Emilio fue la primera persona que usó la penicilina en Utrera
Emilio fue la primera persona que usó la penicilina en Utrera - A. F.
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Utrera llora la pérdida del «médico de los pobres»

Emilio Caraballo, conocido como «el practicante» ha fallecido a la edad de 100 años

Utrera Actualizado: Guardar
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La Utrera en blanco y negro no se podría entender en toda su dimensión sin la figura de Emilio Caraballo «El Practicante», una persona muy querida por todos los utreranos y que ha fallecido en la localidad a la edad de 100 años. Durante décadas alivió el sufrimiento de varias generaciones de vecinos que acudían a él ante cualquier problema de salud, sabiendo además que si no podían pagarle ese día, no había problema, porque Emilio, quien siempre acudía a su cita a lomos de su bicicleta, era considerado como «el médico de los pobres», ya que su gran corazón siempre era el que ganaba la batalla.

Este utrerano, que nació nada más y nada menos que en 1917, ha fallecido en la localidad después de que su salud empeorara en los últimos días.

Finalmente ha sido un problema en el riñón el que ha provocado su muerte, llevándose con él multitud de recuerdos, historias y una forma de entender la vida en la localidad que poco a poco se ha ido extinguiendo. Muchos utreranos ya han transmitido su enorme cariño a la familia, mientras que en la jornada del sábado 8 de julio, a las 9.30 horas, en el Tanatorio de Utrera, tendrá lugar su funeral.

Emilio Caraballo fue durante décadas una referencia en la localidad, en un momento histórico en el que no todos los ciudadanos tenían acceso a una asistencia sanitaria de garantías, él se convirtió en la salvación para las personas que disponían de pocos recursos. Como él mismo explicaba: «la primera persona que utilizó la penicilina en Utrera fui yo, valía el bote 1.000 pesetas y había que conseguirla de estraperlo. Nunca he reparado en la cartera de las gentes que necesitaban asistencia médica, de hecho me he quedado muchas veces sin cobrar una peseta, pero me da igual ya que a uno le permanece el sentimiento de haber ayudado a personas que lo necesitaban».

Este utrerano vivió de cerca los horrores de la Guerra Civil, una contienda bélica de la que siempre dijo que «no era su guerra», estando destinado en varias ciudades españolas, hasta que recaló en Granada donde se hizo responsable del botiquín del destacamento militar. Este hecho fue clave en su vida, ya que fue el momento en el que aprovecho su mentalidad despierta para aprender muchos secretos del mundo de la Medicina que después desarrollaría en sus años como practicante en Utrera. De manera paralela también desarrolló una dilatada carrera en el área de rehabilitación del Hospital Virgen Macarena de Sevilla como fisioterapeuta.

Como dato anecdótico cabe reseñar los escarceos que este simpático utrerano tuvo con el mundo de la política, ya que como él mismo explicaba «me presenté para concejal en las últimas elecciones durante el mandato de Franco, pero hubo un claro pucherazo y no salí elegido. Mi lema era: Emilio Caraballo, el amigo de todos. Después en las primeras elecciones democráticas pensé en presentarme, pero al final no lo hice porque creí que Pepe Dorado, estaba más capacitado, y así se lo dije».

Charlar con Emilio Caraballo era como bucear hacia la profundidades de la historia contemporánea de Utrera, adquiriendo la posibilidad de conocer con todo lujo de detalles el alma de la localidad en la época de la postguerra, que no distaba demasiado de lo que ocurría en toda Andalucía. Emilio se conocía al dedillo un pueblo que vivía azotado por la necesidad, un pueblo en el que los utreranos apenas disponían de lo mínimo para poder seguir adelante y donde su llegada a un domicilio siempre era considerada como una bendición.

Emilio siempre fue una persona independiente, decidida y presumida, porque incluso en sus últimos años no era fácil saber la edad que tenía; se resistía a desvelar su edad. Hasta que su familia no se puso seria con él, seguía conduciendo su coche, al igual que manejaba su bicicleta por los caminos más recónditos de la Utrera de las últimas décadas, ya fuera para atender a un hijo de un rico terrateniente que para atender a una familia que sufría por la enfermedad de uno de sus miembros en una casa portátil.

Es sin lugar a dudas uno de los personajes más queridos de Utrera en la últimas décadas, quien siempre tenía una sonrisa y buenas palabras para las personas que aún en estos días seguían recordándolo con cariño. Un hombre comprometido con su pueblo y con las personas que sufrían, que indudablemente ha dejado una huella imborrable en la Utrera más cercana.

 

 

 

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