Clive Owen: «Estoy aterrado por tener que interpretar a Bill Clinton»

Cuando acabe la crisis del coronavirus quedarán grandes títulos por revisitar que debían haberse visto en salas, como «La canción de los nombres olvidados», estrenada este viernes de estado de alarma

El actor estrena «La canción de los nombres olvidados» y nos adelanta un secreto de su próximo papel: El expresidente de EE.UU.

Clive Owen en La canción de los nombres olvidados

María Estévez

El cine como refugio del espíritu del cineasta y como escape ante las malas noticias del coronavirus . Con esa idea llegan hoy a las carteleras algunos -pocos- títulos que resisten el miedo a llegar a las salas en mitad de las advertencias del Gobierno. Cintas como « La canción de los nombres olvidados », un drama sobre la fe, la música y el holocausto. Una de esas películas que oprimen el corazón escuchando el virtuosismo de los protagonistas. El violinista protagonista es Dovidl Rapaport , un hombre que aparece en tres etapas de su vida: como niño, como adolescente y como adulto, ahí interpretado por Clive Owen.

Basada en la novela de Norman Lebrecht, la película está dirigida por Francois Girard y cuenta con la música del compositor Howard Shore, que compone un réquiem con temática del Holocausto absolutamente impactante. «Howard se sumó al proyecto al poco tiempo de llegar yo y, cuando apareció, ya tenía varias cosas que proponerle. Juntos hemos tomado todas las decisiones musicales de la película, empezando por el concierto final. Fue una investigación exhaustiva», explicó Girard a ABC.

Para melómanos

Este realizador es un experto en ópera que ha rodado títulos musicales en su pasado como «El violín rojo». «La música aquí se convierte en el motor de una historia de misterio donde se van revelando verdades importantes», desgranó Girard. Un plan para el que contó con dos actores británicos, Clive Owen y Tim Roth. El segundo, del que todavía el público recuerda la mirada salvaje de «Malditos bastardos» se convierte en Martín Simmonds, un inglés hijo de un editor de música. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, la familia acogió a un niño judío que era un prodigio del violín. En la década de 1950, el padre de Martín gasta una fortuna para organizar un concierto de presentación para el violinista, pero éste desaparece misteriosamente.

Creando un complejo papel, Clive Owen muestra a Dovild como un hombre dividido entre su talento y la necesidad de no olvidar el Holocausto. «El mensaje de este filme es poderoso y conmovedor. Cuando trabajas con un director como François Girard, que ha dirigido ópera, teatro, al Circo del Sol y todas estas otras cosas quieres estar a la altura de su talento y su inteligencia», sentenció Clive Owen, siempre encantador.

Conmovedor

Simmonds hace que su hogar sea kosher y paga la educación judía del niño. Lo que desata la tensión con el hijo de Gilbert, Martin, por lo que Dovidl desaparece. «Este filme es una obra de arte musical, y no hay muchos realizadores que puedan elevar ese elemento como hace Francoise», explica.

Por su parte, Dovidl tiene una epifanía. Por casualidad, se detiene en una sinagoga cuyos congregantes son sobrevivientes de Treblinka , el campamento donde habían enviado a su familia. Los feligreses recuerdan los nombres de aquellos que no sobrevivieron. Nombres recordados a través de una canción. «La música es muy poderosa. La escena que pone título a la película es el ADN de la historia» , admite Roth.

Howard Shore trabajó meses en ese tema, porque era central en la película. «Musicalmente, es muy simple; el trabajo estaba desenterrando la verdad del holocausto. La esposa de Howard, Elizabeth Cotnoir, es experta en música coral judía. Ella y Howard trajeron el canto de la Sinagoga Central a Budapest», reconoció Roth. Owen reconoce que dar vida a Dovidl fue más sencillo que meterse en la piel de Bill Clinton, su próximo personaje. «Estoy aterrado. Me convenció Bryan Murphy para protagonizar su nueva entrega de American Crime Story y ahora estoy navegando una situación complicada. Es un reto enorme. Quiero probarme a mí mismo, pero me costó aceptar ese trabajo».

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