PERSONAJES

Manuela Carreño, toda una vida curando los pies gratis a cientos de utreranos

Esta utrerana, muy cercana a las Madres Carmelitas, ha destacado siempre por su entrega y solidaridad

La utrerana Manuela Carreño es muy conocida en la localidad por su solidaridad y gran corazón A.F.

Alberto Flores

Como hicieron tantos utreranos a comienzos de la década de los sesenta del pasado siglo XX, Manuela Carreño tuvo que dejar su localidad natal para trasladarse a tierras catalanas en busca de un futuro que no encontraba en Utrera. Con sólo quince años de edad, sin un mísero duro en el bolsillo, con una simple maleta y cargada con un «saco de aceitunas negras », tomaba el tren que le llevaría a El Vendrell, una localidad tarraconense que con el paso de los años se terminaría convirtiendo en una pequeña sucursal de Utrera.

Esa travesía duraría nada más y nada menos que 35 horas, viajando en un tren que no terminaba de llegar nunca a Cataluña. Es Manuela el ejemplo de todos esos utreranos que dejaron atrás su tierra con un nudo en la garganta y que desembarcaron en la otra punta del país con la esperanza de dibujar un porvenir mejor. Gracias a su trabajo y tesón, Manuela salió adelante, se casó con Luis, otro utrerano emigrado, con el que tuvo tres hijos en Cataluña y otro en Bilbao, ya que el matrimonio se trasladó posteriormente a tierras vascas para seguir progresando en el mundo laboral.

Pero el señor del Redentor Cautivo escuchó sus rezos y Manuela pudo volver a Utrera, donde abrió una pequeña tienda de comestibles, negocio en el que comenzaría a demostrar la grandeza de su corazón: «Muchas personas venían a comprar, y como yo sabía que había mucha necesidad no les cobraba , por lo que al final cuando sólo había pasado un poco más de un año desde que había abierto la tienda, tuve que cerrar porque aquello era una ruina».

Durante varias décadas Manuela Carreño ha cuidado de los pies de cientos de utreranos

Es el momento en el que la utrerana comienza a ejercer su profesión de pedicura, lo que se denominaba en aquellos tiempos como «callista», ya que la podología como tal apenas estaba extendida. Manuela se convierte poco a poco en la guardiana de los pies de las personas más humildes de Utrera, a las que apenas les cobra por sus servicios, llegando a ser una persona muy popular en la localidad. «Se sentaban para que les arreglara los pies, y mientras, me iban contando sus penas, por lo que cuando llegaba el momento de cobrar, la verdad es que no podía hacerlo , porque sabía que pasaban por dificultades», cuenta la utrerana.

Años en los que comenzaba una relación muy estrecha con la orden de las Madres Carmelitas de Utrera, una institución muy querida en la localidad y a cuyas religiosas ha cuidado con mimo Manuela durante décadas, convirtiéndose en una persona muy importante para comunidad. « Dentro de los muros del convento encuentro la paz que no hay en el mundo, allí no hay prisas para nada y con lo cara que vale la paz en la actualidad, la trato de aprovechar todo lo posible», explica Manuela que también acude puntualmente a velar por la salud de los pies de las Madres Carmelitas.

Saetera

Hay otra faceta por la que también es conocida en la localidad esta simpática utrerana, y que es desde que tenía sólo doce años, comenzó a rezarle a las devociones utreranas en forma de saeta, algo que le viene de familia, ya que sus hermanos también cantaban saetas. Hace algunos años que su voz no se escucha durante la Semana Santa en las calles de Utrera, pero asegura que este año va a ser distinto, ya que «el año pasado me pararon el paso de El Cristo de El Perdón en la puerta de mi casa y prometí que este año volvería a cantar, así que ya estoy ensayando, espero que la voz me acompañe ».

Manuela es una de esas utreranas que con su empuje, solidaridad y confianza en un futuro mejor, ha construido lo que en la actualidad significa ser utrerano, que mira a su alrededor y asegura que « quitaría del mundo las nuevas tecnologías , que no permiten que nadie tenga una conversación en condiciones y a mí me gusta que las familias estén unidas».

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