Cádiz

Comedores sociales, una necesidad en la Navidad más cara

Familias gaditanas de todo tipo regresan a las asociaciones benéficas en busca de productos básicos y ayuda económica

Usuario del comedor Virgen Poderosa, conocido como María Arteaga Nacho Frade
Miren Landeta

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Cada vez más personas recurren a los comedores sociales y a la recogida de alimentos. Antes, el perfil se correspondía con personas sin hogar pero ahora hay más familias, incluso profesionales en paro empujados por la subida del precio de la energía, la vivienda y el encarecimiento de los productos básicos que devoran la economía y pasan factura a quien está en una situación más precaria y vulnerable. «Para mí, llegar a final de mes siempre ha sido difícil. Tienes unos gastos fijos como el alquiler, la comida, el teléfono, el coche y la gasolina, la luz y el agua... Son cosas que tienes que pagar y los recibos no paran de llegar. Te das cuenta que tu vida no va bien porque cada día estás más entrampado y ya no puedes prescindir de nada más. No comes fuera. No vas al cine. Miras cada producto que compras y no hay margen para caprichos. Tenía trabajo y de vez en cuando hacía algún 'chapú' para algún conocido que me daba 40 ó 50 euros. Seguía haciendo equilibrios. Quitando de aquí, poniendo allá... Todavía estaba la pandemia fuerte y pensaba que lo importante era aguantar. Mantener el trabajo y que todo pasara. Me equivocaba. Ya ves. Hemos tenido que pedir ayuda para comer y pagar recibos porque no nos llega. No da para vivir», explica Antonio mientras espera haciendo cola en el reparto de comida, algo que no entraba en su cabeza. Y es que pobreza no solo significa falta de ingresos. Es un fenómeno multidimensional y entre sus manifestaciones está el hambre, la mala alimentación, la falta de una vivienda digna y el acceso limitado a recursos como la electricidad.

La población gaditana cada vez es más vulnerable porque la pandemia no solo ha provocado que la vida de las personas sin hogar empeore; ha empujado a muchos gaditanos a recurrir a asociaciones benéficas. Como explica Mila Aragón de la Fundación Virgen de Valvanuz «hay personas en el comedor que jamás pensamos que acabarían viniendo, pero la situación les ha obligado».

Vicente Pablo Ortells Polo, director de Cáritas Diocesana de Cádiz, reconoce que este año ha sido bastante complicado teniendo en cuenta que han sido unos meses marcados aún por la consecuencias de la Covid-19 y por la guerra de Ucrania que ha provocado el encarecimiento del coste de la vida y que muchas personas se enquisten en sus situaciones de pobreza o que otras que estaban en una situación de desventaja se cronifiquen por la dificultad de salir de ellas.

«Hemos atendido a familias que ya llevan tiempo en situación de exclusión, pero hemos vuelto a ayudar a familias que habían dejado de venir a solicitar ayuda cuando la pandemia nos dio un respiro, pero a los que la situación económica actual ha vuelto a obligar a acudir a entidades como Cáritas para recibir apoyo. Los gastos de suministros de la vivienda y de alimentación se han convertido en las partidas en las que se emplean la mayor parte de las familias, en detrimento de otras necesidades que van empobreciendo los hogares como la salud o la educación o el descanso».

Cáritas hace un llamamiento en este tiempo de Navidad para ser sensibles y solidarios todo el año «porque las necesidades de las personas y familias no se dan solo en estos días. Nuestra acción de lucha contra la pobreza y la exclusión es permanente. Más allá de nuestros programas sociales, que van cambiando según demanda la realidad, lo importante es que la atención de Cáritas integra asistencia y promoción, un equilibrio que busca no sólo dar peces, sino la caña para pescarlos, e incluso enseñar a fabricar la propia caña», indican. Para ello, cuentan con una red de 15 equipos parroquiales de voluntariado y con los programas de Apoyo a la Familia, de Empleo y el de Formación para Inclusión».

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A. Vázquez / N.Frade

Un plato de comida caliente

El comedor Virgen Poderosa, conocido popularmente como María Arteaga, recibe cada día más usuarios, personas que acuden al centro porque no pueden comer y porque buscan el soporte de alguien que les escuche y comprenda. El calor humano y la empatía es fundamental y más en estas fechas tan familiares. Este comedor está dirigido por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y actualmente da de comer a 95 personas de lunes a sábados a las 12.30 horas. Los domingos y festivos el almuerzo se adelanta 30 minutos y es justo a mediodía. «Esperábamos que con la llegada del invierno la cifra descendiera porque suele ser lo habitual pero no ha sido así. Se han mantenido los usuarios», explica Lucía Reinado, la Trabajadora Social que recalca que también ha aumentado (y mucho) la asistencia a familias con menores que se encuentran en una situación de precariedad económica. Un servicio que ofrece alimentos en crudo para cocinarlos en casa. «La demanda ha crecido bastante en los últimos meses y tenemos lista de espera porque solo podemos abarcar la atención a treinta familias. La principal demanda que nos hacen es que tienen la nevera vacía y nosotros les facilitamos alimentos destinados sobre todo para que los niños no pasen hambre así que incluimos yogures, productos para el desayuno, carne, huevos verduras y legumbres». Además, la comunidad de Hijas de la Caridad además ofreciendo apoyo y orientación laboral.

Mila Aragón, de la Fundación Virgen de Valvanuz, también considera que la sucesión de situaciones de emergencia está ahogando a muchas familias pero no pierde su optimismo y, a pesar de los inconvenientes, siempre consigue dar con una solución para que nadie se quede «bajo ningún concepto» sin ayuda y sin comer. «Uno de los aspectos más gratificantes es que, a pesar de que, en general, la situación que atraviesan los gaditanos no es especialmente buena, siempre responden. Ahora el esfuerzo que hacen los particulares es mayor pero siguen ayudando y son muy solidarios».

El avance de datos del Banco de Alimentos lo confirma porque aunque aún queda hacer el recuento de la recaudación de dos cadenas importantes, todo apunta a que la recaudación subirá entre un 20 o un 30 por ciento respecto al año pasado. «Vamos a volver a nivel de prepandemia alcanzando unos 200.000 kilos de alimentos. Estamos muy contentos».

A. Vázquez

Mila explica que los productos llegan regularmente gracias a las aportaciones del Banco de Alimentos y de otras entidades como Cruz Roja. A ellos se unen las donaciones en especie de empresas que colaboran con el comedor y las que realizan tanto particulares como cofradías. «Estas donaciones son indispensables para nosotros porque ahora tenemos que dar una asistencia mayor y a nosotros también nos repercute el alza de precios», recuerda.

Los Caballeros Hospitalarios realizan el reparto de alimentos el primer y el tercer jueves de cada mes en su sede de calle Benjumeda pero toman diariamente el pulso a los colectivos más desfavorecidos de la ciudad a través de la atención que les brindan diariamente y de servicios como el ropería o el albergue.

La situación está lejos de mejorar como confirma Gonzalo J. Díaz-Alersi Rosety, visitador general de los Caballeros Hospitalarios, que reconoce que cada vez tienen que ayudar a más personas que tienen ingresos pero no llegan a final de mes. Gaditanos que ante la situación de necesidad, como solución de emergencia, deciden acudir a los comedores para destinar lo que se ahorran en comida a pagar la hipoteca o el alquiler.

Otra de las entidades que trabajan con las personas sin hogar es Calor en la noche. En el caso de esta asociación, que ofrece un desayuno diario a cerca de un centenar de personas, no ha notado un aumento reseñable de sus usuarios. En su sede del Campo del Sur nunca faltan café, magdalenas, pan, aceite, manteca 'colorá' y paté que acompañan con grandes dosis de cariño y humor. La humanidad que desprende el equipo es capaz de levantar el ánimo más taciturno. Por las noches, sus voluntarios recorren la ciudad y ofrecen alimentos, ropa y un rato de conversación a quien lo necesite.

Despertares, también reparte comida y alimentos. Lo hace a pie de calle pues la asociación carece de sede y precisamente por ese trato cercano con los sin techo, Carlos Alberto Sánchez Grimaldi alerta sobre la «lamentable» situación que están viviendo en estos momentos de frío y la lluvia. «El Ayuntamiento no está gestionando bien los recursos porque por ejemplo el Centro Fermín Salvochea tiene un presupuesto de 70.000 euros para atender a este colectivo y no se están obteniendo buenos resultados».

Algunas de las camas en el albergue de Caballeros Hospitalarios A. Vázquez

Los albergues

Los albergues, llamados a ser el hogar de los sin hogar, siguen sin calar en el casi centenar de personas que viven en la calles de Cádiz y que en muchas ocasiones optan por dormir al raso en los bajos del balneario de la Palma, el paseo Antonio Burgos en La Caleta, el Campo de Sur en la zona del parking, San José, el solar de avenida de la Sanidad Pública, Loreto y distintas zonas del barrio de la Viña. Tienen nombre y apellido aunque en ocasiones tratemos de desviar la mirada cuando los vemos en la calle, con un hatillo donde guardan sus exiguas pertenencias.

El desempleo es la principal causa que lleva a las personas a la calle, con un 23,8%, seguida de los problemas familiares, con un 12,4%, según últimos datos del censo de personas sin hogar que se elabora cada dos años desde el Ayuntamiento, una foto fija de la situación de este colectivo cambiante y heterogéneo que suma 105 personas según los números oficiales aunque la cifra es más elevada, cercana a las 120. Una población que vive en la calle aunque la calle mata. La esperanza de vida de aquellos que no tienen techo es 30 años inferior a la de los que tienen un hogar. En los últimos años ha entrado en funcionamiento el Centro de Día Fermín Salvochea, se ha creado un equipo de calle y se han puesto en marcha pisos y hostales que pueden acoger puntualmente a personas sin hogar. Actualmente el Albergue municipal cuenta con 26 plazas. Este jueves, por ejemplo, solo quedaron vacantes cuatro camas. Por otra parte, el Ayuntamiento también tiene disponibles un total de 20 plazas en hostal que prácticamente se completaron ya que tan solo quedaron vacantes dos. Además, durante el día sigue abierto el Centro de Día donde pueden utilizar recursos como las duchas, lavadoras, y también se realiza un trabajo de intervención y asesoramiento.

Caballeros Hospitalarios es otra de las instituciones que tienen infraestructuras para permitir la pernocta de las personas sin recursos que lo necesiten. En total son 23 plazas que actualmente están ocupadas al completo ya que en estos días de aguaceros y vientos fuertes, se recurre más a los albergues para buscar refugio frente a las inclemencias meteorológicas.

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