Uno de los kioskos del metro, con dos académicos atendiendo las dudas de un transeúnte
Uno de los kioskos del metro, con dos académicos atendiendo las dudas de un transeúnte - ABC

Fatuas «para llevar» en el metro de El Cairo

La Universidad de Al Azhar, el más importante centro académico del islam suní, ha organizado kioskos en estaciones de metro de la capital egipcia para resolver dudas y contrarrestar «la radicalización de los jóvenes»

El Cairo Actualizado: Guardar
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Una pequeña fila de egipcios esperan su turno frente a un nuevo puesto en la estación de metro de Al Shohada, en el centro de El Cairo. No vende ni agua ni chucherías: dentro del kiosko, un par de académicos del musulmanes responden pacientemente a toda suerte de dudas sobre la práctica del islam, desde si es «haram» (prohibido) para una chica practicar taekwondo a cómo solventar problemas sexuales en el matrimonio. Se trata de una iniciativa de la Universidad de Al Azhar, la más importante autoridad académica del islam suní, que en los próximos meses colocará varios de estos «fatua-kioskos» en las principales estaciones del metro de El Cairo.

«Tenemos como objetivo una comunicación directa con la gente, para hacer frente a la ideología extremista y corregir conceptos erróneos sobre el islam», explica a ABC el secretario general de la Academia de Investigación Islámica afiliada a Al Azhar, Mohedin Afifi, y padre de la iniciativa.

La idea surgió en el marco de los «esfuerzos de Al Azhar» de proteger a los jóvenes «de las ideas venenosas difundidas por grupos extremistas que quieren atraerlos», añade.

En el pequeño cubículo, dos académicos de Al Azhar responden las más variopintas dudas de los transeúntes y ofrecen su consejo o una suerte de «edicto religioso» (fatua), ayudados de varios libros de jurisprudencia islámica. «Nos consultan mucho sobre lo que es haram y lo que no, por ejemplo si es halal (correcto) pedir un préstamo bancario, o cosas así», explica uno de los académicos. En su primera semana de actividad, muchos se acercan curiosos más que dubitativos: algunas preguntas que han recibido son más rocambolescas, como «¿es haram comprar ropa de marca falsa?» o «¿Sería correcto asesinar a Bashar al Asad?». La pareja de académicos, que se turnan para cubrir el servicio diario (excepto los viernes) de 9:00 a 20:00 horas, «están muy calificados y han recibido formación para responder las preguntas de los ciudadanos», asegura Afifi.

Una mujer habla con el académico del kiosko
Una mujer habla con el académico del kiosko - ABC

Esta iniciativa forma parte de un acuerdo de colaboración entre Al Azhar y el metro de El Cairo, por el que ya el pasado mes retransmitieron por los altavoces del subterráneo una sesión de media hora sobre educación religiosa. Más de 4 millones de personas usan diariamente el metro de El Cairo, un caladero que Afifi admite muy goloso: «Muchas personas viajan en el metro todos los días, con preguntas que necesitan respuestas de Al Azhar, que iluminen sus mentes».

Islamización de los espacios públicos

Sin embargo, la iniciativa ha levantado también numerosas críticas, especialmente entre los sectores más seculares, que critican los kioskos como una forma de islamizar el país y un intento de Al Azhar de permear aún más en la vida diaria de los egipcios. Pocos creen que tengan un impacto significativo en evitar la radicalización de terroristas.

«Las instalaciones de metro son instalaciones públicas, para todos y cada uno de los ciudadanos egipcios según la constitución, no sólo a los musulmanes. (Esta iniciativa) es muy peligrosa, es la consagración de la discriminación sectaria en la sociedad, ese muro de separación entre el musulmán y el cristiano. Estos puestos sólo tienen un objetivo: ampliar la brecha entre el musulmán y el cristiano y profundizar el sentimiento de los cristianos de que son extranjeros en su propio país», ha criticado la escritora Fátima Naout, que en 2015 fue juzgada por «blasfemia» por criticar la fiesta del cordero islámica. Los cristianos coptos, entre el 8 y el 10% de la población, son en muchas ocasiones tratados como ciudadanos de segunda clase frente a sus vecinos musulmanes. En el último año, han sido también objetivo de atentados terroristas de la filial de Daesh en Egipto, Wilayat Sina.

Desde el Ejecutivo de Abdelfatah Al Sisi se ha presionado a Al Azhar para la renovación del discurso religioso, una sugerencia rechazada por la institución como injerencia externa del presidente. Estos kioskos, una forma de «salir de la oficina y estar en contacto con la calle», pueden ser un intento de Al Azhar de renovar su imagen y consolidar su poder frente a las acusaciones de que su discurso alimenta el extremismo islámico.

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