Crítica de 'El universo de Óliver': El vuelo de la infancia, la imaginación y el Cometa Halley
Fusiona el cine fantástico, la mirada infantil y el tono naturalista y social con una historia familiar
El director, Alexis Morante , tiene un largo historial en documentales y en el vídeo musical (Bunbury, Alejandro Sanz, Camarón…) y aquí cambia de género y fusiona el cine fantástico, la mirada infantil y el tono naturalista y social con una historia familiar , salpicada de drama y de humor travieso en una Bahía de Cádiz por la que está a punto de pasar el Cometa Halley.
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Se basa en la novela de Miguel Ángel González (que firma en colaboración el guion) y cuenta las peripecias del niño Óliver en un barrio conflictivo y con una familia 'majara': su padre, que busca trabajo con poquito entusiasmo y menos fortuna; la madre, sufridora y resuelta, y el muy sospechoso abuelo, además de un invisible hermano pequeño. Sus penurias de chico nuevo en el barrio y en el colegio, y con una mala suerte que lleva en los genes, son el hilo conductor de una trama que se enreda en lo social, en lo fantástico y hasta, algo, en lo futbolístico.
Ficha completa
Todo el caudal dramático de este universo se licúa convenientemente con la personalidad de sus protagonistas adultos, un Salva Reina que siempre lleva sus cuitas en la cara, la naturalidad y gracia de María León y un sorprendente toque entre lo filosófico y lo sobrenatural de Pedro Casablanc. Entre ellos y el ingenuo 'tiqui-taca' de los niños de la película, a lo verano azul oscuro, 'El universo de Óliver' toma un cuerpo, o cuerpecito, en el que lo metafórico, lo emocional y lo ilusionante, todo ello en dosis pequeñas y algo manidas, adquiere su interés y su importancia.