El Rincón de... Manuel Salado Durán

«Para limpiar los discos de la Biblioteca Nacional he usado una máquina de la CIA»

Músico y productor discográfico, acaba de restaurar para la Biblioteca Nacional tres mil discos, incluidos cilíndricos, contaminados por grabaciones adversas. Son discos de flamenco, zarzuela y otros géneros que hoy suenan limpios y casi puros

Manuel Salado Durán ABC

Félix Machuca

Su pasión por la música es su vida. Creo que le llevaba los bocadillos a Antoñito Smash en los ensayos solo por verlo tocar….

Así es. Yo vivía en la Macarena y, aunque menor de edad, mi única forma de entrar en el pabellón de deportes donde actuaba, era llevándoles los bocadillos. Y ya me quedaba al concierto.

¿Qué aprendió de Antoñito como baterista?

La pasión por la música. Y a montar la batería. Que es lo primero que aprendí y se la montaba antes de los conciertos.

Dicen que Silvio no le pegaba malamente a las baquetas. ¿Lo llegó a escuchar?

Estuve tocando con él. Hice una gira por España: Barcelona, Valladolid, inauguramos el centro de la Casa Colón de Madrid. Era un fenómeno con la batería.

Pero su padre quería que usted fuera futbolista.

Con catorce años estuve en El Estrella Deportivo y pasé al Betis Deportivo. Jugaba de extremo izquierdo, zurdo, y me desenvolvía. El fútbol me encanta.

Llegó un día en que tuvo que elegir entre el fútbol y la música, entre el sueño de su padre y el suyo. Y se fue a Madrid.

Me fui a Madrid con el consentimiento de mi padre que me dijo: aquí te espero sentado. Tenía diecisiete años, el billete del tren y 120 pesetas en el bolsillo. Y estuve en Madrid seis años.

¿Se le hizo pesado estudiar música en el conservatorio?

Me fui a Madrid a estudiar percusión en el conservatorio superior de música en la plaza Ópera. Y estuve estudiando con Martín Porrás y Regolí, el maestro más reconocido en España. Con esos profesores era imposible aburrirte.

No crea que conozco muchos casos de músicos que han estudiado percusión en el conservatorio. ¿Eso le dio a usted ventaja sobre otros compañeros o no?

Muchísima. Cuando llegué a Sevilla empezaban Hispavox, Senador, Alta Frecuencias a grabar sus discos. Y yo les salía mucho más barato porque en cuatro horas, con mis partituras, grababa los discos.

Como músico ¿dónde se sintió más a gusto tocando: con los roqueros o con los folcloristas?

La verdad es que para mi la música es todo. Cada vez que me he subido a un escenario lo he hecho empujado por la música. Todo me gustaba. Pero he disfrutado mucho haciendo rock con Raimundo, Rafael Amador y Kiko Veneno.

La experiencia con Veneno debió marcar lo suyo, supongo.

Totalmente. A partir de ahí me di a conocer en el mundillo y me contrataron Los Cantores de Híspalis porque con los Venenos te divertía y tocabas a gusto. Pero te morías de hambre.

Con Cantores de Híspalis y Pascual González comió bien...

Ahí ganaba mucho dinero. Comía perfectamente. Con ellos las sevillanas se revolucionaron. Fue el boom de las sevillanas en toda España y discotecas. Por actuación cobraban tres millones de pesetas. Yo gané mucho dinero y me divertí muchísimo.

¿Cómo llego a tocar para Celia Cruz, con los buenos percusionistas que hay en Cuba y en Miami?

Porque se celebró la feria de Sevilla en Miami. Acompañé a Manolo Carrasco, el pianista de Cádiz y El Barrio, tocando la guitarra, cuando aún no era El Barrio. Celia Cruz llamó a Manolo Carrasco. Y nosotros fuimos como acompañantes.

También pasó por Jarcha. ¿Era usted muy rebelde y pedía libertad sin ira?

Totalmente. Más que un grupo fue una familia. Grabé el disco dedicado a García Lorca, con la Martirio y con los Jarchas. Después de Jarcha me dediqué a hacer los dos volúmenes de cincuenta discos de flamenco. De «Solo compás», se vendieron millones de copias. Fue una barbaridad.

Dejó de tocar para dedicarse a la producción y el arreglo musical. Ahora trabaja para una empresa dedicada a hacer música funcional. ¿Eso qué es?

Es música de relax. Grabo música gregoriana, orquestada para relax. Trabajo para la empresa sevillana Magnesound, antiguamente Fonotron, cada colección es de cinco discos con el seudónimo de Arnold Salzig. Así es mi apellido en alemán.

Podría decirse, retorciendo un poco las cosas, que la CIA le ha ayudado involuntariamente en la masterización y limpieza de los discos para la Biblioteca Nacional…

No, pero el aparato que he utilizado para hacer esa limpieza lo utilizaba la CIA.

¿Qué hace el CEDAR, para qué la empleaba la CIA?

Para espionaje. Si tenía que grabar una conversación a más de veinte metros de distancia, con el CEDAR limpiaba los sonidos que interferían.

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