El infierno del ‘streaming’

En estos momentos hay cientos de miles de personas, sino millones (sin pruebas ni tampoco dudas), haciendo ‘zapping’ en sus plataformas

Las claves del adiós de ‘Succession’, el último fenómeno adulto de la tele

El infierno del 'streaming'
Bruno Pardo Porto

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Juan José Millás le dijo a Javier Aznar en ‘ Hotel Jorge Juan ’ que no tenía miedo a la página en blanco, pero sí a su equivalente lector: «Tengo pánico a esas épocas en las que no encuentras nada, en las que abres un libro y nada, abres otro y tampoco, vuelves a uno antiguo y te decepciona... En esas rachas no sé qué hacer con mi vida», confesaba. La cosa, claro, también ocurre con las series. Y de un modo más salvaje. Hay quien busca no una historia, sino algo a lo que engancharse, un sinfín de capítulos para matar las horas, para no pensar, que es lo más parecido que tenemos a descansar cuando no hay tiempo, es decir, vacaciones. Y al otro lado están los que solo quieren ver obras maestras, la película perfecta para esta noche, una comedia como de Billy Wilder pero ‘El apartamento’ no, que ya la he visto, y luego quiero presumir y solo se puede presumir con lo nuevo, con lo que está aún por descubrir: no te puedes perder esta iraní de Filmin, esta serie británica de la BBC, buenísima (ya saben: Pantomima Full ). Luego la realidad es bien distinta. Y mucho más aburrida.

En estos momentos hay cientos de miles de personas, sino millones (sin pruebas ni tampoco dudas), haciendo ‘zapping’ en sus plataformas, paseando por catálogos que se antojan interminables, como la biblioteca de Borges. La indecisión empieza por el ansia (quiero algo mejor) y acaba con el desencanto (ya me da igual), en una metáfora terrible de lo que es la existencia humana: la libertad es limitada, igual que el cuerpo, y demasiadas opciones a menudo significa ninguna. Es el infierno del ‘streaming’, un lugar en el que se rompen las parejas y se agrietan las amistades y se enfrían las cenas. Un páramo en el que nos consumimos. Al menos los modernos.

Al final del primer capítulo de la cuarta temporada de ‘Succession’ (HBO), Logan Roy (Brian Cox, gracias) aparece hundido en una butaca. Es uno de los hombres más poderosos del mundo, y pertenece a una generación que se está muriendo, con sus costumbres. El caso es que podría estar haciendo cualquier locura, seguramente tiene un cine en casa, o dos, y podría alquilar un teatro para él solo, pero ha elegido ver un programa cutre en la televisión de siempre, la de toda la vida. Por algo será.

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