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ANÁLISIS

«Dogchild»: un guiño al mundo animal

Tarpak, armado únicamente con una pelota, debe aventurarse en la eliminación de los enemigos

MADRUD Actualizado: Guardar
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Tomando varios patrones ya establecidos en la industria, la propuesta reflejada en «Dogchild» es humilde y espontánea, pero no por ello fuera de lugar. Este título creado por el estudio madrileño Animatoon une el ascenso a edificios mediante un sistema parkour muy básico y un aspecto cooperativo.

Esto último se apoya en el fiel compañero del personaje principal, un perro llamado Tarao que se sirve de su olfato para detectar rastros en aras de continuar avanzado en la historia, una trama sencilla en el que Tarpak -el personaje controlable en tercera persona- se embulle dentro de una misión que, por principios, debe acometer: salvar y restacar a otros perros, los cuales se encuentran enjaulados para perpetrar unos terribles experimentos. Precisamente, el componente ético y moral está permanentemente ligado al jugado, en donde los cuestionamientos y la defensa de los animales queda reflejado.

Propone una historia llena de guiños a la ecología y el mundo animal.

Con algunos aspectos técnicos para depurar, este título de perfil independiente «made in Spain», ganador del concurso PlayStation Awards, se inicia en una historia en la que, desde la desaparición de sus padres, Tarpak ha continuado la tarea que le encomendó su madre, Helena: cuidar de los animales. Por esta razón, y con la ayuda de Ann -personaje secundario que se comunica a través de una especie de móvil- y, sobre todo, de su perro, acude a cualquier sitio donde están siendo amenazados.

El circuito de parkour es, tal vez, muy básico, incapaz de hacerle sombra a otros títulos de grandes productoras del sector. Pero tampoco es la intención. Con la pantalla táctil del controlador DualShock 4 se puede alternar de personaje. Eso es indispensable, dado que el perro tiene una cualidad muy útil, olfatear, con el que se puede averiguar caminos y huellas y demás objetos importantes, mientras que Tarpak, armado únicamente con una pelota, debe aventurarse en la eliminación de los enemigos (policías y científicos) que se encuentra a su paso para cumplir su encomiable misión. En su camino deberá utilizar toda su capacidad y la de sus aliados para proteger el planeta de la amenaza de la Corporación Cornish, una empresa que experimenta con animales con oscuros propósitos

Tarao, por ejemplo, cuando olfatea se activa una vista subjetiva desde donde localizar los objetos y el camino a seguir. Es bastante intuitivo y no es tarea complicada. El personaje (humano) puede eliminar a estos enemigos con un arma indolente y benévola, una pelota que bota como ella sola. Esa capacidad permite jugar con los entornos para aturdir a los policías mediante carambolas trepidantes. Eso sí, habrá que atar a los enemigos antes de que se acabe el tiempo si no nos paralizarán con sus armas y, por ende, restará vitalidad. Este sistema de combate, por así decirlo, refleja más una cuestión de estrategia que de puntería. Por eso se puede (y se debe) utilizar al perro como elemento de distracción. También puede a apoyarse como reconocedor del terreno en aras de anticiparse ante el siguiente escenario.

Disponible en exclusiva para PlayStation 4 en formato digital y pensado para un único jugador (no tiene modo online), los escasos puzles que te encuentras son bastante sencillos de resolver. Por ejemplo, para introducir una combinación es en sencillo como apretar el botón correcto en el momento oportuno. Hay ciertos fallos técnicos sobre todo a la hora de enclavarse en salientes o saltar por determinadas zonas. También en ocasiones se produce una caída de «frames» y, en materia gráfica, tampoco ofrece un modelo fotorrealista.

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