Muere Bertolucci

Bertolucci, antes y después de la revolución

Hay un muy querido y venerado Bertolucci, el juvenil, despeinado y pequeño

Bernardo Bertolucci, en una imagen de archivo
Oti Rodríguez Marchante

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Lo revolucionario en Bertolucci llegó tras su aceptación de que estaba más de vuelta que de revuelta, cuando rescató al mismo tiempo que otro italoamericano a un desesperado o desamparado Marlon Brando. “El último Tango en París” es la revolución de Bertolucci, aunque en la década anterior hizo, claro, su “Antes de la revolución”, una película impregnada de juventud, potencia e ideología. Justo todo lo contrario que se intuye en “El último Tango en París”, donde Bertolucci ya había hecho su recorrido desde la credulidad hasta un maduro descreimiento. No fue, sin embargo, un viaje sin vuelta, pues en sus últimas películas, “Soñadores” y “Tú y yo”, aún recoge las briznas de esa “belleza robada” a sus ideas juveniles.

Hay un muy querido y venerado Bertolucci, el juvenil, despeinado y pequeño, pero también hay un Bertolucci grande, que es el precisamente grande, el de “El último Tango en París”, el de “Novecento” y el de “El último emperador” , el que trata de tú a tú la soledad, el naufragio, la reclusión y los mundos que se extinguen sin posibilidad de indulto. En esa tragedia de un hombre ridículo, avinagrado de viudez, que se pilla los dedos con un tarro de mantequilla y que sabe que masca su último chicle está ya el canto de cisne de un cineasta lampiño e inconformista , y le da la bienvenida a otro en el que la madurez, el pesimismo y la melancolía se disputan los mejores pedazos de su cine: pedazos como los que compartirán la frutal Liv Tyler y un gastado y lúcido Jeremy Irons en “Belleza robada” …, momentos que huelen a las fresas salvajes de Bergman.

Desde luego, en las películas de Bertolucci está todo el cine del último medio siglo , está el neorrealismo, está la nouvelle vague, están Pasolini y Rossellini, está lo francés, está lo oriental y está Hollywood… Y está la idea de un hombre que quiere cambiar el mundo a base de pinceladas de color al alma humana.

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