Miniseries, el producto estrella de las plataformas de televisión
El formato nació casi al mismo tiempo que la televisión, pero ahora tiene más sentido que nunca: los espectadores-consumidores tienen mucha oferta pero poco tiempo y buscan buenas historias cortas con un final garantizado
Para Benito Zambrano (Lebrija, 1965), su segunda película tras 'Solas' (1999) fue 'Padre coraje' . Para la cadena que la emitió en 2002, no. «Se planteó al principio como una miniserie de dos capítulos, pero el guion de Antonio Onetti era tan bueno que Antena 3 la extendió a tres [de 90 minutos cada uno]», recuerda el lebrijano, que también dirigirá, con guion de Curro Royo y producción de Plano a plano, una miniserie sobre el poeta Miguel Hernández . «Hay historias que son muy difíciles de sintetizar», reconoce. Le hubiera gustado haber adaptado la novela de Dulce Chacón 'La voz dormida' a la televisión, pero acabó siendo su tercer largometraje (o cuarto, según se mire). Aquella 'Padre coraje', basada en hechos reales y con Juan Diego como titular en busca de justicia por el asesinato de su hijo, se rodó en Super 16 para tener textura de cine. No era la técnica habitual; tampoco la temática. «Nos metimos bastante en el mundo de la droga y la delincuencia», rememora Zambrano.
Dos décadas después, la miniserie está en boga, especialmente en Estados Unidos gracias a las plataformas y la televisión por cable ( 'Gambito de dama' , 'Mare of Easttown' ), pero también en España ( 'Patria' , 'Veneno' , 'Antidisturbios' , 'Los favoritos de Midas' ). En Reino Unido siempre hubo más tradición, primero en la televisión pública ( 'Yo, Claudio' ) y después en la comercial ( 'Retorno a Brideshead' ), aunque ahora el envite es mayor ( 'Podría destruirte' , 'Normal people' ). Para Alberto Nahum García , docente universitario y autor del libro 'Series contra cultura' , está todo inventadísimo. El formato de antología, o sea, una historia independiente por capítulo o temporada, está hermanado con el inicio de la televisión. Él observa en el pasado un elemento económico: «La miniserie, al costar más su rentabilidad, tenía que tener un gran acabado, como las históricas o las adaptaciones literarias cuyo entorno dramático era conocido, e iban ligadas a la BBC o TVE. Era más complicado vender un formato con tan pocos episodios, pues la televisión, para ser rentable, tenía que vender segundos o terceros visionados». Hasta hace poco, Cuatro emitía diariamente en la sobremesa episodios de series como 'Castle' (173 episodios) o 'Hawai 5.0' (240).
Sin embargo, las plataformas como Netflix han cambiado dicha distribución, pues ahora, con la globalización, es más fácil hacer rentable un producto, lo que a su vez permite fichar, por ejemplo, a Kate Winslet para protagonizar una miniserie de siete episodios para HBO.
Una miniserie puede atraer más suscriptores
Para Elena Neira , docente universitaria y autora del libro 'Streaming Wars: La nueva televisión' , el auge de este formato está ligado al consumo actual de la ficción en una época en la que la oferta es inabarcable, pero nuestro tiempo, finito. «En Netflix, las series que tienen menos temporadas tienen una capacidad para enganchar a nuevos espectadores mucho mayor que cuando pasan de la tercera», cuenta. La plataforma vive de fenómenos rápidos y concentrados. «Que sea una miniserie atrae a mucha gente porque sabe que es una historia que concluye y que no se les exige un compromiso a largo plazo», amplía. Además, con el paso de los años, las series se encarecen y no logran atraer nuevos espectadores. « 'Gambito de dama' se convierte en un éxito inesperado y, precisamente por ello, es capaz de impulsar muchas altas. En cambio, 'La casa de papel' ya ha impulsado todas; tiene una audiencia fidelizada. Una plataforma vive de las altas y, a la hora de generarlas, es mucho más apto un contenido nuevo que segundas, terceras o cuartas temporadas».
Pero, ojo, una miniserie puede ser una promesa incumplida. Ocurrió con 'Big little lies' (HBO, 2017), que, aunque promocionada como tal, acabó teniendo una segunda parte (2019) tras el éxito de crítica y, sobre todo, de audiencia. «Es una especie de escudo. Si me va bien, puedo seguir», interviene Alberto Nahum García. También cabe la posibilidad de convertir una miniserie, como la recién finalizada 'The White Lotus' (HBO), en una antología: su secuela, ambientada otra vez en un complejo turístico, contará nuevas historias con otros personajes. Así ocurrió con 'True detective' , 'Fargo' y 'American crime story' , cuya tercera parte, a punto de estrenarse en EE.UU., versa sobre el escándalo Clinton-Lewinsky . Ahí está el futuro, según Elena Neira, pues cadenas y plataformas crean una marca o una narrativa con las que el espectador ya está familiarizado.
Alberto Nahum García cree que la miniserie es el formato ideal para testar la actualidad y la realidad ( con honrosas excepciones como 'The good fight' ). «Lo que está pasando ahora en Afganistán… La evacuación de la embajada americana sería un miniserión». Cita varios títulos recientes como 'Valley of Tears' , 'Our boys' , 'Así nos ven' , 'Chernobyl' ... «La continuidad narrativa hipotecaba a las historias seriales tradicionales; aquí es más asequible ir a un evento concreto». Lo corrobora Benito Zambrano: «Una de las grandes diferencias entre cine y televisión es que el primero necesita una financiación muy larga y cuando te das cuenta han pasado cuatro años. La ventaja de las televisiones y plataformas es que si quieren algo ya, te dan el dinero».
Pero, ¿qué hemos perdido o perderemos por el camino como espectadores? Alberto Nahum García lo tiene claro: «El gran relato, que posiblemente marcó el inicio de esta edad dorada como 'Los Soprano' , 'The Wire' , 'Breaking Bad' y 'The Americans ', que podría ser el canto del cisne de esa serialidad en la que todavía el producto estrella era el relato: series de seis o siete temporadas que iban creciendo, enrollándose, embrollándose...».
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