OPINIÓN

Granitos de arena

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No eres de Toledo si alguna vez no te has perdido por las calles del Casco. Esta frase, que podría pasar a engrosar la larga lista de las que aparecen en los grupos de Facebook que comienzan con un «No eres de...», refleja un hecho que le ha sucedido a la mayoría de toledanos que no vivimos en el Casco Histórico, es decir, a la mayoría. Sucede que el Año Greco que está a punto de finalizar ha propiciado que se replanteen muchos aspectos de la oferta turística de nuestra ciudad, lo que en mi opinión resulta muy positivo siempre y cuando no se incurra en el error de priorizar la «ciudad museo» en detrimento de la ciudad para vivir.

Finaliza este año temático pero Toledo

sigue ahí, con sus calles, monumentos y turismo internacional que va a seguir visitando la ciudad se expongan los cuadros del pintor cretense o no, del mismo modo que el gran público vista Salamanca sin reparar en si existe un evento especial ese año o no. Es tiempo ahora de cuadrar las cuentas del debe y del haber, función que les corresponde a los que manejen los datos que permitan calificar de exitoso o no al periodo que finaliza.

Retomando el hilo del comienzo del artículo, no creo que sea difícil atisbar que si en nuestro Casco resulta sencillo perderse siendo incluso un TTV ( toledano de toda la vida), más lo será para los que nos visitan. Si además estos no tienen la fortuna de dominar la lengua de Cervantes, bienvenidos a los paseos por las angostas calles toledanas, podríamos decirles, si es que osan a preguntar en inglés por el destino en cuestión.

Existen otras ciudades como Salamanca -por seguir con el ejemplo- que cuentan en su zona turística con una señalización vertical que indica exactamente lo que uno demanda cuando sale fuera de su zona de confort; es decir, la dirección hacia el monumento en cuestión y el número aproximado de minutos que se tarda en llegar a éste caminando.

Este sencillo sistema, lejos de las avanzadas tecnologías y que no requiere descargarse ninguna APP en nuestro teléfono móvil, contribuye en gran medida a deshacer la maraña (o empanada) mental que tienen los turistas al pisar suelo extraño. Si también se señaliza en inglés, se podría lograr la ansiada cuadratura del círculo.

Siendo de por sí buena la iniciativa de indicar mediante señales en el suelo el camino que hay que seguir para llegar desde la estación de ferrocarril hasta el corazón de la ciudad, buena, bonita y barata podría resultar también la instalación de señales que, pasando casi desapercibidas para el autóctono, resultan muy provechosas para el foráneo.

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