IX Congreso de la lengua

El Congreso fija Cádiz como una capital literaria de América

La Facultad de Medicina acoge un encuentro para hablar de la vinculación entre los poetas gaditanos e Iberoamérica

Andrés G. Latorre

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Cádiz es la ciudad más americana de Europa o la más europea de América. Da igual, en rigor, cómo se mire. Los poetas de acá y de allá han realizado un largo vaivén que se ha reflejado en la sesión de este miércoles 29 de marzo que llevaba por título 'El amor de ida y vuelta. América y los escritores de Cádiz' y que se ha desarrollado en el Aula Magna de la Faculta de Medicina, dentro del IX Congreso Internacional de la Lengua Española. Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, fue el encargado de presentar una cita que tuvo cuatro ponentes de la Universidad de Cádiz (UCA) de altura, como eran José Jurado, Marieta Cantos, Alberto Romero y Nieves Vázquez.

Los grandes protagonistas de la cita fueron, por orden de edad, como explicó el catedrático de Literatura Española José Jurado, Rafael Alberti, Carlos Edmundo de Ory, José Caballero Bonald y Fernando Quiñones.

El propio Jurado Morales hizo antes un amplio repaso en el que, haciendo más o menos trampas que él mismo reconocía (licencias poéticas, podríamos decir) fue glosando la amplia relación existente entre Cádiz y América, con nombres como Sor Juana Inés de la Cruz, Álvaro Mutis, José Joaquín Clararrosa, Adolfo Sánchez Vázquez, Octavio Paz o, incluso, Juan Ramón Jiménez («que no era de Cádiz, pero pasó una larga temporada en el hotel Francia y París, donde le perdieron las maletas»).

Alberti, con el exilio en el centro

El fuego literario lo abrió el catedrático Alberto Romero Ferrer, que centró su alocución en la figura de Alberti. Antes, hizo un repaso rápido por la trascendencia de la idea del exilio, «donde la figura de Alberti es central» dentro de la literatura en castellano. Así, contó cómo la primera obra importante de la literatura en este idioma es el Mio Cid, «que empieza con el destierro, con un héroe exiliado se queja». El exilio, pormenorizó es una constante en la cultura española, «con la expulsión de los judíos, de los moriscos, de los jesuitas, el exilio afrancesado, el libera, el segundo liberal, el de los carlistas, los derivados de Primo de Rivera...» En tono de broma, afirmó que, por lo general, «se suele echar a los mejores, nos quedamos los más tontos»

Ya centrado en Alberti, el catedrático habló de 'La arboleda perdida' como «un acto de resistencia» ante la dictadura. Fue una manera de acercar mis vivencias españolas». El profesor confesó cómo le había sorprendido el uso que hace Alberti en su obra de Díaz del Castillo como cicerone literario de las tierras americanas.

Romero habló de los «espejismos nostálgicos» que, inevitablemente, se cuelan en las biografías de los autores del exilio, como el propio Alberti. Las obras literarias, como la Arboleda Perdida, serían ficciones emotivas de los autores, «que no han pasado por el cedazo de la realidad», como explicó. Del mismo modo, la perspectiva del exilio marcan «los ritmos y emociones» de los relatos de Alberti, pero que son extensibles al resto de escritores.

En lo que era una suerte de clase magistral, el catedrático comparó el tono de Alberti con el del Díaz del Castillo o de Amadís de Gaula, ya que se estaría dejando arrastrar por lo que ve, «una conquista en la que el autor es conquistado por la propia tierra».

Ory y su americanismo 'origenético'

Nieves Vázquez, doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Cádiz, utilizó la palabra «origenético« para definir el origen de la relación de Carlos Edmundo de Ory con América. Relata que al igual que en Borges lo fundamental había sido la biblioteca de su padre. Así, explicó que sus lecturas fueron lo que le marcaron su amor por las letras iberoamericanas: Alfonsina Stormin, José Martí, Amado Nervo... El amor a América, detalló Vázquez, «nació en esa biblioteca».

Una de las lecturas fundamentales habría sido la de César Vallejo, detalló la profesora. Habría «un hermanamiento en la herida», como bellamente resumió Vázquez. La especialsita relató los -ismos las tendencias literarias a las que se fue acercando el poeta gaditano fruto de sus lecturas de Vallejo.

De Ory es un ejemplo del exilio económico en los años 50. Su «posición libertaria respecto a la literatura», como continuó, le llevó a trabajar a Perú, «aunque no tuvo una relación vivencial con América, iba a sentirse allí desterrado, con una gran nostalgia del centro de la cultura europea». Así, a los dos años, De Ory regresó a Europa.

En su explicación, detalló la importancia de la correspondencia de De Ory, que lo unió con muchos escritores. Vázquez se detuvo en su correspondencia con Roberto Bolaños, muy citado en este IX Congreso de la Lengua. Ambos coincidieron por Bruno Montané. Las cartas se polongaron del 77 al 96. Ahondó en que Bolaños buscaba en Ory a una especie de «gurú», al que trara «con mucho respeto, en el papel de un maestro».

El cubano Caballero Bonald

El catedrático de Literatura José Jurado Morales comenzó, con algo de prisa por lo apremiante del tiempo, a repasar la historia de Caballero Bonald. Y lo hizo remontándose a los orígenes americanos de su padre, que nació en Cuba. «Caballero Boland, desde sus orígenes, se sentía mestizo y gracias a ese origen se hizo escritor», según explicó este doctor de la Universidad de Cádiz.

«Siento la floración de un mestizaje que a mí también me alía con mi propio decoro», leyó Jurado para dar muestra de la profunda relación de Caballero Bonald con el concepto de mestizaje, sobre el que gravita el IX Congreso Internacional de la Lengua Española. En 1960 llega a Colombia, donde da clase de literatura en la Universidad. De ahí resumió Jurado que el autor se vio influido por el «contraste y la persectiva», en contraposición a la España de la dictaduta. Esa perspectiva, indicó, que le hizo compender mejor el Franquismo. «De ahí se entiende que su novela más española, '2 días de septiembre', está escrita en los dos años de Bogotá, por alejarse de la sociedad jerezana».

Tras un paso por España, Jurado explicó que Caballero Bonald, en 1965, trata de acercarse a Cuba por un interés político y por volver a sus orígenes. «Ese primer encuentro con Cuba le demuestra que la revolución era necesaria» indicó citando, de memoria según confesó, el catedrático. En su visita, se habría reunido con el propio Che Guevara. Dos años después, volvería a Cuba, en una viaje en el que empieza a desencantarse. De ahí habría nacido 'Ágata ojo de gata'. Ese viaje, sobre todo, le sirvió para llenarse de lo mejor de la literatura hispanoamericana, con lecturas de García Márquez, Vargs Llosa Cortázar, Carpentier... Terminó explicando que, desde ahí, nunca perdería su visión americana.

Quiñones y la devoción por Borges

La última de las ponencias correspondió a la catedrática de Literatura Española Marieta Cantos, que tuvo la difícil misión de cerrar un coloquio que pasó muy rápido A ella le tocó en suerte la figura de Fernando Quiñones. Comenzó también estableciendo su relación casi genética, por la vinculación familiar de Quiñones con América que se vería complementada por sus lecturas juveniles.

«Pero su pasión con América también tuvo que ver con la relación e Cádiz con el continente, por esas relaciones mercantiles pero también políticas y literarias», detalló Cantos, que añadió que la «voracidad lectora» y su «empatía» hicieron que Quiñones se interesa por escritores de distintos lugares de América, complementado por la relación con distintos autores del continente.

Cuando en los años 50 ingresa en 'Cuadernos americanos', «las citas que realiza de autores americanos son muy numerosas». Publica casi medio centenar de reseñas de autores de América Latina, sobre todo, Borges. Destacó la especialista en Literatura que se considera a Quiñones como el introductor de Borges en España, «no es que fuera desconocido, pero a través de Cuadernos americanos él se dedicó a dar luz a su figura».

Cantos detalló como fundamental la perspectiva de Quiñones respecto a la figura no sólo de Borges, sino de toda la literatura americana. El escritor gaditano proclama que la literatura americana estaba «a la vanguardia» y que España tenía «mucho que aprender» de ella. Argentina, Brasil, Nicaragua, Venezuela.

Para rematar, Cantos recuperó las palabras de Borges sobre la narrativa de Quiñones: «los relatos de Quiñones está el hombre, su índole y su destino».

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