El gusano de la cera se come el plástico
El gusano de la cera se come el plástico
Investigación

El gusano de la cera se come el plástico

Este insecto es capaz de biodegradar rápidamente polietileno, el plástico de las bolsas y los envases alimenticios

Madrid Actualizado: Guardar
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Cuando Federica Bertocchini, investigadora del CSIC, comenzó su afición por la apicultura nunca pensó que este pasatiempo podía llevarla a realizar un hallazgo que abre una puerta para resolver el problema de la contaminación por plástico. Según su trabajo que publica la revista «Current Biology», el gusano de la cera o de la miel come plástico, el mismo material que ahora mismo está devorando y ahogando nuestros océanos.

Como tantos otros hallazgos importantes para la ciencia Bertocchini descubrió esta cualidad de los gusanos de la cera de manera casual, cuando un día encontró que los panales almacenados en su casa estaban llenos de gusanos, que habían empezado a alimentarse de los restos de miel y cera de sus abejas.

«Decidí retirar los gusanos y dejarlos en una bolsa de plástico mientras limpiaba los panales. Tras tenerlo todo listo, volví a la habitación donde estaban los gusanos y vi que estaban por todas partes, que se habían escapado de la bolsa a pesar de seguir cerrada. Así comprobé que la bolsa estaba llena de agujeros. Solo había una explicación: los gusanos habían hecho los agujeros y se habían escapado por ahí. En ese momento empezó este proyecto», relata la investigadora del CSIC, que desarrolla su trabajo en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria.

Biodegradación

Aunque los investigadores -Bertocchini ha trabajado junto a Paolo Bombelli y Chris Howe, de la Universidad de Cambridge- aún no conocen con exactitud cómo es el proceso de biodegradación, lo que sí está claro es que este gusano (Galleria mellonella) es capaz de biodegradar polietileno, uno de los materiales plásticos más resistentes que existen, con el que se fabrican bolsas de la compra y envases alimenticios, entre otros objetos.

Si detectan y aíslan la enzima, podrían producirla in vitro a escala industrial

«Los detalles de la biodegradación no los conocemos aún, pero existe la posibilidad de que lo haga una enzima. Podría ser algo secretado por el gusano, o por una bacteria en simbiosis en su intestino. Sabemos que la cera contiene el enlace químico que caracteriza el polietileno, por lo que quizás el gusano ha evolucionado y desarrollado un mecanismo molecular para romper este enlace», explica Bertocchini a ABC.

Detectar y aislar esta enzima, por tanto, es el objetivo en el que trabaja ahora este grupo de investigadores, para después producirla in vitro a escala industrial. «Dependiendo de lo que nos encontremos, podemos tardar entre 6 meses hasta 2 o 3 años en detectar y aislar la enzima. Después de estudiar el mecanismo, podríamos producirla a escala industrial», detalla Bertocchini.

Hongos y bacterias «comeplásticos»

En los últimos años diversas líneas de investigación han hallado algunas bacterias y hongos devoradores de plástico y, más recientemente, el llamado gusano de la harina, que en realidad es la larva de un coleóptero. Sin embargo, la investigadora del CSIC matiza que «degradan muy lentamente, semanas en el caso del gusano de la harina».

Y es que los gusanos de la cera llevan a cabo este proceso de degradación de una forma muy rápida. «Hemos realizado muchos experimentos para comprobar la eficacia de estos gusanos biodegradando el polietileno. 100 gusanos de la cera son capaces de biodegradar 92 miligramos de polietileno en 12 horas, es realmente muy rápido», destaca Bertocchini.

Además, tras dejar la fase de larva, el gusano se envuelve en un capullo o crisálida, de color blanquecino. Los investigadores han descubierto que el contacto del capullo con el polietileno es suficiente para que este plástico se biodegrade.

En la actualidad, los procesos de degradación química son muy largos y pueden prolongarse varios meses, además de que para ello se necesita utilizar líquidos corrosivos como el ácido nítrico. «El plástico es un problema mundial. Hoy en día pueden encontrarse residuos por todas partes; incluidos los ríos y los océanos. El polietileno, en concreto, es muy resistente, por lo que es muy difícil que se degrade de forma natural», explica la investigadora.

Escala planetaria

Cada año se producen en todo el mundo cerca de 80 millones de toneladas de polietileno, un material difícil de degradar y muy resistente. Las bolsas de plástico, por ejemplo, que están fabricadas con polietileno de baja densidad, tardan cerca de 100 años en descomponerse totalmente; las más densas y resistentes pueden llegar a tardar hasta 400 años en degradarse. Esto supone una amenaza importante para el medio ambiente, especialmente en los océanos. De media, cada persona utiliza anualmente más de 230 bolsas de plástico, lo que genera más de 100.000 toneladas de este tipo de residuos.

Bertoccini y sus colaboradores están convencidos de que si logran detectar, aislar y producir a escala industrial esta enzima «abriremos la puerta para resolver el problema de la contaminación por plásticos». Casi nada, teniendo en cuenta la magnitud global alcanzada por la contaminación por plásticos en solo unas pocas décadas, que ya tiene carácter planetario y alcanza los lugares más remotos. De momento, los investigadores ya han patentado el descubrimiento.

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