Cereales y frutales, en estado crítico por el calor y la sequía

Las condiciones adversas derivadas del cambio climático están afectando a los almendros y los cereales

Una cosechadora recoge trigo EFE
Araceli Acosta

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Un reciente informe la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) señalaba a las regiones del sur de Europa como «puntos críticos del cambio climático », que ya están sufriendo con mayor intensidad las consecuencias de este fenómeno. En España los sectores agrícola y ganadero son los que más sufren el cambio climático, ya que los efectos de fenómenos climáticos extremos (incremento de temperaturas, sequía, lluvias torrenciales, heladas…) son cada vez más frecuentes y afectan a las producciones y la rentabilidad de las explotaciones.

Este año, la escasez pluviométrica en nuestro país ha hecho mella sobre todo en los sectores relacionados co n el secano y también en la ganadería extensiva , porque la sequía ha afectado a los pastos. Desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) señalan que la sequía agronómica ha generado «pérdidas importantes» en los cereales, a los que se suma la sequía hidráulica, por la disminución de las precipitaciones y de la disponibilidad de agua de pantanos, que ya están condicionando también los cultivos de regadío.

Además de los viñedos , las condiciones adversas derivadas del cambio climático están afectando también a los almendros y los cereales, por ejemplo, por los efectos perniciosos de unos inviernos cada vez más templados, que adelantan la floración de estos cultivos que sufren después por las heladas tardías.

Así, según un estudio de la Universidad de Córdoba los cereales de secano que se cultivan en España han adelantado en las tres últimas décadas etapas de crecimiento que desarrollan en primavera como consecuencia de los efectos del cambio global, que en la Península se han manifestado con un incremento de la temperatura media y una ligera disminución, pero mayor intensidad de las precipitaciones. Este adelanto en su crecimiento ha sido más significativo en el trigo y en la avena, cuyas fases de aparición de la hoja bandera y de floración se han adelantado una media de tres y un día por año, respectivamente.

La clave a estos cambios está en adaptarse. Así, el informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente, advierte de que en algunas zonas del Mediterráneo, el estrés hídrico y térmico extremo de los meses de verano podría obligar a desplazar la producción de algunos cultivos estivales al invierno o hacia otras zonas. En España ya hay ejemplos de ello. Las Bodegas Torres, con sede en el Penedés, han comprado terrenos en zonas más frías, para que sus vinos puedan sortear el aumento de un grado en la temperatura que se ha registrado en la zona del Penedés en los últimos 40 años. También productores de alcachofas, por ejemplo, de la Comunidad Valenciana están desplazando sus cultivos hacia el interior, ya en la provincia de Teruel, para no perder en calidad.

Y es que el cambio climático es una «gran amenaza» para la agroalimentación, sobre todo en España, por el ritmo actual de desertización, que dejaría a la mitad del país incultivable en menos de 25 años si no se reducen «drásticamente» las emisiones de gases efecto invernadero, según recoge el informe «La transición hacia una economía baja en carbono. Una mirada sobre el sector financiero y el sector alimentario», elaborado por el Instituto de Innovación Social de Esade.

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