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¿Por qué los gérmenes son cada vez más resistentes a los antibióticos?

Existe una creciente y justificada inquietud en el ámbito farmacéutico por lo que se puede denominar crisis de innovación en el desarrollo de novedosos antibióticos. El asunto ha trascendido el ámbito sanitario, habiendo sido debatido en una reunión del World Economic Forum

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Existe una creciente y justificada inquietud en el ámbito farmacéutico por lo que se puede denominar crisis de innovación en el desarrollo de novedosos antibióticos. El asunto ha trascendido el ámbito sanitario, habiendo sido debatido en una reunión del World Economic Forum.

La Organización Mundial de la Salud ha advertido que podemos hallarnos en lo que ha definido como una «era post-antibiótica». Es cada vez más habitual que se produzcan fallecimientos causados por gérmenes resistentes a todos los antibióticos existentes en la actualidad.

Desde finales de la década de 1980 no ha surgido ninguna nueva clase de antibióticos. En el trienio 2011 a 2103 se han comercializado un reducidísimo número de nuevos antibióticos, el menor número de innovaciones desde la década de 1940, fecha de inicio de la era antibiótica.

La industria farmacéutica ha encontrado en el espectacular e intelectualmente atractivo progreso de la inmunología y la terapia génica un campo de negocio para el desarrollo de trascendentes y rentables medicamentos. Hoy día el progreso farmacéutico se dirige hacia la búsqueda de tratamientos personalizados para enfermedades con elevada prevalencia como cáncer, hepatitis, o el desarrollo de vacunas de nuevo cuño. Sin embargo, este planteamiento no contribuye de modo significativo a elevar los estándares de salud pública. A tal fin, los antibióticos son una estrategia de primer orden.

Un creciente número de antibióticos se retira cada año del Mercado Farmacéutico, debido al surgimiento de gérmenes resistentes. El arsenal farmacéutico antibiótico está compuesto en la actualidad por 96 moléculas, 17 menos que las que había alrededor del cambio de siglo.

La investigación sobre antibióticos encara un futuro desalentador. Su desarrollo es difícil y los beneficios económicos derivados pueden no justificar la inversión intelectual y económica necesaria. A diferencia de medicamentos para enfermedades que precisan tratamientos prolongados, los antibióticos se usan durante intervalos temporales breves, generalmente unos pocos días. A esta situación se une que muchas veces se restringe su uso a fin de evitar la aparición de resistencias, venciendo el tiempo de protección de patente sin que el fabricante haya rentabilizado los costes asociados a su investigación y desarrollo en base a sus expectativas.

«Medicamentos huérfanos»

En cambio, las empresas farmacéuticas biotecnológicas se han focalizado con desmesurada insistencia en terapias personalizadas, muchas de ellas para las llamadas «enfermedades raras». Los fármacos dirigidos contra estas enfermedades se denominan en la jerga farmacéutica «medicamentos huérfanos». De todos los medicamentos novedosos autorizados durante 2013, el 70% estaban dirigidos a enfermedades que afligen a menos del 1% de la población.

Los fármacos llamémosles «clásicos» pierden el 80% del mercado al cabo de 1 año de expirar la patente. En cambio, los medicamentos biológicos tienen una «protección adicional» derivada de la dificultad de fabricar versiones genéricas y homologar éstas al medicamento original.

Una cuestión trascendente es: ¿se pueden establecer incentivos fijos para los fabricantes de medicamentos? El sistema de protección de patentes se ha considerado un proceder válido para incentivar la investigación y desarrollo. Pero la experiencia está demostrando que no es suficiente.

El mito de que las «fuerzas del mercado» regulan los precios no funciona, al menos en el área de la investigación farmacéutica. El Mercado (libre mercado) no representa un incentivo para la innovación, máxime en sociedades donde fiscalidad ahoga la exposición al riesgo.

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