El Papa Francisco preside el solemne Viacrucis del Viernes Santo, por la noche, en el Coliseo romano
El Papa Francisco preside el solemne Viacrucis del Viernes Santo, por la noche, en el Coliseo romano - AFP

El limosnero del Papa donó sacos de dormir a los sintecho de Roma durante el Viacrucis

Mientras Francisco presidía el acto del Viernes Santo en el Coliseo romano, el discreto arzobispo polaco Konrad Krajewski recorría el centro de la capital italiana

Corresponsal en El Vaticano Actualizado: Guardar
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Mientras el Papa Francisco presidía el Viacrucis nocturno en el Coliseo y hacía ver que la Cruz de Cristo hay que reconocerla y venerarla hoy en los mártires, las víctimas del terrorismo, y los refugiados, su limosnero, Konrad Krajewski, realizaba una actividad paralela.

Acompañado por algunas personas sin techo del refugio que Francisco abrió hace unos meses a poca distancia del Vaticano, el discreto arzobispo polaco, recorría el centro de Roma en busca de personas que fuesen a dormir por la calle.

«Don Corrado» y su equipo les ofrecían un saco de dormir si lo necesitaban, algo de comer si no habían cenado, y un pequeño regalo para sus gastos de parte del Papa. Saben hacerlo con mucho cariño y con mucho respeto.

Sin ser bruscos en el ofrecimiento. Prestando mucha atención al modo en que reacciona cada persona.

No se trata de «tirar» cosas a la persona necesitada sino, sobre todo, de prestarle atención, escucharle durante un rato, demostrar que se respeta su dignidad.

El Papa Francisco suele dar pequeños trabajos a los sin techo de la zona del Vaticano. Cuenta con ellos cada vez que reparte decenas de miles de Evangelios de bolsillo algunos domingos.

Consigue que vendan rifas para los sorteos de los regalos que le hacen –desde automóviles a cámaras de fotos- y que pasa al limosnero un par de veces al año. Así consiguen dinero para personas más necesitadas que ellos. Es importante que hagan algo y que ayuden a otras personas, pues eso alegra mucho la vida. En este Viernes Santo, después de la caída del sol hacía bastante frio en las calles de Roma.

Pero Konrad Krajewski y su equipo de personas sin techo continuaron «en unión espiritual con el Viacrucis del Papa» hasta pasada la medianoche para llegar a ayudar a cien personas. Fue «un Vía Crucis de 100 estaciones». La ayuda a personas sin techo en las noches de frío es ya una actividad normal desde hace tres años.

Fue de las primeras junto con el reparto de cenas en cajitas de plástico con lo que sobraba en las cocinas de la Gendarmería Vaticana y la Guardia Suiza. Después vino la instalación de duchas en la columnata de Bernini. Enseguida se sumaron los peluqueros voluntarios los lunes, que es su día libre. Hace un par de meses, se incorporaron también los médicos voluntarios un día a la semana.

Todo el que sabe a hacer algo, sale a la calle a ayudar, y vuelve feliz a su casa. Siguen el ejemplo de Francisco.

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