El Papa, frente a sesenta mil adolescentes: «Amar quiere decir darse uno mismo»

Una especie de mar multicolor de jóvenes de 12 a 16 años le ha escuchado atentamente en la plaza de San Pedro

CORRESPONSAL EN EL VATICANO Actualizado: Guardar
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En el jubileo más juvenil de este Año de la Misericordia, el Papa Francisco ha explicado a más de sesenta mil adolescentes que «amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno mismo: el tiempo personal, la propia amistad, las capacidades personales».

Una especie de mar multicolor de adolescentes de 12 a 16 años le escuchaba atentamente en la plaza de San Pedro durante la misa final de este encuentro, al que se sumaron decenas de miles de jóvenes que superaban esa edad pero no querían perderse la cita con el Papa.

Francisco les había dedicado hora y cuarto el sábado por la mañana en esa misma plaza, cuando acudió a confesar como uno más en medio de 150 sacerdotes que no necesitaban confesonario sino simplemente un par de sillas de plástico y un espacio libre de ocho o diez metros alrededor.

El Papa confesó a dieciséis jóvenes, a quienes despedía al final afectuosamente con un apretón de manos. Y todo en un clima de normalidad total, como si el encuentro de la Reconciliación fuese la actividad normal de una parroquia.

El domingo, en su homilía, les ha invitado a aprender de Jesús a «amar sin poseer». Es decir, a «querer a las personas sin desearlas como algo propio, sino dejándolas libres», pues «siempre existe la tentación de contaminar el afecto con la pretensión instintiva de tomar, de 'poseer' aquello que me gusta».

Les hizo notar que «la cultura consumista refuerza esta tendencia. Pero cualquier cosa, cuando se exprime demasiado, se desgasta, se estropea; después se queda uno decepcionado con el vacío dentro. Si escucháis la voz del Señor, os revelará el secreto de la ternura: interesarse por otra persona, quiere decir respetarla, protegerla, esperarla».

También les habló de libertad «que no es poder hacer siempre lo que quiero, pues eso nos vuelve cerrados y distantes», sino ser capaces «de decir que sí o decir que no. ¡Si tú no sabes decir 'no', no eres libre!».

Les dijo que «vuestra felicidad no tiene precio y no se negocia; no es un 'app' que se descarga en el teléfono móvil: ni siquiera la versión más reciente podrá ayudaros a ser libres y grandes en el amor».

Para conseguirlo, es necesario entrenamiento, por lo que el Papa les invito a «hacer como los campeones del mundo del deporte, que logran metas altas entrenándose con humildad y todos los días».

El programa son «las obras de misericordia: Entrenaos con entusiasmo en ellas para ser campeones de vida. Así seréis conocidos como discípulos de Jesús. Y vuestra alegría será plena».

En su despedida, justo antes de rezar el Regina Caeli, el Papa recordó que el día anterior habían sido beatificados en Burgos, «el sacerdote Valentín Palencia Marquina y cuatro compañeros mártires, muertos por su fe durante la guerra civil española. Alabemos al Señor por su coraje como testigos y supliquémosle, por su intercesión, que libere al mundo de toda violencia».

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