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Voracidad, productos prohibidos, atascos y cuerpos extraños son datos a tener en cuenta y evitar a nuestros fieles compañeros en estas entrañable fiestas que están a la vuelta de la esquina.

Madrid Actualizado: Guardar
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Hoy vamos a hablar un poco de Navidades «perrunas». Entiendan, de aquello que les va a tocar vivir a ellos, a nuestros más fieles compañeros: nuestras mascotas. Pues sí, por desgracia hablaremos de voracidad, de engullir productos «prohibidos» , de atascos y de cuerpos extraños. Es cierto, que muchos perros acuden a los Centros Veterinarios en Navidad, aquejados de diversos trastornos digestivos, a veces, graves. Son consecuencia del «gran festín», ese que sin apenas quererlo ni desearlo conscientemente, se empieza a gestar ya en muchos hogares. Vamos a intentar darle un significado atávico al asunto y a ver, si con estas líneas, algo podemos prevenir.

El primer caso con el que podemos comenzar es «con el perro A»: éste se ha zampado el Roscón de Reyes.

Sus propietarios se muestran primero incrédulos , y luego, consternados. Una deformidad aparece en el vientre de su mascota, como la culebra que se comió al elefante en «El Principito». Pues bien, el perro ,nos mira con ojos entornados y arrepentidos. Se encuentra muy mal y encima le caerá la riña del siglo. Bueno, sus propietarios aceptan el hecho practicando el estoicismo, y acuden al veterinario.

«Vientre hinchado, no depresible a la palpación y doloroso. Pulso rápido y jadeo. Pero lo peor estaba por venir. En la radiografía se observa un cuerpo extraño, radio opaco. Le ha tocado a nuestro animalillo el premio del Roscón», comenta el doctor Javier Álvarez de la Villa. En esta ocasión fue necesaria una gastrotomia, esto es, una cirugía mayor para extraer el cuerpo extraño ( que por cierto, se trato de un aviador con avión incluido).

Todo tiene una explicación

Vamos a analizar este suceso que en absoluto es puntual y se repite con bastante frecuencia. Lo primero que hay que comprender son los móviles que incitaron a nuestra mascota. El perro es un animal de manada. Manada lobuna, pues de allí procede.

Luego se arrimó al ser humano en los albores de la humanidad y, finalmente hace miles de años fue domesticado. Pues bien, tras las grandes cacerías, procedía el gran festín: ¡el gran banquete ¡.Nuestros ancestros comían primero por necesidad, pero luego, en un gesto atávico de preponderancia y de poderío, se entregaban a la GULA. Así, pudo haber nacido uno de los «pecados capitales» que sigue y persigue como una sombra a nuestra propia especie.

Nuestros compañeros los perros habrían trabajado duro en la cacería, pero ahora les tocaba esperar. Además, eran muchos, e ineludiblemente tendrían que competir por los despojos. De esta manera, el perro aprendió a atrapar tan rápido la comida mendigada, como a tragársela en un meteórico instante. El hambre inmensa, primaria e inmisericorde, fue sin duda su incitadora y maestra. Tragaban y engullian ,y así aseguraban el alimento en el fondo de sus estómagos, pues no sabían cuándo podrían volver a comer. «En ellos la gula y el atracón eran meramente instinto de supervivencia. Se nos ocurre, pues, un consejo que casi nunca se sigue, créanme. Dispongan los alimentos en lugares alejados e inaccesibles para nuestras mascotas. Un lugar medianamente elevado como un tablero de mesa o encimera de la cocina NO siempre será suficiente….el asado, el rollo de carne, el roscón y otras sabrosidades podrían desaparecer como por arte de magia», comenta el veterinario del Centro Veterinario Víctor de la Serna.

Sigamos un poquito más. Ahora estamos en lo más profundo de la caverna: es el salón del hogar. Desde la esquina nuestro compañero asiste al festín. Platos y más platos se suceden. Alguna comida que excede lo prudente y necesario , se derrama de las fauces humanas. Un fluido que no es agua y del color grana de la sangre, fluye abundante como un torrente. El perro decide acercarse y , mil veces una mano o más de una , se han colado raudas y furtivas debajo del mantel y han intentado saciar la interminable gula. «En este segundo punto somos nosotros los culpables. Esa mirada indescriptible de nuestro fiel y amado compañero nos ha embrujado , y como por hechizo, nuestra mano se movió mil veces bajo el mantel, hasta que la boca que engullía, no pudo más. Crean, es frecuente y evitable. La conducta humana de dar a su mascota tiene eximente. Se ha hecho por pura empatia y amor, pero todo acaba otra vez en un fuerte empacho , o en un atasco,o en una pancreatitis postpandrial y el veterinario tendrá que actuar», comenta nuestro veterinario consultado.

Evitemos tentaciones mutuas, unos por implorar con su famosa mirada de perrito que lleva mil años sin comer, y otros, que en tanta abundancia quieren compartir. Les vamos a dar un segundo consejo. El perro cenarÁ adecuadamente antes que nosotros y así estará saciado. Además, lo ubicaremos en su cuarto y no debajo de la mesa y evitaremos furtivos impulsos. Como es Navidad, podemos eso sí, adornarles un poco su soso menú de pienso, con una o dos cucharadas de una deliciosa comida en lata para perros. Pasarán la noche felices y mas tranquilos, pues les habremos saciado antes de nuestro propio evento.

Ojo con el cubo de la basura

Terminaremos hoy hablando, finalmente, de un rincón y un profundo receptáculo, ¿lo han adivinado?. Pues sí, el cubo de la basura. Allí irán a parar los desechos de la comida parcialmente engullida de nuestro opiparo festín. Nuestro fiel amigo se encontraba hambriento , todavía no había cenado. Además, su sentido olfatorio le trajo un sinfín de mensajes deliciosos. Vio el cubo que derramaba por sus bordes delicias despreciadas. Sabia que no debía hacerlo , pero la tentación venció, se acercó y engullo rápidamente. Su estómago ahora estaba repleto y nadie se lo podría arrebatar ya... Este perro era víctima del instinto y otra vez termino con un empacho en el Centro Veterinario, acompañado por sus preocupados propietarios. El tercer consejo alude, pues, a la prevención de esconder «bajo llave» el cubo de la basura o cerrar bien la bolsa en el mismo ya que estos los perros son muy zorros y pueden romper la bolsa de la basura y hacerse con el preciado botín. Con todo ello se evitarán más de un disgusto.

No es malo concluir que la voracidad, la gula, el exceso y el festín no son ni de lejos, la finalidad de la Navidad. Seamos auto críticos los humanos y alejémonos del espíritu de la cueva para alcanzar estas Navidades cotas y logros más elevados como corresponde a nuestra especie.

Cuidado con los adornos navideños

Esta «turronitis» no sólo es por la ingesta de alimentos no indicados para nuestras mascotas, también hay que tener mucho cuidado con las cintas, espumillones y otros adornos navideños. A modo de prevención no se debe dejar tirado nada por el suelo o al alcance de ellos.

Cuando sucede lo inevitable y nuestra mascota vómita, la mayoría de las veces se soluciona manteniendo al animal en ayunas entre ocho y diez horas para, después, ir introduciendo poco a poco el agua en pequeñas cantidades. Si deja de vomitar se puede comenzar a ofrecerle una dieta suave o blanda con la que su delicado estómago vuelva a su tránsito normal.

Esta sintomatología no siempre está asociada a un problema grave de salud, pero no hay que tomarlo a la ligera y requiere un control del animal hasta que los síntomas desaparezcan. Les recomendamos que no empleen medicamentos que cortan el vómito sin antes consultarlo con el veterinario en este caso y todos los relacionados con la salud de sus mascotas.

Recomendaciones en caso de empacho

- Hay que tener al animal en ayunas (8-10 horas)

- No hay que restringir el agua en exceso ya que se puede provocar deshidratación

- Si se controlan los vómitos hay que ir introduciendo el agua poco a poco

- La comida se inicia ofreciendo al animal un tercio de la cantidad que toma normalmente para posteriormente ir aumentando la cantidad, así durante una semana.

- La dieta ha de ser muy digerible.

- En el mercado hay productos secos y en lata para estos casos; pero si optamos por una dieta casera se recomienda: arroz blanco hervido junto con pollo o pescado e incluso se le puede añadir trocitos de queso fresco.

- Para ayudar a la recuperación proporcionar al animal un entorno tranquilo evitando el calor excesivo o el frío.

-Evitar que haga excesivo ejercicio hasta que esté totalmente recuperado

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