Fernández-Vega es la cuarta generación de una familia dedicada a la oftalmología
Fernández-Vega es la cuarta generación de una familia dedicada a la oftalmología - De San Bernardo

Fernández-Vega: «Estamos investigando nuevas vías para regenerar la córnea»

El Instituto Oftalmológico Fernández-Vega es ya universitario, fruto de su estrecha colaboración con la Universidad de Oviedo

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El pasado junio la Fundación de Investigación Oftalmológica Fernández-Vega quedó adscrita a la Universidad de Oviedo como Instituto Universitario. «Un importante reconocimiento a la labor y trayectoria de nuestra Fundación, que nació en 2009 con el objetivo de avanzar en el conocimiento de las enfermedades que causan ceguera y alteraciones de la visión para su tratamiento médico-quirúrgico», explica el profesor Luis Fernández-Vega El ámbito del nuevo centro universitario se extiende a los campos de la investigación y la docencia, en los que ya venían colaborando. «El 10% de los máster de la Universidad de Oviedo se generaban en nuestro Instituto». Por eso junto con la Universidad, impulsaron esta nueva fórmula.

—¿Qué ventajas tendrá?

­—Favorece a ambas instituciones, porque permite tener mayor masa crítica para concurrir a fondos de investigación nacionales o internacionales, con la suma de los investigadores de la Universidad y el Instituto Oftalmológico; hacer intercambio de investigadores y hacer más oficial los títulos y prácticas que ya venían realizándose.

Además de optimizar los recursos de las dos instituciones, para desarrollar proyectos de más largo alcance mediante la colaboración entre investigadores básicos y clínicos y acometer tareas que, para cada entidad por separado, eran difíciles.

—¿Cuáles son sus líneas de investigación?

­—Tenemos tres. Biomarcadores en glaucoma, para detectarlo en muestras de sangre. Tenemos una patente que esperamos sea efectiva en un futuro cercano para el diagnóstico antes del desarrollo de la enfermedad. La investigación la dirige el profesor Miguel Coca-Prados, de la Universidad de Yale, que está con nosotros gracias a la financiación de la Cátedra Rafael del Pino. Otra de neuroprotección en retina, que lleva el profesor Neville Osborne, de la Universidad de Oxford, y en la que nos ayuda el BBVA. Yuna tercera en superficie ocular y córnea, que patrocina la Fundación Cristina Masaveu, dirigida por los profesores Carlos Belmonte y Jesús Merallo. Y una tercera para regenerar la córnea. En esta, aparte de hacer crecer endotelio corneal, que es difícil, estamos abriendo otras vías, utilizando otros tejidos del ojo, distintos de la córnea. Pero estamos en fases muy iniciales.

­—¿Hace falta más financiación privada en investigación?

­—Tiene que haber financiación pública pero también privada. Para ello hace falta una ley de mecenazgo que la haga más atractiva a quienes la financian.

—¿Cómo estamos en Oftalmología respecto a otros países?

­—No tenemos nada que envidiar a otros países de Europa ni a Estados Unidos. En cirugía de los defectos de refracción, como miopía, hipermetropía, astigmatismo o presbicia, estamos a la cabeza. Lo único que envidio de otros países es la capacidad organizativa, que hemos incorporado en nuestra clínica.

—¿Las gafas quedarán erradicadas?

-No creo. Hay gente como yo que no quiere quitárselas. Lo que más molesta son las gafas de cerca, sobre todo con el uso cada vez mayor del móvil. Pero no todo el mundo puede operarse. Hay que personalizar la indicación, el tipo de técnica y de lente. Ahí radica en parte nuestro éxito. Somos muy estrictos y a veces optamos por no operar, porque es lo mejor para el paciente.

—¿Y la vista cansada?

­—No. No debe operarse antes de los 55 años. A los 50 puede que el cristalino sea aún mejor que la lente que se va a poner. Hay que pensar más en lo que es bueno para el paciente que en el aspecto comercial. Las personas con córnea muy fina, por ejemplo, pueden tener mayores complicaciones. Pero una vez determinado que se puede hacer, el resultado es bueno en el 99,99 % de los casos.

—¿Cuál es el reto en oftalmología?

—El nervio óptico. Podemos tratar la mayor parte de las enfermedades, sustituir una córnea, reparar defectos de graduación, pero cuando el nervio óptico está dañado, como en la degeneración macular, no podemos solucionarlo de momento. El oculista es como un electricista que puede cambiar un fusible o una bombilla, pero si el cable, que es el nervio, está cortado, no hay nada que hacer. Esa es la frontera en este momento, como en el resto del sistema nervioso.

—¿Y devolver la vista con microchips?

—En un futuro cercano no. Es verdad que cada vez son mejores y hay tres clínicas en España que se han certificado para utilizarlos, entre ellas la nuestra. Pero el resultado de momento no es bueno y es una técnica muy cara. En el futuro es posible ayuden a mejorar algún tipo de alteración del nervio óptico, que el mayor reto actual.

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