Eutanasia activa, pasiva y suicidio asistido: qué son y en qué se diferencian

Estos términos suelen pasar por similares al identificarse con la idea de «ayudar a morir a una persona que desea poner fin a su vida»

Ramón Sampedro Archivo

ABC

El caso de Noa Pothoven , la joven holandesa de 17 años que murió el pasado domingo en su casa por voluntad propia, ha reabierto la polémica sobre los distintos mecanismos para acabar con la vida humana. Pothoven no falleció como consecuencia de la aplicación de los mecanismos legales de eutanasia , sino que se suicidó por inanición en su casa .

Términos como eutanasia o suicidio asistido suelen pasar por similares al identificarse con la idea de «ayudar a morir a una persona que desea poner fin a su vida». No obstante, ambos conceptos son diferentes y cuentan con algunas variantes.

Eutanasia proviene del griego y está compuesta por los términos «eu» y «tánatos», que vendrían a significar « buena muerte ». Este concepto puede estar ligado a que, en términos médicos, se trata de una muerte sin sufrimiento físico.

Según la RAE, es la «intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura». Existen dos distinciones al hablar de eutanasia: activa y pasiva.

Vincent Lambert, Ramón Sampedro...

Se considera eutanasia activa cuando la muerte es consecuencia directa de la acción de un tercero (por ejemplo, un médico), mientras que la eutanasia pasiva se da cuando la muerte no es consecuencia inmediata de la acción de otra persona, sino como resultado indirecto de dicha acción u omisión .

Este último caso sería el del francés Vincent Lambert , cuya esposa habría solicitado la retirada del soporte vital en su nombre. Una decisión judicial obligó a reanudar la alimentación artificial de Lambert, hospitalizado en estado vegetativo desde hace más de diez años a causa de un accidente.

El Código de Ética y Deontología Médica no hace referencia a las llamadas formas activa y pasiva de eutanasia, «pues, desde el punto de vista de la ética profesional, es irrelevante quitar la vida a un paciente mediante una acción que se ejecuta o mediante la omisión de una intervención médica obligada. En uno y otro caso hay eutanasia , pues se provoca deliberadamente la muerte a un paciente».

Como contraposición a esto aparece el concepto de suicidio asistido , por el cual un médico, a petición de un enfermo (terminal o no), le facilita un medicamento capaz de producirle la muerte. En este caso, es el paciente quien realiza la acción de ingerirlo poniendo fin a su vida, como ocurrió con el tetrapléjico gallego Ramón Sampedro . En este caso no fue un médico, sino Ramona Maneiro quien le administró el veneno (cianuro) que acabó con la vida del marino el 12 de enero de 1998.

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