Escena de «El lobo de Wall Street» donde lanzan a un enano en una fiesta
Escena de «El lobo de Wall Street» donde lanzan a un enano en una fiesta - ABC

Lanzamiento de enanos: el deporte que denunció ABC hace 25 años

Detractores (muchos) y defensores (sobre todo alguno de los lanzados) han luchado hasta hace muy poco para poder hacer campeonatos de esta actividad

SEVILLA Actualizado: Guardar
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La película «El lobo de Wall Street», de Leonardo DiCaprio, mostraba cómo unos ejecutivos enajenados por las drogas se divertían lanzando enanos a una diana enorme. La película, que se estrenó en 2014, no tiene nada de rompedora con esta escena de escarnio para quienes son lanzados por el aire. Ni mucho menos. Como demuestra el número del 24 de octubre de 1991 de ABC de Sevilla, descerebrados que se dedican a humillar a los demás hay desde al menos, 25 años. «Lanzamiento de enanos, un "deporte" de moda que escandaliza a Francia», rezaba el titular de su página 92. Nada nuevo bajo el sol.

«Es la última moda en las discotecas francesas», explicaba ABC hace 25 años. Un campeonato nacional de este «deporte» fue lo que hizo saltar la polémica y que el lanzamiento de enanos llegara a la prensa.

Según narra este periódico, era una afición importada de Australia que se llevaba ya practicando años.

El récord, contaba la crónica de hace un cuarto de siglo, lo tenía un vecino de Niza (Francia), que lanzó a 3,33 metros de distancia a Manuel Wackenheim, de 24 años y 0,88 metros de altura (algunas crónicas le otorgan ,22 metros). Precisamente en el campeonato nacional que estaba previsto que se celebrase en el país vecino se esperaba superar esta vergonzante marca.

Manuel Wackenheim, quien defiende su derecho a que le lancen por el aire
Manuel Wackenheim, quien defiende su derecho a que le lancen por el aire - LIBERATION

Según los promotores de la idea, no existía peligro físico para quienes eran lanzados por los aires. Misma conclusión que DiCaprio y sus amigos en «El lobo de Wall Street». Más coincidencias: en Francia hace 25 años y en la película americana, se envolvía a la persona que lanzaban con protectores para minimizar los daños. «El personaje va convenientemente equipado con un conjunto de defensas», advertían los organizadores de las «Olimpiadas de lanzamiento de enanos».

Afortunadamente, contra este «deporte» se manifestaron entonces las asociaciones de personas bajitas de Francia. Patrick Petit-Jean, el presidente de la Asociación Nacional de Personas de Tallas Pequeñas, declaró entonces que «es humillante». Añadía este activista que «lanzar a un ser humano afectado de enanismo como si de un objeto se tratase es totalmente degradante, como si de un objeto se tratase». Coincidía con él Michel Gilbert, quien expresaba su rechazo declarando a ABC que «esa práctica va contra la dignidad de la persona humana y de la persona minusválida».

Un «deporte» legal

En todo caso, y pese a la oposición de muchos, en Francia el lanzamiento de personas no era ilegal. independientemente de la talla de éstos. Se argumentaba desde el Gobierno galo que se trataba de «una iniciativa privada que utiliza a una persona adulta y voluntaria y no contraviene ninguna reglamentación.

No solo la ley estaba de parte de quienes querían lanzar gente por los aire aprovechando su reducido tamaño. También había quienes defendían esta práctica. Uno de ellos era el propio proyectil humano, Manuel Wackenheim. Este francés de menos de un metro , que dio a quien lo lanzó el récord, veía este «deporte» como una oportunidad, no un acto degradante. «La gente ya no me mira como a un enano, sino como a una estrella».

Tal es el convencimiento de Wackenheim sobre su derecho a que lo lanzaran por los aires, que, cuando el Gobierno de Francia empezó a prohibir tal práctica, él se quejó formalmente. Pleiteó contra los ayuntamientos que no le dejaban «trabajar». Luego contra las regiones, que también querían acabar con estos espectáculos. Hasta la ONU llegó Wackenheim para defender su derecho a trabajar. Ante el Tribunal de los Derechos Humanos y asistido por el abogado Serge Pautot.

«Prohibirme trabajar ha tenido un efecto adverso en mi vida y representa una afrenta a mi dignidad», explicaba ante la ONU en 1999. En 2002, el organismo sentenciaba: «No se pueden lanzar enanos». Manuel sigue sin trabajo 25 años después de protagonizar una crónica de ABC sobre el lanzamiento de personas bajitas.

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