La aventura del único español a por la Concha de Oro

El madrileño Antonio Méndez Esparza, asentado en Florida, donde trabaja como profesor de cine, presenta su tercera película en Sección Oficial, «Sala del Juzgado 3H»

Antonio Méndez Esparza, único español que compite en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián AFP
Fernando Muñoz

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El único director español que opta a la Concha de Oro es un milagro. No por lo que rueda, que también, sino porque la meta la ha alcanzado con un viaje para el que apenas empleó un puñado de dólares y la colaboración de sus alumnos. Antonio Méndez Esparza , cineasta y profesor de la Universidad Estatal de Florida, presentó ayer en San Sebastián «Sala del Juzgado 3H» , su tercer filme, un documental sobre cómo funciona el Tribunal de Familia Unificado de Tallahasee (Florida), un juzgado donde se decide el futuro de niños que han sufrido abusos o abandono por parte de su familia. Un tema a priori muy alejado del interés del público español que, pese a todo, el cineasta convierte a base de planos fijos en un rugoso vaivén de emociones del que es imposible despegarse durante las dos horas en las que desfilan personalidades y rostros cuyas vidas darían para completar varias temporadas de The Wire.

«Creo que fue Balzac el que dijo que para contar grandes historias no tienes que irte muy lejos, solo mirar en la esquina de tu casa», apunta. Así que después de rodar «La vida y nada más» , película con la que ya estuvo aquí hace tres años, se dio cuenta de que se había dejado un detalle sin contar de aquel drama de una madre y un hijo atravesados por la pobreza y la desigualdad en Florida. «Pensé que al Tribunal no le había hecho justicia. Era un sitio con mucha textura que no pude retratar bien», cuenta como arrepentido, por lo que se puso a trabajar para poder entrar en ese espacio, algo que le costó dos años y en los que incluso apeló a la Primera Enmienda. Todo para buscar lo que considera su «único objetivo»: «capturar la realidad».

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La vida y nada más

La vida y nada más

Dicho así, Esparza podría parecer el clásico cineasta intenso y pedante que habita en las latitudes de los festivales. Nada que ver. Disfruta cada minuto como pocos. Vive tan feliz, relajado y amable que no parece que opte al premio principal . «No tengo guiones fantásticos ni muy cerrados como podría hacer Amenábar», se hace de menos, como si con su anterior título no hubiera sido el primer español en ganar el premio John Cassavetes o en 2012 no hubiera recibido en Cannes el premio de la Semana de la Crítica. De hecho, cuando se le pregunta por su rutina como director en Florida, habla primero de su tarea diaria como padre, luego como profesor y deja lo de hacer cine para el cierre.

Por eso defiende que ha sido « la fe del artesano, o del cineasta amateur », la que le ha permitido culminar con éxito esta «Sala del Juzgado 3H» después de tantos problemas y un rodaje con pocos medios: «En el equipo de producción éramos 8 filmando. Es una película muy artesanal. Es curioso, cada vez hago las películas un poco más modestas y eso es maravilloso porque da mucha libertad», reflexiona el madrileño, que estudió cine en Estados Unidos, a donde se marchó en 2001. Y en Florida hasta hoy. Allí, confiesa, contrata para sus películas a los alumnos que quieren aprender, «no a los que se quieren ir a Los Ángeles a buscar un agente». De momento, los que han trabajado para él, ya han visto su nombre en los créditos de varios festivales internacionales.

El baile de Matt Dillon

El otro nombre del día también aterrizó en San Sebastián desde la costa este de Estados Unidos, pero Matt Dillon y Esperaza podrían ser algo así como la noche y el día: frente al modesto profesor de Universidad está la estrella de Hollywood -atípica pero estrella al fin– que ha trabajado con Lars von Trier, Kevin Spacey o Madonna . Y sin embargo se encontraron en la Sección Oficial con dos documentales tan diferentes como ellos mismos.

La música del artista cubano Francisco Fellove, protagonista de «El Gran Fellove» , el segundo largometraje del neoyorquino, pone ritmo al frenético trabajo sobre un hombre magnético:«Estamos en la edad de oro de los documentales. Muchos son más emocionantes que las películas, aunque soy actor, no debo quejarme», apuntó el actor y director en el día en el que San Sebastián demostró que la realidad puede ser tan interesante como la ficción.

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