Diez claves para entender un exorcismo

Juan Pablo II modernizó el ritual en 1998 por los cambios que supuso el Concilio Vaticano II y los avances de la ciencia en el campo de la psicología

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La imputación del sacerdote vallisoletano Jesús Hernández Sahagún por practicar ritos exorcistas a una joven cuando era menor de edad y se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico ha levantado la polémica sobre esta antigua y particular forma de oración para liberar del demonio a una persona.

El exorcismo es quizás unas de las prácticas más antiguas dentro de la tradición cristiana. Fue el propio Jesucristo el que confirió a todos los creyentes el poder de expulsar a los demonios. Con el paso del tiempo, la Iglesia católica ha dipuesto que sólo un sacerdote autorizado por su obispo ayude a las personas poseídas a liberarse del mal.

El ritual fue renovado en la época de Juan Pablo II, en 1998, cuando la Iglesia Católica decidió, después de casi 400 años, revisar el anterior texto —de 1614— por los cambios que supuso el Concilio Vaticano II y a los avances de la ciencia en el campo de la psicología.

Casi todas las diócesis cuentan con alguno o varios sacerdotes que se dedican a esta práctica. Algunos de ellos han sido consultados por ABC para aclarar mitos y verdades sobre este ritual que lejos de ir en desuso es cada vez más frecuente debido a "la paganización" de la sociedad.

1. ¿En qué consiste exactamente un exorcismo?

El rito de exorcismo es una oración especial que hace un sacerdote, en nombre de Jesús y con la autorización del obispo, para liberar a una persona del diablo. Para llevarlo a cabo es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia, para lo cual existe un ritual específico.

Ese ritual, aprobado por la Santa Sede y editado por las distintas Conferencias Episcopales, marca las pautas que han de seguirse. Como todos los rituales, se procedió a su renovación después del Concilio y es lo que hay que poner en práctica. La oración se concreta con la invocación a los santos, la lectura de la palabra de Dios, y una serie de plegarias con las que, en el nombre de Jesús y apelando a su poder, se invoca a Dios Padre y al Espíritu Santo y se ordena al espíritu maligno que salga de esa persona. Normalmente es necesario hacer varios exorcismos para que el demonio salga de la persona que está poseída.

2. ¿Qué requisitos debe reunir la persona para ser exorcizada?

Antes de hacer el rito de exorcismo hay que proceder con extremada prudencia y es necesario comprobar que, efectivamente, hay una verdadera posesión. Se ha de excluir, para ello, que se trate de algún tipo de enfermedad física, o bien de carácter psíquico o psiquiátrico.

3. ¿Es posible confundir una enfermedad mental con una persona endemoniada? ¿Qué medidas se toman para no caer en este error?

El sacerdote encargado por el obispo de atender a las personas poseídas, ha de tener en cuenta que hay síntomas que pueden darse tanto en una enfermedad psiquiátrica, como en una posesión. Sin embargo, hay cuestiones que son exclusivas de la posesión. Normalmente existen una serie de índices que pueden hacer pensar en ello, por ejemplo, la propensión injustificada al mal, la aversión a lo sagrado, a veces los fenómenos inexplicables en torno a la persona, el hablar en “lenguas arcanas”, es decir, lenguas antiguas y desconocidas…

También puede darse una fuerza descomunal y desproporcionada ante una invocación a Dios, cuando físicamente no sería posible. En estos casos, es bueno consultar con un sacerdote experto que puede orientar y hacer el discernimiento, con objetividad y descartando otro tipo de explicaciones, tratando, en su caso, de ser asesorado por médicos que puedan certificar si lo que ocurre con esa persona es científicamente explicable o no.

4. ¿Cómo se comprueba que el demonio ha salido del cuerpo de la persona exorcizada?

De manera habitual no basta con un exorcismo para que el demonio, o demonios (a veces son varios) dejen a la persona. Además el enemigo es el “príncipe de la mentira” y tratará de engañar. Por tanto, hay que repetir la oración hasta ver que la persona afectada ya se encuentra bien. Cuando el demonio ha dejado a la persona hay un cambio radical, hay paz interior.

No obstante, habrá que constatar con alguna oración más que, efectivamente, ya no se dan las circunstancias que anteriormente

«Lo más habitual es que el diablo obre a través de la tentación pero también lo hace con la posesión de la persona»

que daban. Si antes del exorcismo había esos síntomas que hicieron iniciar la oración, y después del exorcismo ya no se perciben y la persona queda con paz y no manifiesta mayor alteración ante lo sagrado, sino más bien lo contrario, una atracción hacia las cosas de Dios, empieza a resultar evidente que se ha solucionado el problema.

5. ¿Existen personas a las que no se haya podido exorcizar?

Normalmente las personas que están poseídas sufren muchísimo y quieren ser aliviadas de ese sufrimiento que se ceba en ellas. Por consiguiente, por parte del sacerdote ha de haber ese conocimiento de la situación en que se encuentra la persona y, en su caso, la familia que la acompaña. Y contar, es claro, con su consentimiento para que se rece por ella. Sin embargo, si la persona no quiere ser liberada y rechaza esa ayuda, no se podría hacer la oración de exorcismo, porque en gran medida implica el ejercicio de esa libertad de querer que el mal salga de ellas.

6. ¿El demonio existe? ¿Puede tomar posesión de una persona?

La postura de la Iglesia es clara: reconoce la existencia del demonio, porque es una verdad de fe, y reconoce que el demonio puede actuar no solo de manera ordinaria, sino extraordinaria. Lo más habitual es que obre a través de la tentación, pero también

«El demonio puede hacerse presente en lugares donde se ha convocado a los espíritus o se ha jugado a la ouija»

puede actuar de manera extraordinaria, por permisión de Dios, como es el caso de la posesión. El mal, sin embargo, no es equiparable al bien, no es la fuerza antagonista de Dios. El diablo, no hay que olvidarlo, es un ángel caído. Los ángeles son criaturas de Dios. Algunos de ellos se revelaron contra su creador y lo que hacen es oponerse a su poder y tratan de llevar a su terreno a los hombres. La Iglesia, como Cristo en el Evangelio, se opone al mal en el mundo y lucha contra el maligno.

Que el demonio existe está, además, acreditado a lo largo de toda la Biblia. Si lo negáramos tendríamos que prescindir de muchísimas páginas de la Escritura. De hecho, una gran parte de la actividad de Jesús en los Evangelios fue esa: echar demonios, liberar a las personas que tenían espíritus inmundos. Esto siempre lo ha creído la Iglesia y está reflejado en el Magisterio, por ejemplo, en el Catecismo de la Iglesia Católica. La Iglesia, fiel a lo que hizo el Señor, continúa en esa lucha, buscando, como dice San Pablo “vencer el mal con abundancia de bien”. La Iglesia recomienda que, en cada diócesis, los obispos provean la posibilidad de nombrar a sacerdotes que puedan atender a las personas que están vejadas por el diablo. Es una gran obra de misericordia que el Papa Francisco está también alentando, por ejemplo animando a los sacerdotes que dedican su labor a este ministerio, para que sean instrumentos fieles de Dios que es misericordioso.

7. ¿Puede el demonio tomar posesión de un espacio? ¿Los sacerdotes también exorcizan espacios?

Sí que el enemigo puede hacerse presente en lugares específicos donde se ha hecho el mal, donde se han invocado espíritus, o se ha jugado a la ouija que es siempre muy peligroso, u otros rituales malignos. Está previsto en el ritual lo que se llama “exorcismo de

«Creer en lo esotérico, los brujos, los médiums, o la invocación a los espíritus. Todo eso abre las puertas al diablo»

lugares”. Allí se dice explícitamente que “la presencia del diablo y de otros demonios no sólo aparece y existe en la tentación o posesión de personas, sino también en los lugares y objetos en los que de alguna manera puede penetrar por su acción y en las varias formas de oposición y persecución contra la Iglesia”. Por tanto, también se pueden exorcizar “espacios”, por ejemplo casas, donde, quizá como fruto de lo que ahí se ha hecho, hay fenómenos que no son normales.

8. ¿Las personas que necesitan un exorcismo ¿dónde deben acudir?

Al obispado del lugar en donde residen, para que puedan ver si verdaderamente es un caso que requiere ser tratado por un sacerdote exorcista.

9. ¿El exorcismo es una práctica en desuso dentro de la Iglesia?

Es algo que siempre ha estado previsto en la Iglesia. Para eso existe el ritual de exorcismo: para que, una vez comprobado que existe realmente la posesión, ayudar a la persona a liberarse del maligno. En tiempos en que se prescinde de Dios y se va extendiendo un ambiente paganizado, suele darse cierta fascinación por lo oculto, por lo oscuro y se acaban abriendo paso los ídolos. A partir de aquí resulta fácil creer “otras cosas”, todo lo esotérico, los brujos, los médiums, o la invocación a los espíritus. De esta manera, se abren las puertas al diablo. La Iglesia, que siempre está cerca del hombre para ayudarlo a acercarse a Dios, siempre estará dispuesta a liberarlo de todo ese mal que le puede encadenar.

10. ¿Qué formación recibe el sacerdote para ser exorcista?

El sacerdote exorcista ha de ser una persona de profunda vida interior, con recta doctrina y con objetividad para saber hacer el discernimiento entre obsesiones, enfermedades o problemas psicológicos, de lo que verdaderamente pueden ser manifestaciones preternaturales. Ha de ser una persona que, antes que nada recurre a la oración y el sacrificio, a la humildad y a saberse instrumento en manos de Dios. Y, naturalmente ha de tener una serie de conocimientos sobre todas estas cuestiones, lo cual implica, efectivamente, una formación más teórica y una formación más práctica (acudir a exorcismos con un sacerdote que le vaya orientando y preparando para ver cómo concretar lo que se expone en el ritual).

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