Cómo mejorar tu agilidad mental en muy poco tiempo

Cómo mejorar tu agilidad mental en muy poco tiempo

Un experto nos da las pautas para poner en marcha nuestro cerebro sea cual sea la edad que tengamos

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Un experto nos da las pautas para poner en marcha nuestro cerebro sea cual sea la edad que tengamos

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  1. La edad no importa

    ¿Te desconcentras con facilidad? ¿Sientes que tu cerebro está «oxidado»? Si tu respuesta a ambas preguntas es afirmativa, este artículo te interesa. Comenzaremos con buenas noticias: no tienes de qué preocuparte, pues sea cual sea la edad que tengas y siguiendo al pie de la letra unos cuantos consejos, es posible que mejores rápidamente tu agilidad mental y actives de una vez por todas ese cerebro que se ha ido ralentizando con el paso de los años.

    Néstor Braidot, investigador y autor de numerosos libros sobre neurociencia, asegura que en tan solo siete días, lo que dura una semana, cualquier ser humano es capaz de mejorar su agilidad mental siempre y cuando sigua sus consejos y practique los ejercicios que recomienda. Así lo afirma en su último libro: «Mejora tu agilidad mental en una semana» y en el que asegura puede ayudarnos a conseguir tan ambicioso objetivo. No hay recetas mágicas, solo la constancia te ayudará a conseguirlo.

  2. Haz deporte

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    Como Braidot asegura en su libro, «el ejercicio físico contribuye a la generación de nuevas neuronas en el hipocampo» por lo que, dice el experto, «los beneficios de hacer deporte son acumulativos». ¿Cómo se explica esto? «Quienes realizan algún tipo de actividad aeróbica tienen menores niveles de estrés, lo que provoca una especie de 'limpieza' en el cerebro contribuyendo así a una mayor velocidad en el flujo de la información».

    Ya conoces eso de Mens sana in corpore sano, así que lo mejor será que abandones el peligroso sedentarismo y dediques un rato a caminar, bailar, correr... lo que sea con tal de moverte.

    [Leer más: Ejercicio, la clave para conservar una mente joven]

  3. Cuida tu alimentación

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    Está claro que los hábitos influyen de forma crucial en la forma en que se desarrolla nuestro cerebro. Así lo advierte Braidot, quien aclara que «los malos hábitos alimentarios afectan al desempeño de las funciones clave para la agilidad mental». Como explica el experto en su libro, «un estilo de vida con mayor riesgo cardiovascular se relaciona con una pérdida más notable de volumen cerebral, especialmente en el hipocampo».

    Braidot recomienda, por ello, dietas ricas en ácidos grasos poliinsaturados para favorecer el nacimiento de nuevas neuronas e incluso, en algunos casos, retrasar la aparición y evolución del Alzhéimer. No en vano, y como advierte el especialista, deberás acudir siempre a un experto en nutrición para que diseñe la mejor dieta en función de tu condición física.

    Lo cierto es que los beneficios de la reducción de calorías llevan estudiándose desde la década de 1930, cuando el científico de la Universidad de Cornell, Clive McCay, descubrió por casualidad que los ratones que comían menos vivían un 30% más. A partir de entonces, se han hecho estudios en todo tipo de animales -desde moscas a gusanos, pasando por monos-, con resultados prometedores.

  4. Dí «no» al sedentarismo intelectual

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    No solo deberás practicar ejercicio físico sino también mental. «El cerebro de una persona que se interese por el conocimiento, toque un instrumento o aprenda un nuevo idioma funcionará mucho mejor que el de otra que lleve una existencia pasiva».

    En este sentido, el catedrático de Psicobiología Ignacio Morgado apuntaba en este otro reportaje que de todas las actividades intelectuales potenciadoras de capacidades mentales, la más asequible y la que proporciona un mejor balance costo/beneficio es, sin duda, la lectura. «Leer es uno de los mejores ejercicios posibles para mantener en forma el cerebro», asegura el experto.

    No solo esto, sino que Braidot recomienda también llevar una vida socialmente activa: «La actividad social es imprescindible para agilizar las funciones cerebrales desde el nacimiento. La interacción social genera mayores ramificaciones dendríticas en el cerebro, lo cual facilita la conexión entre neuronas».

  5. Relajación

    Reducir los niveles de estrés influirá drásticamente en nuestra actividad cerebral. El trabajo, los niños, el dinero... las preocupaciones del día a día repercuten en el cerebro mucho más de lo que pensamos. Nuestra mente nos agradecerá el dedicar algunos minutos del día a la relajación.

    De hecho, ya en 2011 un equipo de psiquiatras aseguraba que ejercitar la meditación puede afectar positivamente al cerebro. Las conclusiones, publicadas en Psychiatry Research, apuntaban que un programa de meditación durante ocho semanas puede provocar considerables cambios en las regiones cerebrales relacionadas con la memoria, la autoconciencia, la empatía y el estrés.

  6. Dormir como un bebé

    Es imposible que tu cerebro funcione adecuadamente si no le proporcionas el descanso que necesita. Los trastornos del sueño, dice Braidot, «afectarán negativamente a nuestra agilidad mental» ya que «según varias investigaciones el sueño cumple un papel fundamental en la concentración, la memoria y el aprendizaje».

    «Las funciones cognitivas más afectadas por la escasez, ausencia o interrupción de las horas de sueño son la atención y la memoria», advierte.

  7. Cuestión de actitud

    El experto nos habla también de ciertos factores que pueden afectar a nuestra memoria, como el perjudicial estrés o algunos problemas emocionales. Para Braidot, «la actitud y el estilo de vida son factores decisivos para el buen funcionamiento de la memoria».

    «Si una persona duerme mal, come cualquier cosa y en exceso, la embarga la ansiedad con frecuencia, se encierra siempre debido a todo lo que tiene que hacer... es altamente probable que tenga problemas con su memoria». Un, en palabras del autor, perjudicial «cóctel explosivo».

  8. Entrenamiento neurocognitivo

    Consiste en llevar a cabo ciertos ejercicios para desarrollar la concentración, la memoria y la velocidad a la que procesamos la información. Como asegura Braidot en su libro, el entrenamiento neurocognitivo «es el recurso más efectivo no sólo para desarrollar capacidades cerebrales clave para el trabajo y la vida sino también, y fundamentalmente, para mejorar la toma de decisiones».

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