Miguel Gómez durante la presentación de su poemario
Miguel Gómez durante la presentación de su poemario - J.C.R.
GUILLENA

El letrista de Romeros de la Puebla, sobre los animales: «No se puede meter a un pájaro en una jaula»

Miguel Gómez publica su segundo poemario, «Las espinitas del campo», donde hace un canto a la naturaleza y pide más diálogo entre jóvenes y mayores

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Desde la puerta de la casa de Miguel Gómez Serrano se escucha al gallo cantar y se ven las ristras de peregrinos a lo lejos del Camino de Santiago. Este artista polifacético de 58 años nació en la dehesa La Lapa a medio camino entre Guillena, Castilblanco y Burguillos, y se ha criado en las labores del campo desde donde suma décadas legando sus letras a otros artistas de sobrada popularidad como Los Romeros de la Puebla o Los Marismeños.

Quienes le conocen hablan de una «fuente de creatividad», y su afición por el cante flamenco y por la naturaleza le han llevado a plasmar cada vez que tiene oportunidad ambas pasiones en poemarios donde reúne un manojo de versos de su día a día para sacudir a su entorno y crear conciencia sobre grandes temas de nuestro tiempo.

En Guillena, donde reside, recuerdan su primer libro, «Escardando la memoria», cuyas presentaciones por Andalucía se hicieron con recitales de música, cante y danza, y con el que se propuso levantar un puente para conectar de nuevo a abuelos y nietos. «Hay algo que me inquieta en nuestra sociedad y es la falta de diálogo de los más jóvenes con las personas mayores, que parece que cada vez son menos importantes y menos necesarias», cuenta Gómez Serrano a ABC Provincia.

En sus letras no pretende poner puertas al campo ni dar lecciones. «Nunca doy por hecho las cosas, me gusta simplemente dejar en el aire la reflexión, y usando el léxico nuestro de la comarca, busco que se vuelva a mirar a nuestros mayores para que les pregunten y les den vidilla más allá de las partidas del dominó», relata el escritor y letrista, que hace dos meses presentó su segundo libro, «Las espinitas del campo»

Rodeado de artistas locales, como Emilio Romero, que se encargó de ilustrar el libro, Miguel Gómez diseñó un espectáculo para la presentación donde se cantaba a la naturaleza y se dramatizaban sus letras con cantes por Soleá para los pasajes tristes y por bulerías para los más alegres, «Las espinitas del campo» alertan del maltrato a los animales que a su juicio está instaurado en la identidad colectiva de nuestra tierra de una manera tan cotidiana que pasa desapercibido.

«Consciente o inconsciente por costumbre o cultura estamos quitándole la libertad a los animales por ejemplo cuando metemos al pájaro en la jaula toda su vida sólo para que nos cante» explica este autodidacta.

El cambio climático

Esto no es hablar del cambio climático o de otras grandes amenazas que tenemos, son cosas muchas más cercanas, asegura, y que podemos arreglar de inmediato «porque con los animales estamos en contacto diariamente y tenemos que concienciarnos en lo que hacemos cotidianamente».

En cada página el lector se ve inmerso en un paraje natural de la Ruta del Agua donde toman protagonismo las especies características de la zona como la coneja que hace la madriguera entre acebuches y encinas, y en no pocas ocasiones, el autor se mete en la piel de estos protagonistas para darles voz.

Con ello, pretende esbozar una fábula que se lea fácilmente y con el que aprendan desde los más pequeños a los mayores de la casa. «Está hecho con vistas a que también los niños en los colegios con la ayuda de los profesores se vayan a echar el día al campo para dar sus clases de manera que conozcan la riqueza de plantas y especies que tenemos sólo a nuestro alrededor, más allá de lo que se aprende en los libros o en Internet», concluye Gómez Serrano, que no busca mayor reconocimiento que «cantarle a la libertad, para que sepamos convivir todos los seres vivos».

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