Imagen de la sequía en el embalse de la Pedrera (Alicante) en enero de 2012
Imagen de la sequía en el embalse de la Pedrera (Alicante) en enero de 2012 - Roberto Milán

Los doce meses que precedieron al mes de julio de 2012, los más secos en 300 años

Un equipo de investigadores de la Universidad de Zaragoza ha logrado por primera vez reconstruir las sequías de 1694 a 2012 a partir del índice de precipitación y el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles

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Los doce meses que precedieron al mes de julio de 2012 fueron los más secos de los últimos tres siglos, según los resultados de un estudio de la Universidad de Zaragoza, publicados en «International Journal of Biometeorology». «Hemos logrado identificar siete momentos especialmente secos y cinco húmedos desde finales siglo XVII», declara a Sinc Ernesto Tejedor, autor principal de la investigación.

Hasta ahora, el estudio de la recurrencia y severidad de las sequías en España se ha basado en la información de las estaciones meteorológicas, con datos suficientes solo desde mediados del siglo XX. Para comprobar la evolución de las sequías, científicos del departamento de Geografía de la Universidad de Zaragoza han utilizado información indirecta, como el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles, para reconstruir el clima de la cordillera ibérica desde 1694 y analizar los periodos secos a partir del Índice Estandarizado de Precipitación (SPI).

Los investigadores recogieron 336 muestras y 45.648 anillos de crecimiento de cinco especies diferentes (P. sylvestris, P. uncinata, P. nigra y P. halepensis) a partir de 21 localizaciones de la provincia de Teruel, al este de la península ibérica, a una altitud media de 1.600 metros.

Según los investigadores, hubo 36 años extremadamente secos y 28 años muy húmedos desde finales del siglo XVII. «Algunos de estos años secos, como 1725, 1741, 1803 o 1879, se identifican también en otras reconstrucciones de sequías en Rumania y Turquía, lo que demuestra la coherencia a mayor escala de las desviaciones extremas y su relación con procesos atmosféricos más globales», añade Tejedor.

Muchos de estos acontecimientos extremos se asocian con cambios históricos y culturales catastróficos de los últimos tres siglos. De hecho, el año 1725 se conoce como «El año sin cosecha» en Monegros. Así, quedan reflejados en documentos históricos como las rogativas «pro pluvia», «ya que las intensas sequías provocaban malas cosechas con graves consecuencias para la sociedad», comenta el científico.

La reconstrucción de las sequías a partir de la dendrocronología no permite hacer predicciones de manera directa de eventos extremos futuros, aunque estas reconstrucciones sí se utilizan para validar los modelos de cambio climático futuro. «Lo que se está viendo durante el siglo XX y lo que llevamos del XXI es un aumento en la recurrencia de los fenómenos extremos, tanto de años secos como de años húmedos», recalca a Sinc el investigador.

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