El celibato de los curas

El documento de trabajo del Sínodo de la Amazonía ha incluido la llamada «excepción celibataria» a la hora de ordenar ancianos en este territorio

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La presentación del documento de trabajo para el Sínodo de la Amazonía, que se celebrará en octubre, ha levantado no poca polémica por la inclusión de la, llamémosla, «excepción celibataria» a la hora de ordenar ancianos en ese territorio.

Al margen de algunas influencias de ideología indigenista, la cuestión del celibato sacerdotal se ha convertido en bandera de facciones y, en no menor media, de ficciones teológicas. Este es un síntoma preocupante del actual discurrir de la Iglesia: los temas bandera que emergen, para unos, como signo de un pontificado aperturista y, para otros, como parte de un proceso cismático, el famoso «cisma de hecho» del que ya se habla. Banderas que dividen y fragmentan.

La cuestión del celibato distingue hoy, en gran medida, a la confesión católica de otras confesiones cristianas. Los ortodoxos y los protestantes no siguen esta disciplina. Es, por tanto, un signo de identidad pública, no sustancial pero sí relevante. El celibato no es un dogma, no es esencial, pero sí conveniente. A la hora de abordar esta cuestión hay dos perspectivas. Una, la que pudiéramos denominar vía contingente, basada en argumentos sobre las circunstancias de la historia como «signos de los tiempos»: la carencia de sacerdotes, los nuevos roles entre sacerdote y comunidad cristiana, la mujer y los ministerios.

En esta vía están también los que dicen que la «excepción amazónica» solo sería una singularidad que no regiría en el resto de la Iglesia. El problema está en que la lógica de la excepción amazónica también se pueden terminar aplicando a otros territorios.

Y la otra, que, consciente de los datos anteriores, los trasciende remitiéndonos a la naturaleza sacramental de la Iglesia y del ministerio. Cuanto más profundiza en el fundamento cristológico del ministerio sacerdotal, más se incide en la necesidad del celibato como forma de vida. Por cierto, la editorial Palabra acaba de publicar un libro, «El celibato cristiano. Una vida plena y fecunda», cuyo editor es Juan Luis Caballero, que despeja muchas dudas y que coloca a la vía contingente en el lugar que debe ocupar en la Iglesia y en la teología.

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