de tiendas en los últimos años, el Mercado Municipal de Abastos de Toledo sigue estando vivo, pero sus inquilinos piden al Ayuntamiento y a otras administraciones que sigan mirando por el pequeño comercio.

Y es que, pese a las dificultades, los comerciantes de este espacio comercial aseguran que van a seguir luchando por sus negocios en aras de alargar la vida de este edificio, que sigue animando las mañanas de esta zona del Casco histórico toledano y que cuenta con el honor de haber recibido la catalogación de Bien de Interés Cultural.

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