Cádiz no es solo la cuna de la Constitución, también lo es del feminismo

Sin embargo, esos derechos de ciudadanía de La Pepa continuaban olvidándose de gran parte de la población; de las clases más humildes y de las mujeres. Activismo contra discriminación. No obstante, la rebeldía por la injusticia social consiguió un hueco en la calle Sacramento número 33 de hace algo más de 160 años. En esa esquina se fraguó lo que hoy se cuenta como el primer manifiesto feminista y social del Estado. En Cádiz tuvo que ser.

Fue en 1856 cuando nació el periódico 'El pensil Gaditano', aunque la censura de aquel tiempo hizo que pasara a llamarse 'El Pensil de Iberia' en 1857. El primer ejemplar, donde mujeres se interpelaban a los hombres para que contribuyesen a impulsar cambios que liberaran a la mujer, fue impulsado por las gaditanas Josefa Zapata y Margarita Pérez.

Y hoy, por encima de todo, a Josefa y a Margarita se les debe rendir tributo. Porque hoy, 8 de marzo, también es un día para recordar y aceptar que el feminismo no ha sido un invento reciente. Ellas fueron dos gaditanas pioneras en esta contienda –que no cesa- en la lucha sindical.

Fueron mujeres que se jugaron sus letras por darle voz al desamparo femenino. Lucharon, con la poesía como arma, por la emancipación, por conseguir el derecho a participar en ventajas políticas y civiles. Ellas abrieron camino y ahora el resto puede gozar de una vida que sí merece la pena vivir.

Según libros consultados en el Archivo Histórico Provincial, Margarita Pérez y Josefa Zapata desde jóvenes se empezaron a interesar por la literatura y la política. En sus escritos se denunciaba la falta de reconocimiento de la capacidad intelectual de la mujer, su difícil acceso a la educación, la doble moral, la dependencia del hombre y los matrimonios de conveniencia.

Cabe destacar que en la publicación se hacía eco de los ideales fourieristas. Charles Fourier, una de las figuras más destacadas del llamado socialismo utópico, fue el primero en establecer la relación entre el papel inferior de las mujeres en lo social y en lo laboral, relacionando explotación sexual y económica. Para Fourier, el grado de libertad de las mujeres es directamente el grado de libertad de una sociedad.

Y fue precisamente ese planteamiento el que llevó a Josefa y Margarita a romper con las secciones de moda y consejos domésticos que ocupaban en la prensa femenina. A día de hoy, las páginas del 'Pensil de Iberia' siguen intactas, con ese color amarillo tan propio y significativo del paso del tiempo.

La tan común ausencia de imágenes en esa época sigue sorprendiendo y más cuando ahora son éstas las que ocupan gran parte de la reivindicación feminista. El periódico apenas tenía cuatro páginas en total y solo se repartía los días 10, 20 y 30 de cada mes.

Pero la reivindicación y la gloria duró más bien poco. Los poderes religiosos y políticos de la ciudad fueron ordenando uno tras otro el cierre de sus publicaciones. 'El Pensil de Iberia' termina censurándose con la intervención del Obispo de Cádiz, quien solicita la prohibición al gobernador.

El argumento: «Casi todos los errores contrarios a la Fe y a la Moral Cristiana, muy especialmente en los artículos que encabeza con 'Leyendas Morales', en los que se llega al extremo de suponer que Nuestro Señor excita con su Sagrada humanidad el amor impuro, condena el estado de su matrimonio y santifica el crimen del adulterio…».

El contenido en general de la publicación es calificado como «disolvente de la moral, el orden y la disciplina». Finalmente, el Obispo solicita que actúe el Fiscal de Imprenta y se recojan todos ejemplares editados hasta el momento.

Todos estos logros no pasaron desapercibidos. Feministas y sufragistas siguen haciendo historia para conseguir todos sus derechos. Margarita y Josefa continuaron solteras y sin perder sus ansias por la libertad.

Trabajaron como costureras, maestras y cigarreras por las calles de Cádiz para mantenerse. La desaparición de 'El pensil' no significaría, sin embargo, la evaporación de sus ideas. Pues qué importante ha sido y será siempre la sororidad para derribar muros.

Sin ir más lejos, esa solidaridad femenina fue a más cuando Josefa Zapata se quedó prácticamente ciega. En 1863, Faustina Sáez de Melgar, directora de la revista 'La Violeta', abrió una cuestación pública desde este medio de comunicación con el fin de ayudar con esos fondos a Josefa. Finalmente, fue operada por un médico de forma gratuita.