Monica Lewinsky le da la vuelta a la tortilla y a su 'delito'

María Estévez

11/11/2021
Actualizado a las 08:09h.

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En vísperas del final en Estados Unidos de la serie sobre el juicio político a Bill Clinton, Monica Lewinsky habló con ABC, junto a la guionista Sarah Burgess y las actrices protagonistas Sarah Paulson y Beanie Feldstein, sobre por qué han recontado el escándalo a finales de los noventa con el presidente de EE.UU. ' El caso Lewinsky' , cuyos dos primeros episodios estrena La Sexta esta noche (22.30), se centra en el juicio político a Bill Clinton en 1998, pero también en tres mujeres: Paula Jones, Linda Tripp y la titular de esta miniserie , o sea, la tercera temporada de la antología 'American Crime Story' .

Lewinsky fue objeto de bromas crueles y letras de rap misóginas, pero pocas personas saben qué fue de ella más allá de los lascivos detalles de su romance con Clinton . El periódico 'The Washington Post' se refirió a ella como «un enigma envuelto en imágenes contradictorias», y pocos la vieron hablar en pantalla hasta su entrevista con Bárbara Walters en 1999. La posterior biografía de Andrew Morton la caracterizó sin profundizar como una mujer de gran simpatía. Lewinsky pasó escondida los últimos veinte años de su vida hasta que el creador Ryan Murphy le ofreció reescribir su historia. «Con esta serie pido que mi existencia no debe estar definida por una historia de juventud», apunta ella.

La exbecaria de la Casa Blanca, ahora convertida en activista y productora, cuenta en diez episodios el antes, el durante y el después de aquel romance. Todavía hoy rememora cómo su traje verde llamó la atención del presidente en agosto de 1995. Le dio «el Bill Clinton completo», o sea, un saludo intenso y cargado de energía sexual. Al día siguiente, Lewinsky y otros compañeros becarios fueron invitados a la fiesta del 49ª cumpleaños del presidente. Allí se dieron la mano y él le lanzó un beso.

Lewinsky confirma que ciertos momentos del juicio político que aparecen en la ficción sí sucedieron en la vida real: el asesor de Clinton, Vernon Jordan le dio una palmada en el trasero y el presidente usó para su testimonio ante el gran jurado una corbata que ella misma le había comprado. Menciona las horas de cintas grabadas en secreto por parte de su compañera Linda Tripp : «Escucharme a mi misma fue uno de los momentos más horribles de 1998».

También revela que estaba en el rodaje cuando la actriz Annaleigh Ashford, como Paula Jones, recreó la sesión de fotos para la revista pornográfica 'Penthouse'. «Fue una escena muy conmovedora. Mientras veía ese episodio me di cuenta de que en algún momento tras 1998 nos ofrecieron millones para posar en 'Penthouse' y 'Playboy'. Como le preocupaba pagar el alquiler y esa era su única opción», reflexiona Lewinsky . Convencida de la necesidad de dar un giro a la historia, la productora siente la empatía que la serie ejerce a su favor. «Es un acto de justicia social porque contamos cómo todos pudimos ser mejores».

Lewinsky (48) reconoció que había visto la película 'Súper empollonas' tres meses antes de que Ryan Murphy le propusiera la producción ejecutiva de la tercera temporada de ' American Crime Story' y a la actriz Beanie Feldstein (28) como protagonista: «Me recuerda a mí en mi adolescencia. Algo sobre su verdad emocional a la hora de interpretar el personaje me trae muchos recuerdos». Al final, tanto Feldstein como Sarah Paulson (aquí Linda Tripp) se han hecho muy amigas de Lewinsky. «Nunca vas a deshacerte de mí», le dice Feldstein a la productora. Paulson agrega: «Nunca te haré lo que Linda Tripp te hizo. Puedo prometerte eso».

En 'El caso Lewinsky' , ella cuenta su aventura y su ingenuidad al confiar en personas como Tripp. «Todos los amigos en los que confié me traicionaron». Lewinsky está muy interesada en saber cómo se sintió Sarah Paulson tras leer que la hija de Tripp quería «abrazar a la mierda de actriz» que interpreta a su madre. Tripp murió en abril de 2020, cuando la miniserie ya estaba en preproducción. «El artículo fue muy significativo para mí. Al no poder conocerla, imaginaba cómo sería encontrarme con ella. No quería humanizarla. El gran regalo de la escritura de Sarah Burgess fue que no le limó ninguna aspereza a Linda. Hay mucho que no me gusta de su personalidad, pero siempre es un desafío para la gente entender a una persona que no es feliz. Estábamos tratando de honrar la verdad de lo que sucedió. Hubo una verdadera traición y Linda trató de cambiar la realidad de lo que estaba haciendo», sentencia Paulson.

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